Es un lugar para hacer negocios y uno de los paseo más atractivos que tienen los montevideanos a lo largo de un año. Pero, sobre todo, la Expo Prado es el lugar donde se exhibe lo mejor de la genética uruguaya, que es el fruto del trabajo de los uruguayos a lo largo de los años.
Hemos escuchado en muchas ocasiones que la genética es una inversión a futuro, que no se puede apurar. Y es cierto. Diego Gimeno, reconocido genetista y profesor de Mejoramiento genético en la Universidad de la República (Udelar) y la Universidad de la Empresa (UDE), nos recordó que la raza Corriedale afinó el vellón tres micras en una década.
Es mucho lo que la cabaña nacional ha hecho –hace y hará– para mejorar la genética del rodeo vacuno y la majada. Es difícil precisar sin equivocarse cuándo comenzó el último proceso, pero si miramos para atrás podemos situar en fines de la década de 1980 y comienzos de la siguiente la aparición de los DEP (Diferencia Esperada de Progenie), una herramienta que posee Uruguay y de la que debe sentirse orgulloso porque hay países o zonas importantes –no muy lejanas– donde no existe.
De los últimos logros podríamos destacar dos. Por un lado, el proyecto de eficiencia de conversión que impulsa la Sociedad de Criadores de Hereford del Uruguay (SCHU) en Kiyú, que busca determinar la diferencia entre lo que come un animal y lo que gana de peso.
Un tiempo atrás, la Hereford también había avanzado en el camino del mejoramiento genético al incorporar el índice de Cría, que mide el peso de la vaca, la fertilidad y el peso al destete.
Respecto a los DEP, el presidente de la Sociedad de Criadores de Angus del Uruguay (SCAU), Lucas Gremminger, nos remarcó que la evaluación genética de la raza tuvo sus comienzos hace 26 años con una prueba de 30 toros por año en la estación Mario Cassinoni de Paysandú, donde se medía pesos al nacer, al destete y a los 18 meses, más la habilidad lechera.
Luego se desarrolló el SER (Servicio de Evaluación de Reproductores) y entonces se agregó la medición de la circunferencia escrotal y el peso adulto. "Lo importante es que la herramienta funciona, y funciona muy bien. Hemos mejorado las características deseadas sin modificar las no deseadas", remarcó Gremminger.
Y agregó que "el valor más grande de la herramienta (de las mediciones genéticas) es el manejo de la información poblacional" que, en el caso del Angus, es de unos 80 mil animales.
En ovinos, se pueden resaltar los proyectos de afinamiento de lana y el trabajo con marcadores moleculares. En el primer caso, el Consorcio Regional de Innovación de Lana Ultrafina (Crilu), que llegó a ofrecer a la industria textil un vellón de 14,5 micras para peinar, recibió ayer un premio a la innovación en Santiago de Chile.
Y está el trabajo desarrollado por un grupo de investigadores para conseguir marcadores moleculares para parásitos gastrointestinales.
Estos y otros logros de la genética uruguaya son fruto de la unión de la investigación y la producción. Hay horas de estudio, de trabajo, y millones de dólares invertidos en un negocio que le ha dado a Uruguay un prestigio internacional que beneficia a todos. Porque el resultado es carne vacuna, carne ovina y lana de calidad para los mercados más exigentes.Inicio de sesión
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