Ricardo Peirano

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Argentina vuelve al mundo

En 15 días de gobierno, el presidente Mauricio Macri dio dos señales claras de que el país vecino vuelve al mundo, de donde se había retirado por la política de Kirchner
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27 de diciembre de 2015 a las 00:00

En 15 días de gobierno, el presidente Mauricio Macri dio dos señales claras de que Argentina vuelve al mundo, de donde se había retirado por la política proteccionista en lo económico e irracional en lo político de Cristina Kirchner. Macri derribó con éxito el cepo cambiario y comercial que estableció a sangre y fuego en 2011 la ex presidenta y que implicó desconocer muchos tratados internacionales, entre ellos el del Mercosur que aseguraba el libre tránsito de personas, bienes y servicios entre los países signatarios. Luego, en la Cumbre de Asunción Macri realizó una doble definición: por un lado, exigió la libertad de los presos políticos en Venezuela, subsanando una enorme omisión de los países del bloque y retomando la sana política de que el espíritu democrático es tan importante como la libre circulación de bienes. Era algo que hacía demasiadas años, que no se oía en esas cumbres donde solo predominaba la verborragia chavista y la complicidad o el silencio de los demás países. La otra definición de Macri fue una apuesta a modernizar urgentemente el Mercosur, firmar el TLC con la Unión Europea y explorar otros acuerdos.

Por lo demás, Macri y su canciller han abierto las puertas de Argentina a todos los países y no solo a Venezuela, Rusia, Irán y China, que eran los países con los que CFK se sentía cómoda. Argentina vuelve a negociar con todos, quiere reinsertarse en el mundo civilizado desde el Mercosur hasta Estados Unidos y Europa. No con las “relaciones carnales” de Carlos Menem sino con las relaciones normales de los países normales que tienen intereses políticos y económicos que solventar y procuran hacerlo con aquellos países y con aquellos gobiernos con los que más afinidad cuenta o con los que más afinidad construye.

Todo ello, y en especial la necesidad de aggiornar el Mercosur al siglo XXI, fue música para los oídos uruguayos que venimos reclamando eso desde hace años. Al menos para una buena parte de los oídos uruguayos que entiende que en Venezuela no se respetan los derechos humanos ni rige una democracia plena (ya Maduro quiere armar un “parlamento comunal” para que opere en forma paralela al parlamento constitucional donde ha perdido la mayoría), y para esa buena parte de oídos que entiende que el Mercosur no funciona ni para atrás ni para adelante y además nos impide abrir juego por nuestra cuenta. Ahora Argentina no será obstáculo ni rémora sino turbina que propulse el funcionamiento del Mercosur y acuerdos del Mercosur con otros grupos y con otras zonas de libre comercio. Eso fue lo que señaló el presidente Vázquez en la misma Cumbre de Asunción y la sintonía con Macri fue evidente e instantánea. Es que hacia 12 años que no se escuchaba algo así del lado argentino. Al contrario, todo eran trabas, críticas e incumplimientos flagrantes del Tratado de Asunción. No será tarea fácil para el presidente uruguayo convencer a algunos sectores recalcitrantes de su partido pero ahora no serán iniciativas exclusivamente uruguayas sino del propio Mercosur, tan profundamente enraizado en el programa del FA, las que promoverán la apertura comercial. Apertura que por otra parte, deberíamos hacer si se convocara a una nueva ronda de la OMC, de la cual somos parte sin que ningún sector político haya pedido la salida.

Asimismo, y más allá del Mercosur, las relaciones de Uruguay y Argentina mejorarán. Se podrá hablar sensatamente sobre dragado del Río Uruguay y del Río de la Plata, aunque nadie espera que la multisecular rivalidad de los puertos se esfume de la noche a la mañana. Se podrá hablar sobre venta de gas producido por la regasificadora, que quizá ahora tenga un mercado mayor. Se podrá hablar sobre otros proyectos en común, que el hielo kirchnerista congeló por 12 años.

Si hasta se ha programado un asado entre Vázquez y Macri para este mes de enero donde se trataran estos y otros temas en un marco distendido. Algo impensable antes del 10 de diciembre. Todo indica que se abre una nueva era de relaciones entre Uruguay y Argentina y creo que aún no hemos calibrado todos los beneficios que ello traerá aparejado. A veces se decía en tono jocoso que habría que hacer un monumento a los K por sus malas políticas económicas que hicieron emigrar capitales y tecnología agropecuaria hacia este lado del río. Pero a Uruguay le va a ir mejor en la medida que a la Argentina le vaya mejor y pienso que, luego de 12 años de pésima relación, aún nos cuesta aquilatar lo mucho que podremos beneficiarnos del cambio de gobierno en Argentina.

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