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Ancianos rehenes de su bolsillo

El deterioro físico y una calidad de vida que va de la mano con el costo de los residenciales
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22 de mayo de 2016 a las 05:00

Levantarse era más y más difícil. Los huesos le crujían cada día más. Cocinar, limpiar y bañarse se transformaron en una odisea. Una fractura de cadera llevó a que sus hijos tomaran la decisión más difícil: a sus 85 años, María (nombre ficticio) debió despedirse de la casa donde vivió durante 30 años con su esposo y pasar a compartir un cuarto con una total desconocida, con la que ahora comparte horas de dominó y novelas en el residencial en el que vive.

La dependencia es la principal causa por la que un anciano termina siendo institucionalizado. Y las veces en las que es la propia persona la que resuelve irse a vivir a un residencial u hogar son la minoría. Existe una serie de factores identificados por los especialistas que llevan a pensar en que aumente la probabilidad de una institucionalización, según explicó a El Observador Ítalo Savio, grado 5 de la cátedra de Geriatría y Gerontología del Hospital de Clínicas.

Por un lado, la edad: cuando una persona tiene más de 80 años más chances tiene de necesitar vivir en un centro de ese tipo. Relacionado con la edad también se encuentra el hecho de ser mujer, porque estadísticamente viven siete años más que los hombres. Y por encima de esos factores, "el incremento del nivel de necesidad", lo que implica requerir cada vez más de asistencia para tareas que son cotidianas.

A eso también se le suma, aunque en menor medida según reportaron geriatras a El Observador, la soledad. Y cuando existe una familia que contenga a esa persona, los especialistas intentan que el vínculo se mantenga. Por ejemplo, se les recomienda que busquen una casa de salud que quede de camino a su casa o trabajo, para poder visitar a su familiar con mayor frecuencia.

Ingresar a una institución dedicada al cuidado implica que los ancianos renuncien a su autonomía. En algunos casos, a la poca que les quedaba. Para Graciela Acosta, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Gerontología y Geriatría, la clave está en algo tan básico como el respeto a los derechos de las personas mayores, que implica que esté limpio, que tenga un lugar digno para dormir, alimento de buena calidad y control adecuado de la medicación que debe tomar, que en general es de más de una pastilla por día.

Pero para acceder a esos derechos de manera digna, el bolsillo juega un rol casi primordial. "No es posible que un jubilado acceda con $ 8.000 por mes a los cuidados básicos adecuados, porque los números no dan. En un residencial te tienen que dar cobijo, una cama adecuada, lavandería, las cuatro comidas diarias y cuidado permanente las 24 horas", sostuvo.

En la misma línea, Savio afirmó que para tener una calidad adecuada de cuidado de un anciano, el precio mensual no debería ser menor a $ 30 mil. "La gente compra servicios según su bolsillo. Hay un costo de la calidad", indicó.

Un geriatra que recorre residenciales para controlar a sus pacientes que viven allí puede ver las realidades más variadas. Desde edificios adecuados, adaptados a las necesidades de las personas mayores, hasta otros que no tienen las mínimas condiciones para que un anciano pueda desplazarse. Desde personal capacitado, a otros sin preparación que descuida a los residentes. Así lo relató a El Observador Aldo Fierro, profesor agregado de Clínica Médica y ex profesor adjunto de Geriatría, que destacó, al igual que los demás especialista, que el dinero vuelve a ser el que marca la diferencia. "Si trabajo de geriatra en un seguro privado difícilmente vaya a ir a una residencia en malas condiciones", dijo, y agregó que en caso de considerar situaciones deficitarias y hasta de maltrato de los ancianos, el médico debe denunciarlo.

