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Beatriz Macedo: una mujer comprometida

Nació en una escuela y tal vez eso marcó su elección profesional. Estudió química y la impartió. Se doctoró en Didáctica de las Ciencias, integró el Codicen y trabajó gran parte de su vida en el exterior
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06 de mayo de 2014 a las 16:35

Nació en una escuela y tal vez eso marcó su elección profesional. Estudió química y la impartió. Se doctoró en Didáctica de las Ciencias, integró el Codicen y trabajó gran parte de su vida en el exterior como especialista internacional en educación de la Unesco. Y es de las que cree que la sociedad uruguaya puede sacar adelante su sistema educativo

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Resumir las tres horas que conversé con Macedo resulta un desafío. Podría citar una de sus frases: “Solo con la educación no podemos avanzar, pero sin educación no podemos lograr nada”, pero siento que no es suficiente, que me quedo corta. De la ciencia como forma de comprender la realidad saltamos a la formación docente y a la importancia de producir conocimiento. Me contó de sus domingos en familia y de su pasión por enseñar. Viajamos por el mundo y nos detuvimos en algunos lugares un tanto polémicos. A continuación, apenas un bosquejo de su vida.

Nació en la ciudad de Mercedes y vivió allí hasta los 9 años. La tradición educativa de su familia y los valores inculcados por sus padres la inspiraron a elegir el camino de la docencia como forma de vida. “Siempre nos hicieron ver, a mi hermano y a mí, el valor de la familia, de la educación, del trabajo y del esfuerzo. Crecí en un ambiente familiar donde se nos mostraba el respeto por los demás. Eso marcó mi vida como mujer, esposa, madre y profesional”. Y así como gratos son los recuerdos que tiene de su familia también lo son los que atesora de la escuela. “Concurrí a la Escuela Nº4 de Mercedes, donde tuve mis primeras amigas escolares, que recuerdo hasta el día de hoy. Era una escuela muy linda, un ambiente cálido. Me encantaba ir a clase”, me dice esta mujer serena y con mirada revolucionaria. En 1959, su padre, que ejercía la dirección de la escuela de Mercedes, fue trasladado a Montevideo y la familia se asentó en la capital. Beatriz fue a la escuela pública Estados Unidos y después al Liceo Francés. Entró al IPA para formarse en química, una elección que tomó principalmente por su vocación de enseñar. “Me recibí en febrero de 1973, estábamos viviendo momentos muy difíciles y ser profesora no era tarea sencilla. Me acuerdo que existía la concepción de que el mejor profesor de química era el que mandaba más alumnos a examen y los hacía perder. Y me empecé a cuestionar muy fuerte esa forma de enseñar. ‘¿De qué le va a servir a este chiquilín acordarse de esta fórmula?’, me preguntaba”. Trabajó en varios liceos, pero la experiencia de uno nocturno reconoce que la marcó. Tenía alumnos mayores que ella y aunque se esmeraba dándoles el programa advirtió que “no les servía para nada. Fue una sensación muy fuerte. Ellos necesitaban otro tipo de aprendizaje, uno que pudiesen aplicar en su trabajo”.


“Me recibí en 1973, estábamos viviendo momentos muy difíciles y ser profesora no era tarea sencilla. Me acuerdo que existía la concepción de que el mejor profesor de química era el que mandaba más alumnos a examen y los hacía perder. Y me empecé a cuestionar muy fuerte esa forma de enseñar. ¿De qué le va a servir a este chiquilín acordarse de esta fórmula?, me preguntaba”

