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Arte para tiempos oscuros

Lo último de Leonard Cohen contiene canciones ideales para días perturbadores
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29 de enero de 2017 a las 05:00
Por Eduardo Espina, especial para El Observador

Es una mañana fría, gris y lluviosa en Washington. De esas que recuerdan que la vida en invierno puede ser horrenda, aunque, para que lo sea, el clima debe contar con la complicidad del estado de ánimo de los seres humanos. Cuando Donald Trump levanta su mano derecha para juramentar como 45º presidente estadounidense, más de uno, víctima de su incredulidad, comenta: "¡No puedo creer que nos venga a pasar esto!", "¡Cómo pudo llegar este momento!", "¡Qué gran paso atrás!". Se cuela incluso alguna frase exclamatoria, como salida de una película de Almodóvar: "¡Qué hemos hecho para merecer esto!". La democracia no da explicaciones respecto a los retrocesos que cada tanto puede experimentar, pero tampoco debe ser intermediaria como para caer en la trampa del simplismo y repetir a la manera de trogloditas, "es lo que tenemos", aunque sea verdad. El rostro de Bernie Sanders, serio y preocupado, sintetiza el sentir colectivo respecto a la primera página de la nueva historia que acaba de comenzar. Como en esos cuadros sublimes y enormes de Max Beckmann, no se sabe si es la luz o la oscuridad la que va a prevalecer. Es la segunda, con toda seguridad. Apago el televisor y busco el resplandor ausente en un disco grandioso, salido a la venta justo cuando la "era Trump" se había transformado en hecho inevitable.

Como la aspirina, la música no cura, pero ayuda a sobrevivir. El mejor disco editado el año pasado, You Want It Darker, de Leonard Cohen, es la réplica lírica a un presagio convertido en certeza, en la cual coincide el final de una vida con el final de una época. Debilitado por una enfermedad sin vuelta de hoja, un hombre, uno de los artistas principales de la época moderna, llega a una conclusión que más de uno en algún momento debe haber enfrentado o enfrentará: las cosas estaban mal y ahora estarán peor. You Want It Darker. "Lo querías más oscuro" (o, incluso mejor: "Querías más oscuridad"). El arte, a diferencia del humor, no está obligado a alegrar a la gente, pero sí a que colabore con el descubrimiento de territorios inexplorados en la complejidad de sus estados de ánimo. You Want It Darker contiene canciones ideales para acompañar el periplo a través de estos días perturbadores, en los cuales lo único bueno del presente parece estar en el pasado. Estábamos en penumbra, y acaba de llegar la oscuridad. Uno de los artistas visionarios que se adelantó a la época moderna, Goya, nos enseñó en sus cuadros que el gran desafío es encontrar luz donde solo parece haber oscuridad. Es la misma lección que You Want It Darker nos invita a aprender mancomunados, y en el aprendizaje hay una cuota alta de sublimidad. Nadie saldrá indiferente de la experiencia.

Un poeta de tocador


En algún momento en la etapa final de su vida, Cohen presintió que estaba jugando los minutos de descuento y por eso editó tres discos en cinco años. Tuvo un final sincrónico planeado por el destino. You Want It Darker fue el 14º disco en una carrera iniciada en 1967, con la edición del álbum debut, Songs of Leonard Cohen, en el cual, desde el nombre mismo, advertía que el poeta también podía cantar, escribir otro tipo de poesía, la que puede aceptar la participación de la música. La discografía de Cohen no es abundante, pues catorce discos en casi medio siglo de carrera le dan un promedio de apenas un álbum cada 3,57 años. Pero no hay que quedarse en cifras. Pocos cantautores desde la existencia de la fonografía tienen un repertorio tan memorable, a prueba del paso del tiempo, como el del artista canadiense, al cual habíamos empezado a considerarlo eterno, pues el ímpetu de su creatividad no daba muestras de decaimiento y, por el contrario, parecía nunca tocar el techo.

Leonard Cohen tuvo la fortuna –tal vez el premio mayor que le tenía preparado la inspiración– de poder despedirse de la vida con una obra notable y no con un producto menor, una de esas posdatas de senilidad, como suele ser el caso en artistas cuando son octogenarios. ¿Cómo pudo hacer un álbum tan sin fisuras a los 82 años? Seguramente porque en la hechura puso todo lo que le quedaba, los esplendores finales de una vida en retirada y que lo conminaron a no dejarle al silencio la última palabra, sino a decirle a este que antes de irse para siempre el poeta tenía algo más para expresar. La voz de Cohen susurra, como si ya hubiera llegado al más allá y estuviera enviando mensajes encriptados con la autorización de Dios, diciendo que nadie puede escapar a las reglas de juego de la mortalidad. En uno de los pasajes de You Want It Darker, la canción que da nombre al disco, canta: "Hay un amante en la historia, /pero la historia sigue siendo la misma". "Poeta de tocador", tal como lo llamó Joni Mitchell por haber captado tan bien la intimidad de la vida amatoria, Cohen congeló las emociones esenciales que se deshielan cada vez que son llamadas para compensar por las cosas que la realidad carece. De esa forma logró que el sitio de la poesía en la vida humana sea más decisivo de lo que ya es. La subjetividad no debe hacer nada para ser objetiva, su papel es otro muy diferente.

Comprometido con la belleza


Cada canción de You Want It Darker –nueve en total– es un adiós reflexivo a eso que llamamos "el misterio de estar vivo". Las canciones son una entrada en el diario cotidiano de las emociones, cuando estas ya no pueden esperar más para comunicar todo cuanto sienten. Los versos dan cuenta de un cóctel sublime de ideas y sentimientos por donde circulan el amor, el deseo, la sexualidad, la religión, la vida de ayer, la de hoy y la de pasado mañana; en síntesis, la suma de realidades que en asimétrica unión conforman el panorama de la existencia humana cuando la tomamos más en serio: cuando no se deja distraer por vivencias frívolas y fáciles. Las del Cohen, estas y las anteriores, son canciones para la era antes de Twitter, o para una posterior, que ojalá llegue pronto, cuando las emociones vuelvan a ser comunicadas como parte de una profundidad emotiva en desarrollo, y no como espasmo telegráfico que no alcanza a superar la superficie de lo exclusivamente momentáneo. La lírica cantada de Cohen, tan llena de recuerdos premonitorios, es un submarino que recorre los mares profundos del corazón donde este se pregunta por el sentido de todo, y si en verdad la vida tiene uno.

Convirtiéndose en una especie de Jorge Manrique de su época, Cohen dijo con ese tono que solo tienen los artistas comprometidos con la verdad de la belleza, que "tan presto" se va todo que no hay tiempo como para andar perdiendo el tiempo. You Want It Darker también tiene que ver con eso, con enseñarle a la vida a hablar tal como habla la poesía; a trasmitir sonidos desde dentro del campanario y luego soltar las campanas al vuelo. Trajo a las trincheras de la realidad una iluminación que venía directamente de la medianoche. Es su último suspiro, uno que, como el de Luis Buñuel, sirvió para decirnos que ya había hecho todo lo que había venido a hacer en este mundo, y que mañana no iba a cambiar de opinión. Antes de irse, le rindió cuentas a las palabras, compañeras asiduas de tan mágico viaje. Cohen se fue cuando el cicl de su vida había quedado cumplido. Se fue llevándose la oscuridad, pero sabiendo –esa fue su última certeza– que a quienes se quedaban les tocaría una oscuridad más oscura que las anteriores.

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