A Mario Bergara no les gusta hablar de "ajuste fiscal", porque "da la idea de un ajuste brusco, como hemos tenido cada vez que hubo crisis o shocks externos negativos". El presidente del Banco Central (BCU) prefiere hablar de "adecuación". En ese sentido, sostiene que el gobierno actúa con "responsabilidad" al realizar el ajuste para reducir el déficit fiscal en 1% del PIB en un momento como el actual, en que "hubiera sido más fácil desde el punto de vista político no hacerlo, pero hubiera alimentado una bomba de tiempo".
Sin embargo, el jerarca reconoce que las autoridades no pueden asegurarle un final a la historia. "Siempre estas cosas (por un nuevo ajuste fiscal) están condicionadas por el proceso de crecimiento de la economía. Si la economía vuelve a crecer a tasas decentes, quizás esta adecuación sea suficiente y se puedan reordenar estas piezas", dijo ayer en entrevista con El Observador TV.
"Si el mundo cae de manera más rápida, si la región se complica de manera significativa y Uruguay en lugar de comenzar a crecer más comienza a caer, eso va a generar complicaciones", sostuvo, aunque aseguró que ese escenario no es el más probable que espera el gobierno, ni los analistas privados, ni los observadores del exterior.
"El pronóstico es que el mundo no va a ayudar demasiado a pesar de que la demanda china se sostenga, la región parece entrar en una zona un poquitito más estable y la perspectiva de Uruguay es de comenzar a crecer, no a tasas demasiado significativas pero a tasas más decentes", afirmó.
La última proyección manejada públicamente por los técnicos del Ministerio de Economía (MEF) prevé que la economía pase de crecer 1% el año pasado a 0,5% en 2016, retomando una tasa de 1% el año próximo.
Bergara sostuvo que no se puede hablar de un "ajuste brusco" de las cuentas públicas porque la magnitud de la corrección fiscal que busca el gobierno a través de la Rendición de Cuentas –en estudio por el Parlamento– no se compara con experiencias pasadas. Según dijo, si se toma "el más chico" de los ajustes que tuvieron lugar en 1990, 1994 y 2002, "sería el doble o el triple de lo que se está planteando hoy".
Y se preguntó: "¿Por qué se tuvo que llegar a ajustes de 3%, 4%, 5% del PIB en el pasado? Porque no se actuó responsablemente a tiempo. Ahora esta adecuación, que no llega al 1% del PIB, se hace a tiempo por una cuestión de responsabilidad".
El presidente del BCU cargó contra la oposición y los analistas que sostienen que las autoridades gastaron "en exceso" durante la última década y que el ajuste de las cuentas públicas era evitable de haberse moderado a tiempo esa tendencia.
Según Bergara, cuando el Frente Amplio asumió el poder había "una deuda social enorme". Con una pobreza en 40%, una indigencia en 5% y una caída del salario real de 20% respecto al período precrisis, "estábamos en una crisis profundísima en el terreno económico, en el terreno productivo, en el terreno social".
Para el jerarca –que también fue ministro de Economía y subsecretario de esa cartera durante las anteriores administraciones del Frente Amplio–, esa deuda todavía no fue saldada.
"Si bien se ha bajado enormemente la pobreza y la indigencia, igual hay mucha vulnerabilidad social, hay gente que está ahí nomás de la pobreza", dijo.
En ese sentido, dijo que discrepa con "la lógica de la década perdida" y que "si no hubiera aceptación de que Uruguay tiene una sólida base para el funcionamiento económico, no tendríamos los resultados que tenemos en la colocación de títulos ni el flujo de inversiones que hemos tenido –y que, afortunadamente, seguimos teniendo– en el terreno productivo".
Además, entiende que el Frente Amplio sí ahorró durante el período de bonanza. "Pasar de una deuda neta de 75% del PIB a 25%, es ahorro. Pasar de tener cero reservas internacionales a casi 30% del PIB, es ahorro. Además, el sector privado también ahorró. El fondo de pensiones está en 20% del PIB", apuntó.
El presidente del Banco Central, Mario Bergara, habló también sobre transparencia fiscal y el fin del secreto bancario. Dijo que el próximo paso es identificar a los beneficiarios finales de las sociedades anónimas porque de 27 mil entidades, 5.500 tienen otras sociedades como accionistas.
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