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Cachemira sueña con situarse en el mapa del esquí mundial

India espera que el valle se abra al mundo
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02 de abril de 2017 a las 05:00
Con su capa de nieve y sus montañas casi vírgenes, el pueblo de Gulmarg, en la India, sueña con poder albergar competencias internacionales de esquí, pero las patrullas indias fuertemente armadas recuerdan que Cachemira, en el centro de un conflicto entre dos potencias nucleares, es un territorio donde los sueños a menudo no se cumplen.

Situado en la corona de montañas que preside el valle de la Cachemira controlada por la India, Gulmarg está muy cerca de la línea fronteriza con Pakistán, altamente militarizada. Desde la división de 1947, los dos hermanos enemigos están enfrentados por el control de esta zona del Himalaya de gran belleza natural.

"Es un paraíso, pero poca gente disfruta de él, por el miedo que tienen de venir a Cachemira", lamenta Joe Dhillon, responsable de la escuela de esquí local. Gulmarg es la única estación de esquí de la zona. Su telecabina es una de las más altas del mundo, permitiendo lanzarse por una ladera a casi 4.100 metros de altitud, por su larga y única pista, donde los esquiadores no son muy numerosos.

En la parte baja, el campo de golf se convierte en invierno en una pista para debutantes. Jóvenes mujeres cubiertas con un velo intentan aprender y hay vendedores de barritas de chocolate, tabaco o té, que dan grandes gritos para intentar captar la atención de los visitantes.

Con su mirada atenta, con una claridad característica de este pueblo acostumbrado a las condiciones hostiles, G. M. Dar mira por la ventana de su oficina la capa de nieve que cubre el campo de golf.
"Mi sueño es que este lugar aparezca en el mapa mundial como un destino importante para el esquí", afirma con emoción este empleado de la oficina de turismo, que trabaja en Gulmarg desde hace 42 años.
A pesar del desarrollo de las infraestructuras –principalmente dos telecabinas y una telesilla–, este antiguo asentamiento de colonos británicos, con unos cuantos hoteles, está muy lejos de las estaciones lujosas de los Alpes o de las Montañas Rocosas en EEUU.

Los visitantes indios, que por lo general no saben esquiar, se sacan fotos y no están mucho tiempo. Los visitantes extranjeros son reducidos, de 800 a 900 cada año cuando la temporada es buena.

Con la intención de promocionar lo que consideran un diamante en bruto, los responsables de Gulmarg se contactaron con la Federación Internacional de Esquí. El objetivo está muy claro: que se homologue su pista para que puedan disputarse competencias internacionales, lo que garantizaría una buena publicidad con las retransmisiones televisivas.

Chris Werren, un guía suizo que reside cada invierno en Gulmarg, desde hace doce años: "Están soñando si piensan tener (una prueba de) la Copa del Mundo aquí, ¡eso no pasará jamás! No tendrían ni siquiera suficientes alojamientos para los periodistas", afirma.

Werren estima que la inestabilidad de Cachemira por su conflicto condenan las opciones de Gulmarg. El verano pasado hubo 80 muertos por enfrentamientos violentos en el valle y la empresa de heliesquí local no pudo operar esta temporada por una demanda insuficiente. Las embajadas extranjeras desaconsejan con insistencia a sus nacionales que se desplacen a esta zona.

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