Alimentados por una incontrolable sed de Copa del Mundo fue que llegamos a San Pablo, que mostraba una cara muy diferente de la que al menos yo estaba acostumbrada por viajes de trabajo, pero algo se repetía: ir en busca de la comida de Paola Carosella, cocinera argentina cuyo primer emprendimiento, Julia Cocina, fue tan exitoso como pequeño.
Arturito, su segundo emprendimiento ya lleva unos cuantos años y podría decirse a esta altura que es un clásico de San Pablo.
Pasadas las 21.00 horas llegamos, en búsqueda de algo de silencio luego de imborrables horas celestes en el estadio Arena Corinthians en donde Uruguay le acababa de ganar a Inglaterra entrando nuevamente en la rica historia futbolera. Pero ese silencio no fue tal, porque para nuestra sorpresa desde una mesa comenzaron aplausos que se contagiaron a gran parte del restaurant al ver nuestra indumentaria celeste que todavía llevábamos con orgullo.
Para comenzar, un clásico: caipirinha de la "melhor cachaça" siguiendo la recomendación de un amabilísimo André, nuestro camarero. Luego nos fuimos directo a unos calamari alla diavola y al ceviche de ostras frescas de Santa Catarina, el cual pedimos repetir apenas probamos el primero. Aunque también nos tentaron una ensalada de higos maduros que prometía mucho y el magret de pato que venía servido con tostadas de brioche artesanal.
Varias rondas de capirinhas y capiroskas siguieron a las entradas y precedieron la otra gran recomendación de (a esa altura) nuestro "amigo" André: el beef prime que es para compartir y que venía ya cortado pero con el hueso al costado como para demostrar que la carne contra el hueso podría ser aún mas rica que la otra. Solo uno de nosotros pidió otra cosa: el pulpo a la plancha. Ambos platos venían acompañados de una "batata aos murros", un riquísimo puré gratinado que todos coincidimos en que era lo mejor del plato (quizás porque la carne es difícil que sorprenda a un rioplatense por mas que sea de la mejor, y crean que lo era). El punto de la carne era perfecto, aunque con los cuchillos algo desafilados no era tan fácil de cortar. De todas formas estaba riquísima.
Para el postre por supuesto seguimos una vez más las recomendaciones de André. Budín de pan con helado de ron, una mezcla de dulce de leche casero (hecho por la propia repostera del restaurant) con helado y nueces y un helado del mismo dulce de leche casero.
Ya el agotador día llegaba a su fin y luego de ese oasis gastronómico argentino-brasileño sobre nuestros hombros (o mejor dicho, en nuestros estómagos), decidimos dar un vistazo a los cercanos botecos de Vila Madalena que presentaba una caótica imagen de desorden multinacional típico de una copa del mundo, por tanto lo mejor que podíamos hacer era volver a nuestro hotel con una sonrisa de un día inolvidable.
¡¡¡Arriba la celeste!!!
Por Fernando Schaich, para Marian Caviglia
5 personas con tragos y postre: R$ 1065 (aprox unos U$S 500)
Calle Arturo de Azevedo 542
Tel: 55 (11) 30634951
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