Espectáculos y Cultura > CRÍTICA DE CINE

A solas con Woody Allen

Una sala vacía es la mejor forma de disfrutar del nuevo filme del director
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01 de octubre de 2015 a las 05:00

Woody Allen ha creado la totalidad de su obra en una máquina de escribir. Sus guiones, sketches, cuentos y ensayos han sido escritos en una Olympia SM-3 de la década de 1950 que compró cuando tenía 16 años. Según revela el cineasta en una entrevista para la película Woody Allen: A Documentary, de Robert B. Weide, esa es la única herramienta que ha usado desde entonces, además de un par de tijeras y grapadoras que funcionan como un "cortar, copiar y pegar" más rudimentario.

Aunque pueda parecer una predilección arcaica, esa máquina de escribir lo ha mantenido tan inspirado como ocupado. Allen tiene una de las carreras más prolíficas en la historia del cine y ha acostumbrado a sus seguidores a un nivel de producción envidiable al estrenar una película por año, al mismo tiempo que alimenta sus otras pasiones artísticas tales como el teatro y la música, particularmente el jazz. Tras su regreso a Estados Unidos luego de ambientar varias películas en Europa, Allen ha estrenado la celebrada Blue Jasmine con Cate Blanchett y la menos apreciada aunque simpática Magia a la luz de la luna, con Colin Firth y Emma Stone.

La actriz vuelve como protagonista en Hombre irracional, el nuevo filme del neoyorquino que se estrena hoy en Uruguay. Esta vez, Allen instala su cámara en Rhode Island, donde un profesor de filosofía interpretado por Joaquin Phoenix decide cometer un crimen perfecto al que considera el acto existencialista que lo sacará de su actual estado rendido y desmotivado. Eso no sucederá hasta que esté establecido dentro una pequeña ciudad universitaria en la cual conoce a dos mujeres: una de sus mejores alumnas, interpretada por Stone, y una profesora solitaria, encarnada por Parker Posey.

La elaboración de un asesinato azaroso, un amorío inevitable entre los personajes de Phoenix y Stone –a quien Allen nuevamente dispone a enamorarse de un hombre mayor–, el triángulo amoroso con Posey y las pequeñas lecciones de filosofía con cameos de los pensamientos de Kant, Kierkegaard y De Beauvoir son los elementos en juego de la película, que nunca logra dar con el ritmo de una comedia y el suspenso de un thriller. En cambio, Hombre irracional es simplemente una invitación disfrutable a adentrarse de nuevo en el universo cinematográfico (pero de conflictos muy teatrales) del director. No es una obra maestra pero comprueba que, a sus 79 años, el director todavía puede imaginar un relato interesante.

Así como el director escribe estas historias dentro de un cuarto modesto en su apartamento en Nueva York, parece que los encuentros con las películas de Allen pueden disfrutarse aún más en un cine vacío, como del que se desprendió esta crítica.

Allen ha concebido muchas de sus películas como obras conversacionales y con escenas de acción limitadas a momentos cruciales como pueden ser los desenlaces. Sus personajes se mueven entre casas, bares, parques y reuniones donde el espectador jamás se siente como un testigo voyeur de un conflicto que no debe presenciar. Al contrario, esos momentos son plagadas de pequeños sonidos o acciones de fondo que trasladan la pantalla del cine en una ventana sin vidrios o marcos. Eso, y una edición siempre impulsada por el ritmo frenético del jazz (en esta película particularmente la canción The 'In' Crowd de The Ramsey Lewis Trio ) vuelve cómplice al cinéfilo, cuya experiencia mejorará si puede escapar de la distracción de la ingestión de pop o las simple conversaciones susurradas que se dan en las salas.

Como guionista, en Hombre irracional Allen cede la narración a sus dos protagonistas, el profesor pesimista con ideas románticas y la joven alumna romántica con ideas optimistas. Phoenix, aquí panzón y alcohólico, es capaz de manejar un torbellino de emociones tan solo con una mueca y no parece que haya película en la que haga mal, pese a que este personaje no le exija demasiado. En tanto, Stone no logra del todo sobresalir de un rol más bien auxiliar, aunque tal vez eso sea la culpa del propio Allen que parece haberle escrito el mismo papel en dos películas.

Suele decirse que como director él no otorga muchas indicaciones a sus actores, prefiriendo que sean ellos quienes generen el registro de su propia acción. En Magia a la luz de la luna, Stone –nominada al Oscar como Mejor actriz de reparto por Birdman en 2014– era una charlatana que encantaba a familias acaudaladas con su aparente talentos de hechicería. Aquí, simplemente es una joven sin aspiraciones más que las de suspirar por la fragilidad de una persona quebrada a nivel emocional, lo que resulta en una nueva oportunidad desperdiciada para la dupla Allen-Stone.

De todas formas, los fanáticos del director no se sentirán decepcionados. Hombre irracional es llevada adelante con suficiente gracia para que se convierte en una obra recomendable, algo sin duda inherente de un profesional que conoce el paño. Sí, hay puntos en común con algunas de sus películas pasadas (como Crímenes y pecados), pero eso no hace que el encanto de tener a ésta como "la nueva película de Woody Allen" se desvanezca. Será hasta el año próximo.

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