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Bombardear a Corea del Norte no es una opción aceptable

Las mejores estrategias para lidiar con Pionyang son las económicas y las diplomáticas, no las militares
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26 de marzo de 2017 a las 05:00
Los dos bandos son como trenes de alta velocidad aproximándose el uno al otro sin que ninguno de los dos esté dispuesto a ceder la vía".

Así fue como Wang Yi, el ministro chino de Relaciones Exteriores, describió la tensión entre EEUU y Corea del Norte. El hecho de que los conductores de los dos trenes sean Kim Jong-un y Donald Trump no tranquilizará a quienes sean de naturaleza nerviosa.

El fin de semana pasado, el 'tren' estadounidense señaló un cambio de rumbo cuando Rex Tillerson anunció que la era de la "paciencia estratégica" de EEUU en relación con Corea del Norte había terminado.

El secretario de Estado estadounidense hizo hincapié en que EEUU está considerando todas las opciones, incluyendo los ataques militares.

La declaración de Tillerson refleja un consenso bipartidista en EEUU con respecto a que se deben detener las ambiciones nucleares de Corea del Norte.
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Es ampliamente aceptado que el régimen de Kim Jong-un se está acercando al desarrollo de un misil balístico intercontinental (ICBM, por sus siglas en inglés) que pudiera amenazar la costa oeste de EEUU.

En Washington existe una opinión generalizada de que ningún presidente podría tolerar tal situación. La implicación de la declaración de Tillerson es que si EEUU no puede detener a Corea del Norte a través de presiones diplomáticas ni económicas, tendrá que tomar medidas militares.

Pero la idea de bombardear el programa nuclear norcoreano es una peligrosa insensatez. Durante los últimos 20 años, EEUU ha repetidamente considerado la idea y repetidamente la ha rechazado, por buenas razones.

Los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte están muy dispersos, incluyendo bajo tierra y bajo agua. Es improbable que se pueda destruir todo el programa en una sola ola de ataques, lo cual inmediatamente aumentaría la posibilidad de una represalia nuclear.

Incluso si EEUU milagrosamente fuera capaz de arrasar con todo el programa nuclear de una sola vez, los norcoreanos todavía cuentan con una formidable artillería convencional.

Ellos pudieran lanzar devastadores bombardeos dirigidos a Seúl, la capital de Corea del Sur, una ciudad de 10 millones de habitantes a 55 kilómetros de la frontera de Corea del Norte. Japón también sería vulnerable a los ataques con misiles, al igual que lo serían las bases estadounidenses en la región.

Por esa razón, es poco probable que EEUU cuente con el apoyo de sus principales aliados asiáticos si realiza un ataque preventivo contra Corea del Norte.

Tokio y Seúl saben que una guerra en la península de Corea pudiera costar más de un millón de vidas. También pudiera involucrar a China, el cual es tanto un vecino fronterizo como un aliado formal de Corea del Norte. Vale la pena recordar que la última vez que las tropas estadounidenses y las chinas combatieron entre sí fue en la península coreana durante la década de 1950.

Por lo tanto, es necesario objetar la idea de que EEUU "no puede tolerar" un ICBM nuclear norcoreano. Desde la década de 1960, EEUU ha vivido con el conocimiento de que Rusia tiene misiles nucleares que pudieran aniquilar la mayor parte del país.

En la actualidad, EEUU y sus aliados tienen que vivir con el conocimiento de que Pakistán — un país que es la base de algunos de los movimientos islamistas más peligrosos del mundo — está produciendo armas nucleares.

Algunos argumentan que el caso de Corea del Norte es diferente porque Kim Jong-un está "loco". Pero las afirmaciones de que un líder extranjero está loco son una certera señal de una descuidada manera de pensar, del tipo que condujo al Occidente a los desastres en Irak y en Libia.

El Sr. Kim es perverso, despiadado y aislado. Pero existe un tema consistente que permea sus acciones, y se trata de una determinación absoluta de asegurar la supervivencia de su régimen.

Es esto lo que explica el asesinato de posibles rivales, el impulso incesante por asegurar una fuerza disuasiva nuclear y la disposición a imponer privaciones económicas a su pueblo.

Dado que la supervivencia es la prioridad absoluta del líder norcoreano, debe existir una considerable duda acerca de que incluso sanciones económicas intensificadas puedan persuadirlo a abandonar su programa nuclear.

De hecho, la amenaza del colapso del régimen pudiera volver a Corea del Norte aún más peligrosa.
Nada de eso sugiere que EEUU debiera aceptar de manera fatalista que Corea del Norte adquirirá una capacidad nuclear que pudiera amenazar a California.

Pero las mejores estrategias para lidiar con esa amenaza son diplomáticas y económicas, no militares.
La administración de Trump piensa que China es la pieza clave para lidiar con Corea del Norte.


Definitivamente es cierto que el régimen de Pionyang depende económicamente de su vecino del norte. Los chinos también han recientemente mostrado cierta inclinación en pro de endurecer las sanciones económicas dirigidas a Corea del Norte mediante la detención de las importaciones de carbón.

Pudiera tener sentido aplicar presión económica sobre Corea del Norte a corto plazo. Pero la mejor ruta, a largo plazo, sería buscar un acuerdo que congelara el programa nuclear del país a cambio de asistencia económica y una garantía de que EEUU no intentará derrocar al régimen.

Esto es lo que John Delury, un destacado especialista académico en materia de Corea del Norte, ha calificado como una "gran negociación".

Cualquier contacto diplomático con el régimen norcoreano tendría que hacerse en secreto, inicialmente, y pudiera involucrar el solicitar el apoyo chino. Los esfuerzos para lograr una "gran negociación" con el régimen del Sr. Kim aun así pudieran fracasar.

Pero si la diplomacia falla, la alternativa correcta no es iniciar una guerra. EEUU sólo tendría que vivir con la amenaza de las armas nucleares de Corea del Norte, de la misma manera en la que ha vivido con amenazas similares en el pasado.

De lo contrario, es posible que, de hecho, nos estemos dirigiendo hacia un mortal choque de trenes.

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