La semana pasada, luego que ocho ancianos fallecieran por un incendio en la planta baja de un residencial en el Prado, el ministro de Salud Pública (MSP), Jorge Basso, concurrió a la comisión de Salud del Senado para brindar explicaciones a los legisladores sobre lo ocurrido. Durante su comparecencia, Basso destacó que la presencia de un director técnico en los centros dedicados al cuidado permanente o parcial de ancianos es clave. "Establece que haya un responsable que se haga cargo, justamente, de vigilar que los procedimientos vinculados a la atención de los aspectos asistenciales o sanitarios se realicen correctamente", dijo. En marzo, las encargadas de la casa incendiada habían tenido que concurrir al MSP porque una inspección constató deficiencias en las historias clínicas de los 17 residentes y mala administración de los medicamentos.

En la misma línea que Basso, Acosta enfatizó que debe ser el director técnico el principal responsable, más allá de la fiscalización que realizan el MSP y el Ministerio de Desarrollo Social, los dos organismos encargados de controlarlos. "El MSP seguro tiene que controlar en materia sanitaria, que las historias clínicas estén hechas, limpieza, cuidado de los puntos de apoyo. Que la medicación sea dada en tiempo y forma. No es hotelería, son buenos cuidados", dijo.

Cuando a su consulta llega una persona anciana sola, con bajos recursos económicos, que ya no puede vivir solo, las opciones se reducen a intentar que alguien de su familia o cercano pueda hacerse cargo o encontrar programas o centros que pueda recibirlo sin costos elevados, pero que no son la norma. "A veces escapa a una cuestión económica. Es que haya gente que pueda cuidarlo y tiempo disponible", explicó la especialista.

Según los profesionales, el residencial u hogar de ancianos debería, en primer lugar, ser visto como "un eslabón más dentro de la cadena de los cuidados", con aspectos sociosanitarios.

De hecho, un anciano que vivía solo y tenía dificultades motrices y cognitivas puede mejorar su calidad de vida en un residencial siempre y cuando se le aseguren condiciones y derechos básicos.

Una alternativa

El Banco de Previsión Social ofrece a los adultos mayores que están inscritos en el Programa de Soluciones Habitacionales el denominado Cupo Cama, por el cual se les adjudica un subsidio para pagar un residencial u hogar, que hoy en día se encuentra por encima de los $ 20 mil por mes. Quienes no pueden acceder son los pensionistas por vejez e invalidez, propietarios, copropietarios o inscritos en otro programa de vivienda, ya sea público o privado, y aquellos que tienen ingresos nominales mayores a 12 unidades reajustables (casi $ 11 mil según el valor actual).

La formación como base para mejorar la atención

Uno de los programas que ofrecerá el Sistema Nacional de Cuidados será la formación de cuidadores. Dentro de esa formación se incluye a los responsables de los residenciales, según indicó el director de la Secretaría Nacional de Cuidados, Julio Bango, durante su comparecencia en la comisión de Salud del Senado, a la que concurrió junto a autoridades del Ministerio de Salud Pública tras el incendio en un residencial en el Prado, que dejó un saldo de ocho muertos. Las personas dedicadas al cuidado deberán tomar cursos de 90 horas, a partir de un convenio firmado con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional.

La necesidad de capacitar personas en cuidado y gestión de residenciales también fue detectada en el ámbito privado, por la escuela de gestión ISalud, que brindará seminarios durante el segundo semestre para gestión de residenciales. Adriana Alfonso, una de las responsables del curso, dijo a El Observador que la idea es "proporcionar y colaborar con lograr los objetivos sanitarios que se llevarán a nivel nacional y acompasarnos al cuidado para generar herramientas de gestión".

Alfonso indicó que cuando se trata de gestionar un residencial u hogar de ancianos, la clave es "armonizar el lenguaje y la comunicación entre los distintos actores" que se desempeñan dentro de la institución.

"Pasa por seguir capacitando más a las personas e integrarlas al equipo para que se sientan parte y fortalecer el hecho de que forman parte de un equipo", dijo.

Alfonso sostuvo que la comunicación no solo debe darse entre los integrantes de un equipo de trabajo de un residencial y los residentes, sino que también es necesario capacitarlos para que sepan relacionarse con la familia de los usuarios.

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