"Nada podrá detenernos", aseguró Marine Le Pen luego de conocidos los resultados preliminares

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A un mes de los atentados en París, Francia le dijo no a Le Pen

El Frente Nacional no logró quedarse con ninguna región en la segunda vuelta celebrada ayer
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14 de diciembre de 2015 a las 05:00
La extrema derecha fracasó en su objetivo de conquistar por primera vez un gobierno regional en Francia, ya que no ganó ninguno ayer domingo en la segunda vuelta de los comicios, pese al resultado histórico obtenido en la primera vuelta.

La oposición de derecha ganaba al menos siete regiones y la izquierda gubernamental seis de las 13 regiones de Francia, según estimaciones todavía provisorias ayer en la noche.

Los dos partidos tradicionales se beneficiaron con una mayor movilización del electorado (casi 9% más de participación que en la primera vuelta) que parece haber respondido al llamado de políticos y de numerosas asociaciones, que exhortaron a "bloquear el camino" al ultraderechista Frente Nacional (FN).

El primer ministro, Manuel Valls, saludó ese "muy digno impulso" del electorado, pero afirmó que este resultado no debe dar lugar a "ningún triunfalismo", porque "el peligro de la extrema derecha no se ha disipado, ni mucho menos".

Estos resultados son un serio revés para las tres figuras principales del FN: su líder, Marine Le Pen, que perdió en el norte, al igual que su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen, y el vicepresidente del partido, Florian Philippot, derrotados respectivamente en el sudeste y en el nordeste.

"Nada podrá detenernos", afirmó Marine Le Pen tras conocerse los resultados, en un discurso en el que criticó con vehemencia los llamados a bloquear al FN, calificándolos de "derivas de un régimen agónico".

Le Pen aseguró que, si la primera vuelta de las regionales se tradujo en un tripartidismo, en la segunda ronda se volvió al bipartidismo porque las formaciones tradicionales se aliaron contra el FN. "El país se divide ahora entre los mundialistas, partidarios de diluir a los franceses en el magma mundial, y los patriotas, que consideran que la nación es el mejor espacio para protegerles", clamó.

La líder ultraderechista pidió a los franceses que se posicionen en base a esa división de cara a las elecciones presidenciales de 2017, que consideró "vitales", y les llamó a unirse a su movimiento "por la libertad individual y colectiva y en favor de la identidad de los franceses".

El expresidente Nicolas Sarkozy, líder del principal partido de la oposición de derecha, Los Republicanos (LR), declaró que estos resultados "no deben hacernos olvidar bajo ningún pretexto las advertencias" de la primera vuelta.

La barrera del Frente Nacional

El politólogo Jean-Yves Camus, de la Fundación Jean Jaurès, estimó que este resultado "tiende a confirmar que hay una barrera para el FN, excelente en la primera vuelta pero que no sabe ir más allá".

Pero esto "no soluciona el problema de fondo", dijo, sosteniendo que la victoria de los partidos tradicionales es "una victoria pírrica", dado que se construye "contra algo o alguien y no por".

Estos comicios son los últimos que se realizan en Francia antes de la elección presidencial de 2017, para cuya primera vuelta los institutos de sondeo dan a Marine Le Pen en cabeza de las intenciones de voto.

En la primera vuelta, el FN obtuvo un resultado histórico, con 28% de los votos a nivel nacional y en primera posición en seis regiones, en dos de ellas con más de 40%, por lo que esperaba ganar y dirigir el ejecutivo en varias de ellas.

La campaña electoral fue acortada a raíz de los atentados de París del 13 de noviembre, y se acabó en un clima tenso con cruces de acusaciones e improperios.

El primer ministro Valls agitó la amenaza de una "guerra civil" si el FN alcanza el poder.

Los resultados del domingo podrían tener consecuencias para las ambiciones presidenciales de Sarkozy, dado que su estrategia de adoptar los temas tradicionales de la extrema derecha, como la seguridad y la inmigración, no frenó el deslizamiento de una parte de electorado del LR hacia el FN.

En la izquierda, el "frente republicano" (unión para enfrentar a la extrema derecha) por el que optaron los socialistas, fue considerado por algunos como una estrategia en favor del presidente François Hollande con vistas a la presidencial.

Unos 45 millones de franceses estaban convocados a estos comicios para elegir 1.757 consejeros regionales.

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