Pasión por aprender
Cómo educar a través de la ciencia, continúa siendo una de sus grandes preocupaciones. “En el discurso todos pensamos en mayor o menor medida que la educación científica es importante pero en la práctica dicha preocupación no se evidencia. La formación del ciudadano hoy pasa por una formación científica. Las grandes crisis de las que tanto hablamos, ¿de qué son?”, me pregunta y no espera a conocer mi respuesta. “Energía, modelos de desarrollo, incluso nos invitan a cuestionarnos si estamos de acuerdo o no con los organismos genéticamente modificados. Esto quiere decir que el ciudadano tiene que estar formado para poder tomar sus propias decisiones, ya que si no otros la van a tomar por él. Hay que trabajar más por la alfabetización científica”. ¿Y por qué cree que la ciencia siempre ha sido un área de algunos y que la cantidad de matriculados en ese tipo de carreras es escasa en comparación con otras áreas del conocimiento?, pregunto. “La educación científica tiene que cambiar de base. Pero no hay que ser simplistas, esto también ocurre porque hay carreras que dan más dinero. La educación en ciencia ha tenido una concepción elitista y eso golpea a los estudiantes. La idea de que solo algunos son capaces de acceder a ese conocimiento es lo que estamos tratando de cambiar.Hoy la ciencia tiene que estar al servicio de la sociedad y la educación científica al servicio de una educación para todos”. La consulto sobre los avances de Uruguay en la materia y, aunque reconoce que se hizo bastante, entiende que no es suficiente. “Para avanzar realmente hay que tener una comunidad de investigadores en educación científica y no la hay. Los futuros docentes de ciencias deben educarse a través de la investigación”.

Obtuvo una beca para irse a Francia y hacer un doctorado en Investigación en Didáctica de las Ciencias. Estudió en las universidades de París VII y París XI. Su proyecto, que consistía en una investigación de educación científica en escuelas francesas y uruguayas, fue declarado de interés universal por la Unesco. “Acá estaba la dictadura y era imposible entrar a los liceos y escuelas. Comencé a desarrollar mi investigación en la sede de la Unesco en Montevideo [años después Beatriz formaría parte del organismo]. Mientras hacía los cursos teóricos, integraba el laboratorio de investigación y formación de profesores en didáctica de la ciencia. “Mi cabeza hizo ‘pluf’, se abrió completamente. Estando allí me di cuenta de que era posible interactuar entre los que investigan, los que están en las clases y los que forman. Y lo sigo diciendo hasta el día de hoy; son tres vértices y es necesario cerrar el triángulo. No podemos seguir investigando cosas que no tienen nada que ver con lo que los profesores viven en las clases, porque es allí donde se juegan los aprendizajes. Y el motivo por el que los chicos no aprenden no puede saberlo únicamente el docente”, me dice y me permito tomarme algunos segundos antes de volver a preguntar.

Beatriz entiende que es necesario que los educadores se formen donde hay producción de conocimiento, uno que sirva para mejorar la calidad de los aprendizajes. “Nadie concibe que un médico se forme en un lugar donde no hay producción de conocimiento pero nos parece lo más normal que así se formen los educadores. Tenemos un problema y es que los chicos no aprenden lo que quisiéramos que aprendieran. Por eso es tan importante investigar, pero investigar lo que sucede en el aula para facilitarles la tarea a los docentes. No se trata de que uno investigue y los docentes apliquen, se trata de un trabajo conjunto. La idea no es que los docentes sean consumidores de investigación. Si bien hubo cambios importantes en el diseño curricular actual de Secundaria [asegura que está actualizado desde el punto de vista de las tendencias didácticas actuales], los profesores deben formarse donde haya producción de conocimiento. Es necesario que cambien sus rutinas pedagógicas y para eso hay que ofrecerles espaciosos de discusión y trabajo. Es formar a través de la investigación y esto no quiere decir agregar una asignatura que se llame metodología de investigación. A investigar se aprende investigando, no con asignaturas”.

