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Cultura empresarial: pensar hacia adentro

En la última edición del festival El Ojo de Iberoamérica, en Seisgrados tuvimos la oportunidad de escuchar al portugués Miguel Simões, socio y CEO de la agencia Lola MullenLowe (España), quien brindó una de las conferencias más interesantes del festival
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22 de diciembre de 2016 a las 05:00

Por Cecilia Besenzoni

Miguel Simões fue presidente de Leo Burnett y Arc Worldwide en Portugal y, posteriormente, estuvo a la cabeza de Publicis Groupe. Desde hace cinco años forma parte de Lola MullenLowe, agencia que cuenta con oficinas en Lisboa, Madrid y Barcelona. A lo largo de su trayectoria se ha consagrado como un ejecutivo experto en acelerar el crecimiento de los negocios. Su experiencia, estrategia e innovación le han permitido alcanzar resultados contundentes y profundizar su enfoque en pos de generar rentabilidad y reputación para agencias y clientes.

En su conferencia, denominada "Puertas, problemas y perros: cómo la cultura impacta en los negocios", Simões abordó la importancia de la cultura empresarial partiendo de la siguiente interrogante: ¿qué es lo que une a un grupo de personas para dar lo mejor de sí cuando están trabajando juntas? La respuesta es clara: una cultura empresarial fuerte, ya que esta atrae mejores talentos y refuerza la continuidad del negocio, con lo que se logra superar cualquier crisis o problema. La cultura está por encima de todo, sin importar el rubro al que se dedique la empresa.

Cifras

Solo el 13% de los empleados a escala global dice estar comprometido con su trabajo. El 96% dice que su empresa necesita un cambio cultural. El 63% asume no estar comprometido y el 24% dice no estarlo en lo absoluto. Pero el dato interesante es que un nuevo candidato a un puesto estaría dispuesto a aceptar el 8% menos de su sueldo solo por lo atractiva que le resulte la cultura de la empresa. Simões plantea que hay una oportunidad real: "Una cultura fuerte alineada con una política de contratación coherente puede crear lugares de trabajo envidiables y atraer cada vez mejor talento". Empleados más felices, más productivos y más proactivos ayudan a construir una mayor reputación.

Lo que no es cultura

La estrategia no es cultura. La suma de la estrategia más la cultura son los pilares para conseguir logros: podemos tener una estrategia fantástica en marcha, pero si no tenemos un ecosistema que permita implementarla, se cae, ya que la falta de cultura pesa sobre la estrategia. Es importante entonces establecer líderes fuertes que enmarquen la pauta y que empoderen a otros. Esto permite crear mejores relaciones, tanto con los empleados como con los clientes. Tradiciones y beneficios no son cultura. Contribuyen a ella, pero son rituales. Un workshop, un after office, que haya fruta, café y agua en la cocina o que se recompensen horas trabajadas por días libres son tradiciones positivas que tienen un efecto muy bueno en la moral de las personas, pero no son cultura. La reputación de la empresa tampoco lo es. La reputación es externa, mientras que la cultura es interna, es el alma. Una buena cultura contribuye a una buena reputación.

¿Qué es cultura?

Valores. Los valores son los pilares centrales de la cultura. Estos nunca pueden ser subestimados porque forman y lideran los comportamientos de todos. Tienen que ser claros, eternos, fáciles de decir e inmutables. Ellos son los que informan el comportamiento deseado, son el primer paso para luego implementar la estrategia.

Simões plantea que la cultura debe estar en las prioridades de los fundadores de una empresa, si ellos no la generan, la empresa no crece (hay que ser el mejor ejemplo para los empleados). Los líderes son los que empiezan: "Una cultura fuerte no puede darse si no se genera, impulsa y mantiene desde el management", dice el publicista.

El comportamiento de la gente es otro de los elementos y no debe ser un criterio secundario, sino el único criterio. "La forma de hacer las cosas, de abordar y resolver los problemas y cómo la gente actúa y reacciona es lo que realmente importa", señala Simões, que refuerza el concepto agregando: "Deberíamos contratar gente, promocionar, disciplinar, recompensar e incluso despedir en función de la afinidad con los valores de la empresa". Para él, es necesario que la gente sienta total claridad. El mayor problema de comunicación es creer que ya se ha hablado.

En conclusión, las empresas con una cultura fuerte la utilizan como ventaja competitiva. Es una herramienta de productividad y, por consiguiente, debe ser una herramienta de generación de competitividad. Hay que invertir en ella. La gente siente que las empresas no valoran la cultura y por eso no se comprometen.

Para implementar

• Hacer calar los valores en el equipo directivo.

• Conducir a los empleados a esos valores.

• Escribirlos y que sean accesibles a todos.

• Hacer referencia a ellos con frecuencia.

• Dejárselos claros a los clientes.

• Vivirlos.

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