El presidente sirio Bachar al Asad se declaró decidido a continuar con la guerra contra los grupos insurgentes durante el tiempo que haga falta hasta retomar el control de todo el país y reconoció que los combates contra los rebeldes que intentan derrocarlo podrían ser aún muy "largos".
El mandatario concedió una entrevista a la agencia AFP en su oficina en Damasco. Gobierna el país desde el año 2000, y en 2011 estalló un conflicto en su contra, por el que ya hay al menos 260.000 muertos y diez millones de desplazados. En la conversación mantenida ayer y divulgada este viernes, el presidente sirio dijo que está dispuesto a negociar con la oposición pero que también pretende continuar su lucha contra la rebelión armada.
"No es lógico decir que hay una parte de nuestro territorio a la que renunciaremos", dijo en su primera entrevista tras el fracaso, días atrás de las conversaciones en Ginebra y del lanzamiento de una amplia ofensiva militar en la región de Alepo, respaldada por bombardeos de la aviación rusa.
"Que seamos capaces de hacerlo o no, es un objetivo que buscaremos sin dudar", respondió el presidente ante la pregunta de si se consideraba capaz de retomar el control de todo el país.
"Desde el inicio de la crisis, creímos firmemente en las negociaciones y en la acción política. Sin embargo, negociar no significa detener la guerra contra el terrorismo. Los dos aspectos son indispensables en Siria (...). El primero es independiente del segundo", aseveró Al Asad.
El régimen sirio califica de "terroristas" a todos sus opositores armados, tanto a los de tendencia moderada como a los yihadistas.
La ofensiva en Alepo provocó el éxodo de más de 30.000 sirios hacia la cercana Turquía en busca de refugio.
Asimismo, Al Asad rechazó las acusaciones de la ONU contra su régimen por crímenes de guerra, a las que atribuyó motivaciones "políticas". El mandatario aseguró categóricamente que esas denuncias "obedecen a una agenda política (...) y carecen de pruebas".
"Las instituciones onusianas están esencialmente dominadas por las potencias occidentales y la mayoría de sus informes están politizados", y "no muestran pruebas", sostuvo.
"Es por ello que no temo a sus amenazas y alegaciones", respondió cuando los periodistas de la AFP le preguntaron si no temía tener que rendir cuentas ante un tribunal internacional.
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