Experiencia internacional
Entró a la Unesco mediante un concurso abierto como especialista en educación científica. Pensaba que era un buen instrumento para trabajar por la equidad educativa y la justicia social y, aunque no habla de éxitos, asegura que la experiencia le permitió conocer la región de América Latina en profundidad. “Estuve en la sede de la Unesco en Santiago de Chile por muchos años y allí conocí distintas realidades, personas con diferentes modos de ver la vida, y eso me hizo cambiar mi propia manera de pensar. Me movilizó internamente y me permitió ir creciendo”. Su campo de conocimiento se fue abriendo, y su preocupación por la educación científica se transformó en el interrogante: de cómo lograr una educación para todos. Conversamos sobre la importancia del intercambio académico (me cuenta que sigue conectada con colegas de varios países para dialogar sobre temas que le preocupan), el valor de la educación científica y algunas de sus experiencias como especialista en la materia. Le pregunto si alguna vez se frustró y asiente con la cabeza. “Me acuerdo de una vez que fui como especialista en educación de Unesco a ayudar a un gobierno de un país [prefiere mantener en reserva su nombre], con enormes dificultades de subdesarrollo, a modificar la Secundaria. Y me frustré porque llegué, conocí esa realidad y la verdad no sabía qué decirles. Todo era tan impactante que no sabía por dónde empezar. El director de Secundaria, con quien yo trabajaba, acababa de perder a su esposa porque al salir del banco le habían pegado tres tiros. El ministro de ese momento me dijo: ‘Yo lo que quiero es una enseñanza Secundaria para una elite, porque necesito unos pocos que se puedan formar a alto nivel para que después puedan transformar esto’. Y yo, que estaba bajo el paraguas de una educación para todos, sentí una gran impotencia por no saber cómo contribuir eficazmente”.


“Siempre supe que iba a volver. Nunca tuve la idea de hacer carrera en el exterior. Nosotros hicimos una filosofía de vida. Estábamos fuera de Uruguay por trabajo, pero teníamos nuestra vida acá. Nunca faltamos al nacimiento de un nieto, ni a un cumpleaños ni a un bautismo. Algunas veces vivíamos arriba de un avión”

Ir y volver e ir
Se casó con un mercedario y en su compañía recorrió el mundo. Hoy, después de vivir en el exterior 17 años, asegura que le encanta Montevideo y compartir asados en familia. “Me gusta Montevideo. Creo que nos cuesta encontrar los encantos de la ciudad, el que vive afuera aprende a redescubrirla. Y me encanta estar con mis hijos, mi esposo, mi hermano y su familia, y mis seis nietos correteando…, que me llenan de alegría. Solemos compartir los almuerzos de los fines de semana y se nos va el día conversando. Me jubilé en 2012 en la Unidad de Investigación y Prospectiva en Educación de la Unesco en París y desde ese momento vivo en Uruguay, pero cuando trabajaba era de tener la maleta pronta. Siempre supe que iba a volver. Nunca tuve la idea de hacer carrera en el exterior. Nosotros hicimos una filosofía de vida. Estábamos fuera de Uruguay por trabajo pero teníamos nuestra vida acá. Nunca faltamos al nacimiento de un nieto, ni a un cumpleaños ni a un bautismo.

Algunas veces vivíamos arriba de un avión. Si yo pude hacer toda esta carrera que me hizo viajar por el mundo entero y estar durante mucho tiempo fuera, fue gracias a mi familia”. Hoy, ya jubilada, trabaja como coordinadora de “un proyecto modelo” que se está realizando entre todas las agencias de la ONU y el gobierno uruguayo vinculado a la educación. Además, de alguna manera continúa ejerciendo la docencia, ya que hace tutorías para estudiantes que cursan estudios de posgrado. Sigo recorriendo su hoja de vida y mientras lo hago volvemos a hablar de educación y de cómo el fracaso escolar puede transformarse en un fracaso social.

“Hoy sentimos que ya no podemos caminar tranquilos por las calles de Montevideo. Eso se debe a la existencia de grupos que han sido marginados, resentidos sociales, pues sienten que no hay un lugar para ellos. El sistema educativo los expulsó y solo encuentran el camino de la violencia para vivir, hacen de ella su modo de vida. Si la educación sigue expulsando niños, adolescentes y jóvenes, la sociedad se va fraccionando cada vez más. Por supuesto que no podemos ser ingenuos en pensar que la educación es la única y sola responsable de la inseguridad, pero un pueblo educado tiende a tejer puentes para incluir a los excluidos y encuentra algunos mecanismos para frenar la delincuencia y la inseguridad. Si la sensación que se percibe es que da lo mismo estudiar a no estudiar, donde la misma sociedad ha invertido los valores, haciendo pensar que lo importante es ganar dinero con el menor esfuerzo posible, me parece que hemos perdido los rasgos más típicos de la sociedad uruguaya y las consecuencias están a la vista. Hay que restituir los valores que nos caracterizaron: la solidaridad, la tolerancia, el respeto por los demás y por la diversidad.

