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Blancos y colorados: de los golpes de campaña a ir juntos al estadio de Peñarol

Los líderes opositores saben que se necesitan para 2019 y evitan la confrontación
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09 de mayo de 2016 a las 05:00

Poco en común, al menos si se habla de política o fútbol, parecen tener Pedro Bordaberry y Jorge Larrañaga. Bordaberry, senador y excandidato presidencial colorado, es un conocido hincha de Wanderers. Larrañaga, también senador y excandidato, es blanco como hueso de bagual y gran hincha de Nacional. Sin embargo, esas diferencias quedaron de lado una noche de marzo, cuando ambos decidieron ir juntos al fútbol. No fueron a ver a la selección uruguaya sino a Peñarol, que el lunes 28 de marzo inauguró su estadio contra River Plate de Argentina.

Pese a la condición de bolso de Larrañaga, que se encargó de dejar bien claro en los pasillos del Campeón del Siglo, Bordaberry lo convenció de asistir al evento, al que también concurrió el presidente Tabaré Vázquez, hincha de Progreso.

En el camino, mientras miles de automovilistas buscaban superar los congestionamientos del tránsito en los accesos al Campeón del Siglo, se cruzaron y saludaron con el senador de Todos Álvaro Delgado, uno de los dirigentes más cercanos a Luis Lacalle Pou.

La anécdota no es más que eso, pero también puede trasladarse a la política y refleja una buena relación entre dirigentes blancos y colorados que, por el momento, buscan cultivar para evitar repetir un error del pasado: duros enfrentamientos que complican una alianza electoral pensando en un balotaje.

La imagen de los principales dirigentes opositores presentando la denuncia por presuntas irregularidades en ANCAP es, más allá de las críticas estéticas o de oportunidad, un reflejo de lo que están buscando en la oposición. Las denuncias fueron separadas porque tenían matices y apuntaban, en algunos casos, a aspectos diferentes de la gestión de ANCAP, pero en el tema de fondo (denunciar irregularidades y eventuales delitos en la gestión del actual vicepresidente Raúl Sendic) estuvieron todos juntos.

Hay otros casos donde el gesto no está en lo que sucede, sino en lo que se evita. Algunos dirigentes colorados, por ejemplo, destacaron al ser consultados por El Observador que Bordaberry pudo haber sacado partido y pasar viejas cuentas cuando Larrañaga planteó endurecer las penas a los jóvenes. "Pedro pudo haberle pegado con eso y no lo hizo", dijeron las fuentes.

Larrañaga se opuso a la idea de bajar la edad de imputabilidad que se sometió a plebiscito en 2014, una propuesta impulsada desde el inicio por Bordaberry que finalmente no logró ser aprobada.

Fuentes de los dos partidos tradicionales aseguraron que si bien los grupos políticos deben mantener sus posturas propias en los diferentes temas, no es conveniente llegar a niveles de enfrentamiento que luego dificulten alcanzar acuerdos electorales, como pasó, por ejemplo, en el año 2014.

En aquella oportunidad, Bordaberry marcó diferencias, por caso, cuando Lacalle Pou habló de aplicar más penas alternativas a la prisión. El líder colorado lo acuso de proponer liberar presos como en el proyecto de descongestionamiento planteado por José Díaz, el primer ministro del Interior del primer gobierno de Tabaré Vázquez.

El principal choque en la campaña fue cuando Lacalle Pou llamó al candidato a la vicepresidencia colorada, Germán Coutinho, para pedirle que cesara sus críticas y los colorados hablaron de un intento de "extorsión", pues señalaban que Lacalle Pou había propuesto a cambio que sus ediles votaran un proyecto necesario para el gobierno de Salto. El candidato blanco negó ese extremo y todo derivó en una reunión privada entre los dos postulantes. Luego vino el abrazo en la noche de las elecciones, pero las heridas no habían cerrado.

Dos años después, los principales dirigentes de los dos partidos pretenden que la historia no se repita. No hay un acuerdo explícito y en alguna oportunidad los líderes han chocado por temas puntuales en el Senado. Pero son conscientes de que un resquebrajamiento en la relación puede nuevamente afectar un vínculo necesario a la hora de enfrentar al oficialismo, que sigue siendo mayoría.

Lacalle Pou, en particular, confía en que la próxima elección puede ser su oportunidad: aunque aún es pronto, algunas encuestas lo muestran muy bien posicionado. En marzo, por ejemplo, un trabajo de Equipos lo ubicó primero en las preferencias como candidato presidencial. Esa encuesta pidió a los consultados que digan su candidato preferido de forma espontánea, y Lacalle Pou tuvo 19% de apoyo, seguido de José Mujica (8%), Pedro Bordaberry (4%) y Daniel Martínez (4%), Jorge Larrañaga (3%) y Raúl Sendic (3%). También están confiados los allegados a Larrañaga. Lo cierto es que todos saben que sin el respaldo de toda la oposición, la tarea será más complicada aún.




"La ciudadanía quiere cambios"

El senador del Partido Independiente, Pablo Mieres, busca crear un acuerdo con sectores que hoy están en el Frente Amplio, el Partido Nacional y el Partido Colorado, para presentar una nueva opción electoral que pelee con chance la Presidencia de la República.

"Va a haber cambios, la ciudadanía quiere cambios y las encuestas lo muestran. En este país tan estable desde el punto de vista electoral, es un período de movimientos, en el electorado y en los partidos", dijo Mieres a El Observador en abril.


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