Canelones inicia campaña de sustitución de bolsas plásticas

De esta forma, la comuna busca, en la primera fase, minimizar el impacto ambiental que generan 648.000 bolsas plásticas por año, para luego ahorrarle al planeta la acumulación de una obscena cantidad de polietileno de alta densidad y de otros materiales: 225 millones de bolsas al año. Esa cifra parece un disparate pero solo representa el 16% de la cantidad que es lanzada anualmente al mercado uruguayo.

La entrega gratuita de las bolsas reutilizables −o como las calificó Herou: “las viejas chismosas más modernas” −, comenzará las próximas semanas en San Antonio. El convenio que se establece entre la intendencia, el Municipio de San Antonio y los comercios implica una adhesión voluntaria. Los privados se comprometen a sustituir el costo del plástico por otro producto de un material resistente y reutilizable como papel, tela o cartón; al tiempo que el gobierno departamental se compromete a regalar unidades para alcanzar más fácilmente el objetivo de que cada familia canaria disponga de por lo menos una bolsa ecológica para los mandados.

“El volumen de bolsas es enorme. Somos conscientes de que son un problema en el campo, puesto que los animales se las comen, y en el Río de la Plata. Anda una isla de plástico flotando por el mundo”, ilustró Herou. No existe una isla, sino cinco. Todos los océanos tienen, al menos, una.

El bajo peso de las bolsas “camiseta” (por la forma que les dan sus asas) hace que sean arrastradas por el viento. Si no llegan al contenedor, terminan en las calles y parques, en las playas y arroyos, y en las bocas de tormenta y desagües. Y cualquiera de esos lugares es un destino seguro, puesto que solo se recicla el 1%.

Otras iniciativas
Hasta ahora, no hubo fuertes iniciativas en Uruguay que logren un cambio de consumo y de comportamiento. Está vigente la Ley Nº 17.849 de Uso de envases no retornables que obliga a las grandes superficies comerciales a presentar un plan de acción que contemple el uso racional de las bolsas. A partir de 2008, los supermercados comenzaron a entregar bolsas de material biodegradable. En las localidades Ombúes de Lavalle, Nueva Palmira y Colonia Valdense se llegó a cobrar $ 1 por bolsa.

La Intendencia de Montevideo cobra una tasa de $ 0,08 por bolsa a fabricantes e importadores y suscribió convenios con los supermercados Disco y Devoto para disminuir la cantidad de bolsas que se entregan a los clientes. Se consiguió una reducción en tres millones de unidades por local y, desde 2011, se han vendido 221.000 bolsas reutilizables (cuyo precio es de $ 30). Además, este año lanzó la campaña “No hagas bolsa tu ciudad y tu ambiente” en la Zona 13 del Municipio G (en Sayago) para el canje de bolsas de plástico por una bolsa de tela no tejida (TNT) de polipropileno.

Contenedores en casa
La Intendencia de Canelones atacó el problema de los contenedores desbordados y el vandalismo contra los mismos con una idea sencilla: los sacó de la calle. Desde setiembre de 2012 se repartieron 14.500 contenedores domiciliarios de 120 litros. Además, 1.000 familias recibieron dos (uno para desechos secos y otro para húmedos) para clasificar en origen.
La experiencia piloto comenzó en cuatro barrios: San Marcos, Herten y Villa Foresti de Las Piedras; y Villa Felicidad de Progreso. Ahora funciona en Ciudad de la Costa, Paso Carrasco, norte de Salinas, barrio Villa Inés de Canelones, Santa Lucía, Cerrillos, San Antonio y Piedras de Afilar. En total, se evita disponer en la calle 80 toneladas de residuos cada día.

La particularidad es la siguiente: el vecino lo saca a la calle en el horario en el que sabe que pasa el camión recolector y, una vez vacío, lo entra a su casa hasta la próxima pasada. Este ejercicio se cumple tres veces por semana. A cada vecino se le entrega el contenedor de forma gratuita (la comuna pagó US$ 33 por unidad), pero firma un comodato por el que se hace responsable de su buen uso y cuidado.

“Los residuos desaparecieron de la vía pública y bajó enormemente el vandalismo”, destacó el director de Gestión Ambiental. Solo 10 contenedores sufrieron roturas y robos desde que se implementó este sistema de recolección. La principal ventaja para el jerarca es que involucra directamente al vecino en la gestión de sus residuos. “El contenedor público se vuelve anónimo. A la esquina se va y se tira cualquier cosa y el problema pasa a ser del vecino de la esquina”, cuestionó.

Asimismo, se ha hecho una campaña agresiva para reducir el vandalismo contra los contenedores a través de la coordinación con la Policía y la participación de los vecinos. A estos se les transmite un mensaje sencillo a través de la publicidad gráfica: “Reponer un contenedor cuesta US$ 500 que vos pagaste. ¿Vas a dejar que lo rompan?”