Argentina recordó este miércoles uno de los crímenes más brutales contra la libertad de prensa que hubo en ese país. A raíz de una fotografía a Alfredo Yabrán, uno de los hombres más poderosos de la década de 1990 en ese país, un grupo de policías planeó un operativo y asesinó al reportero gráfico José Luis Cabezas. Hoy en día todos los procesados por el caso están en libertad.
Los argentinos solo lo conocían por sus empresas, su insignia y por una acusación del entonces ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, que lo había caracterizado como ''el jefe de una mafia enquistada en el poder''.
Junto a su compañero, Gabriel Michi, Cabezas planeó la esperada fotografía y, gracias a información que le dieron sus fuentes, la tomó.
Luego de conseguir la imagen, los periodistas alquilaron carpas al lado de donde estaba el empresario y lo comenzaron a seguir a distintas fiestas y eventos.
Al terminar la temporada, Cabezas le había puesto rostro al hombre más buscado pero comenzó a vivir las consecuencias. Empezó a recibir amenazas telefónicas, que decidió ocultar a su familia, y era vigilado por un grupo de policías. Funcionarios de alto cargo de Pinamar se dedicaron a controlar sus movimientos y la pandilla ''Los Horneros'' lo seguía a todos lados.
Dos meses después, el fotógrafo apareció calcinado dentro de un auto en un pozo de Pinamar.
El grupo formado por altos cargos de la policía de Pinamar y por la pandilla de delincuentes ''la banda de Los Horneros'' que planeó el operativo fue a prisión luego del asesinato. Sin embargo, Yabrán nunca fue capturado. A un año del crimen, el empresario perseguido por la justicia, la opinión pública y la prensa se suicidó.
Los policías Sergio Camaratta, Aníbal Luna y Gustavo Prellezo junto a los integrantes de la pandilla Sergio González, Horacio Braga, José Auge y Héctor Retana fueron condenados a cadena perpetua pero no la cumplieron.
Luna fue liberado el año pasado al cumplir dos tercios de la sentencia, Prellezo obtuvo un arresto domiciliario en 2010 y el 21 de diciembre del año pasado fue liberado. Auge recuperó su libertad en 2004; González, en 2006; y Braga, en 2007.
El exsargento Gregorio Ríos, condenado por instigador del crimen, fue liberado en 2008 mientras que Retana y Camaratta murieron.
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