Aquella gran pesadilla de David Lynch

Un pequeño pájaro parado en una rama de una conífera. Una música de teclados con mucho eco profundo se escucha cuando la imagen se sobrefunde a una enorme fábrica de chimeneas humeantes. Una enorme sierra metálica automática afila las muescas de una rueda, dentro de un engranaje. La fotografía es cuidada y el compás lento pero vigoroso de la música genera un pequeño clímax cuando se imprime delante de la gigantesca sierra que saca chispas ante el contacto con otro metal el nombre Twin Peaks (Picos Gemelos).

Así comenzaba cada capítulo de una serie creada por David Lynch junto al guionista Mark Frost, y dirigida por el autor de (la espeluznante) Terciopelo azul.

Era 1990 cuando se filmó en un pequeño pueblito muy cercano a la frontera con Canadá, y 1991 cuando llegó a Uruguay, emitida por canal 4.

Yo era chico (tenía 11 años), pero recuerdo mi propia mirada embelesada al ver los capítulos llenos de misterio y tensión detrás de la aparente tranquilidad que solo la mente de David Lynch puede pergeñar. Y los climas que imponía la música de Angelo Badalamenti son soberbios y basta repasar algún capítulo para darse cuenta de que todavía rinden sus frutos.

Entonces no era muy conocido Kyle McLachlan, quien hacía de Dale Cooper, un agente del FBI que mandan desde Washington para averiguar el escabroso asesinato de una joven rubia y porrista de un colegio en el pueblo de Picos Gemelos, que rebasa las competencias de la Policía local. Pero el actor no era un desconocido para Lynch, quien lo había hecho protagonizar Terciopelo azul, en el papel del muchachito vichón que se enamora de Isabella Rossellini.

La base de la trama es la interacción entre el agente Cooper, tanto con la policía local como con los vecinos del pueblo. A base de un meticuloso trabajo y con sentido agudo de la intuición, Cooper comienza a descubrir y a quitar los velos del crimen de Laura Palmer y sus conexiones con fuerzas oscuras del más allá.

Como siempre en Lynch, aparecen cortinados púrpuras, pasillos oscuros, un enano que habla al revés y dice cosas en sueños, así como seres misteriosos y cómicos (como la mujer del tronco) que le dan un toque de liviandad ante tanta pesadilla.

La serie tuvo dos temporadas. La primera presentó a los personajes (donde, por supuesto, había una galería de excéntricos que luego se hicieron recurrentes en el cine de Lynch), pero terminó de forma ambigua y oscura, lo que motivó una segunda temporada. Ya con problemas de rating y con presiones de los productores de la cadena CBS, Lynch anunció en 1992 que se disponía a llevar al cine la serie, en lo que fue Picos Gemelos: el fuego camina conmigo.

La película es floja y entreverada, y no posee la fuerza dramática ni la capacidad narrativa de la serie.

El nuevo arribo de una serie policial de culto, con un argumento que mezcla la sordidez de un crimen con conexiones sobrenaturales que emboscan a quienes intentan llegar a la verdad, me conectó de pronto con el pasado. Y la música de Badalamenti, me puso de pronto ante la cara asombrada de aquel niño que descubría de la mano y a través de la cámara de Lynch un universo de imágenes tan nuevas y atractivas como pavorosas.

Para el nostalgioso o el novato, la serie se puede ver íntegra en internet.