Según Milton, el número uno mundial de las comidas rápidas por fin se dio cuenta de que vender la Big Mac a 99 centavos no reflejaba el espíritu de los tiempos y transmitía inevitablemente la imagen de una calidad descuidada en función de una mejor relación caloría-precio para el cliente.
"Hace unos años McDonalds se encontraba un poco ajena a esta tendencia", agregó.
Por primera vez McDonalds nombró también un número dos para sus actividades en Estados Unidos, encargado de sacar a flote un parque de restaurantes cuyo servicio -e incluso su higiene- habían sido descuidados.En esa época, la empresa había registrado la primera pérdida trimestral de su historia.
Los resultados de la reestructura no demoraron en manifestarse. En el pasado enero, la cadena anunció un beneficio neto de 2.300 millones de dólares (un aumento de 55% en un año). Hace dos años, en 2002, su ganancia había sido de apenas 900 millones.
"La nueva dirección, sin dudas, tuvo éxito mucho más rápido que lo que todo el mundo hubiese imaginado", remarcó Milton.
Otra señal positiva, según los analistas, es que Europa ya no parece ser el talón de Aquiles de la empresa. El viejo continente le dejó por fin márgenes de ganancia satisfactorios el mes pasado, un elemento "clave" para sus finanzas, según los corredores de Credit Suisse First Boston.
McDonalds tuvo el olfato de " dejar de vender todo rebajado", agregó.Aún hoy, las demandas contra la empresa por obesidad (un tribunal de apelaciones federal reactivó en enero pasado la de dos adolescentes de Nueva York) o un crítico documental titulado Super Size Me continúan dándole una imagen de promotora mundial de la comida chatarra, mala para la salud y la silueta.
(AFP)