Tenemos como sociedad un compromiso de hacer que la educación sea para todos, sin dejar a nadie en el camino. El problema es ver cómo hacerlo, y para lograr esos cambios se requieren grandes consensos, compromisos, que permitan comprender que las políticas educativas son políticas de Estado”.


“No podemos seguir investigando cosas que no tienen nada que ver con lo que los profesores viven en las clases, porque es allí donde se juegan los aprendizajes. Y el motivo por el que los chicos no aprenden no puede saberlo únicamente el docente”

En la interna

“El mundo de la educación tiene que terminar con sus fronteras y salir a ver lo que pasa afuera. Entrar y salir. Pero siempre con los educadores, que son quienes saben guiar y promover el proceso de construcción del conocimiento”, dice Beatriz y le pregunto:

¿Hay gente capacitada en Uruguay para formar a los educadores?
Hay gente capacitada, y muy buena. En Uruguay se discutió la creación de la Universidad en Educación, pienso y tengo la esperanza de que si se crea esta Universidad va a existir la posibilidad de cambiar la concepción de la formación de profesores, y creo que eso Uruguay lo necesita. En este momento, el IPA sigue reproduciendo la cultura de Secundaria, y los institutos normales siguen reproduciendo la cultura de la escuela. Y nosotros no podemos seguir reproduciendo, la reproducción hay que romperla. Hay que innovar; hay que producir conocimiento y cambiar.

Pero para producir conocimiento hay que generar motivación docente y la motivación también se vincula con el salario que perciben…
Sin dudas la profesión docente debe ser reconocida como tal. Esto implica una formación inicial adecuada, una visión sistémica, una formación continua, una carrera docente distinta (que no se pase de grado solo por antigüedad). La formación de los docentes es un deber y un derecho.Tenemos el derecho de poder seguir formándonos y para eso tienen que existir ofertas de formación. ¿Por qué en Finlandia los mejores egresados de bachillerato son los que van a la carrera docente? Porque es una carrera atractiva, no solo por los salarios. Nosotros tenemos que lograr darle a la profesión docente la valoración que se merece, esa valoración que tuvo en un momento y que se fue perdiendo. Hay que volver a creer en la educación pública uruguaya, porque, si no creemos, no cambiamos. Solo con decir que está mal no hacemos nada.

¿Entiende que el sistema educativo está en crisis o es una sensación térmica, como dicen algunos?
Hay quienes dicen que las crisis son buenas, que son de alguna manera la apertura a cosas nuevas. Yo no diría que estamos viviendo una crisis. No más ni menos que años anteriores o lo que se ve a nivel internacional. Lo que sucedes es que hay una mayor conciencia de la importancia de la educación. Eso ocurre porque todo el mundo se da cuenta de que necesita que sus hijos tengan una educación que los habilite a hacer algo el día de mañana. Entonces la exigencia a la educación es mayor y eso le impone cosas a la educación. Hoy la educación no es para una elite, es para todos… Hemos tenido grandes avances y eso no lo podemos olvidar. Se democratizó. Y la educación media tiene que reencontrar su identidad…

Pero, ¿no se está demorando en reencontrarse?
Si, esto viene hace muchos años. Pero hay que saber que los cambios que pasan afuera son más rápidos que los que pasan dentro de las fronteras de la educación. Para ver los frutos de los cambios en la educación hay que esperar. Tenemos que encontrar que el centro educativo los atraiga, los motive. Tienen que volver a sentir el gusto por aprender. Eso se perdió y hay que recuperarlo.

¿Encuentra diferencias entre la educación pública y privada en Uruguay?
Fui docente y concurrí a ambas. No sé si hay grandes diferencias en los resultados. Yo creo que no hay que contraponerlas. Hay que resaltar que importa mucho el tiempo de aprendizaje, diario y a lo largo del año. Ahí hay una desventaja con la educación pública. Cuatro horas por día es insuficiente. Están las escuelas de tiempo completo y de tiempo extendido, aunque también hay que entender que no es más tiempo para hacer lo mismo sino para diversificar estrategias. El ausentismo de profesores y de estudiantes juega en contra de la calidad de los aprendizajes y en ese aspecto hay una diferencia real entre educación pública y privada. Y es muy importante un fuerte proyecto que involucre a todo el centro educativo y a las familias, todos deben estar involucrados. Eso también hace la diferencia.

¿Usted mandó a sus hijos a educación pública o privada?
Mis hijos fueron y mis nietos van al Liceo Francés. Mis hijos fueron cuando acá estábamos en dictadura. Este liceo seguía basándose en conceptos como la libertad, igualdad y fraternidad, y era una forma de resguardarlos de lo uniforme que se quería imponer en los liceos y escuelas públicas. Además, se les enseña a pensar con libertad, a razonar y a poner en diálogo los distintos saberes respetando siempre el pluralismo. La cultura francesa forma parte de nuestra familia.

Desde los cimientos

¿Habría que rever conceptos como el de la repetición?
Mundialmente se están reviendo. Hay dos bibliotecas muy claras sobre este tema. Hay filósofos y sociólogos que están en contra de la repetición porque dicen que el alumno se siente señalado y porque va a repetir exactamente lo mismo en lo que ya falló una vez. Yo creo en la importancia de tener estrategias para que los alumnos que tienen distintos ritmos de aprendizaje puedan aprender. Tal vez tengan que ser distintos los ciclos. Tampoco podemos dejar que los chiquilines pasen si no aprendieron. La repetición depende de las estrategias que se pongan para apoyar al estudiante en su aprendizaje. Hay que saber buscar mecanismos alternativos para que cada alumno aprenda a su ritmo.

¿Cuán importante son las mejoras edilicias desde el punto de vista pedagógico?
Creo que es importante que los chicos vayan a lugares adecuados y que tengan los recursos necesarios para aprender. Lo que no me parece es que la problemática educativa se centre en los ladrillos. Debe centrarse en lo sustantivo y eso es cómo lograr que todos aprendan. Cómo lograr calidad con equidad. Si un centro tiene una infraestructura adecuada, el chico se siente más atraído. Pero lo más importante es la pertenencia. Hay escuelas que son muy sencillas y logran cosas muy buenas porque tienen ese proyecto, ese calor donde el alumno se siente cómodo. Hay que intentar que esos años por esa educación media le den la posibilidad al estudiante de formar su propio proyecto de vida.

¿Y en eso está fallando Secundaria?
Eso es una de las cosas más difíciles de lograr. Creo que Secundaria en este momento tiene muchas dificultades, tiene mucha gente y no se ha podido adaptar a lo que esos adolescentes y jóvenes requieren. Yo integré el Codicen de este país en otro período de gobierno (1990-1995) y hay muchas cosas que uno técnicamente quiere hacer y no puede. Por eso es que no me gusta opinar porque sé lo difícil que es estar en la gestión de la educación. Y sé que algunas veces las buenas ideas quedan abortadas por otras razones que son independientes. Hay que ser prudentes. Está bien que todo el mundo hable de la necesidad de educar pero deben dejar que hablen sobre lo que hay que hacer en educación los que saben de educación. Todo el mundo cree tener la solución. Lo que es importante es que lo que hagamos en educación lo hagamos convencidos de que es lo mejor para el país. Es verdad que hay dificultades, pero no podemos olvidar lo que se ha avanzado. Antes, el 50% de los chiquilines estaba fuera de la escuela, hoy está adentro y eso es un éxito del país. Estoy convencida de que vamos a llegar a una educación de calidad con equidad. Vamos camino a eso y estoy segura de que lo vamos a lograr.

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