Daniel Márquez, adjunto a la presidencia de ASSE y coordinador del programa

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Capacitan médicos para atender a personas trans en el interior

La policlínica del hospital Saint Bois atendió a 200 usuarios de todo Uruguay
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03 de octubre de 2015 a las 05:00
Hasta hace casi dos años, para una persona trans ir al médico no era tarea sencilla. Esperaban al final de las consultas para ser atendidos, se tapaban en la sala de espera para pasar desapercibidos o directamente no se controlaban. En 2014, la policlínica del hospital Saint Bois, de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), comenzó a tener un horario nocturno y más hombres y mujeres trans comenzaron a atenderse.

Por ese motivo, un equipo de ASSE junto a la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar), el Ministerio de Desarrollo Social, Naciones Unidas y organizaciones de la sociedad civil, formaron un programa de atención integral a la salud de personas trans que incluye brindar hormonas a quienes lo deseen y realizar un seguimiento de cada uno.

Aunque son varias las instituciones que participan, el servicio funciona solamente en el Saint Bois y quienes desean acceder deben trasladarse a Montevideo desde cualquier punto del país, donde ya se atendió a 192 trans y se realizaron 600 consultas. Actualmente, se está asistiendo a 35, 40% trans femeninas, 54% masculinos y 6% que no presenta una identidad definida, según una investigación de la Udelar presentada ayer.

Uno de los objetivos del programa es la descentralización y se está capacitando a equipos del norte del país para que las policlínicas del interior puedan tener un servicio integral. En el Saint Bois funciona una Unidad Docente Asistencial, es decir que no solo se atienden pacientes sino que también se forman futuros médicos.

Daniel Márquez, adjunto a la presidencia de ASSE y uno de los responsables del programa, dijo a El Observador que los cursos en el interior terminan en noviembre, lo que permitirá a los centros de salud del norte tener equipos formados. "Acá no es que se aumenta el presupuesto, ni que vaya a haber policlínicas nuevas, sino que se trata que los mismos especialistas que atienden en los centros actuales sepan cómo asistir a una persona trans", explicó.

Salud postergada

Los pacientes que llegaban a atenderse al Saint Bois demostraban que el cuidado de su salud había pasado a un quinto plano.

Un estudio realizado por el Ministerio de Salud Pública que analizó los principales problemas de la salud de la comunidad LGTB (que abarca a trans, lesbianas, gays y bisexuales) concluyó que estas personas están expuestas al riesgo "de experimentar niveles altos y crónicos de estrés, asociado a tasas desproporcionadas de problemas mentales tales como depresión, ansiedad y tendencias y conductas suicidas", a lo que se le suma la "exposición a violencia verbal, emocional y física", que incluyen homicidios.

El consumo de drogas y alcohol y las enfermedades de transmisión sexual no quedan por fuera. Según los últimos datos del MSP, la prevalencia de VIH en mujeres trans es de 36%. De hecho, la esperanza de vida de una mujer transexual es de 40 años, informó Márquez, de acuerdo a datos manejados por el Mides, entre otras instituciones.

El asesor contó que antes era normal que los hombres que biológicamente son mujeres no se hubieran realizado un Papanicolau en toda su vida o que las mujeres que biológicamente son hombres se hubieran inyectado silicona industrial en senos o glúteos y tuvieran infecciones. En la investigación de la Udelar, que analizó 132 casos, develó que 60% se había "inyectado alguna sustancia para cambiar su cuerpo", en la mayoría de los casos silicona.

La esperanza de vida de una mujer transexual es de 40 años, asociado a malas condiciones laborales, de salud física y mental y consumo de sustancias.

Dentro de los cambios se encuentra la hormonización, para que el físico de la persona se adecue a su identidad. Las hormonas son totalmente gratuitas, pero están indicadas para ciertos casos.

Sensibilización

Márquez destacó que la formación de médicos y enfermeros es parte fundamental de la correcta asistencia de estos pacientes. Desde saber cómo controlar a un hombre que se debe realizar exámenes femeninos o cómo detectar que una persona tiene silicona industrial, hasta la sensibilización de los equipos de salud que los atienden.

Incluso, desde que se instaló la policlínica el trato con los pacientes cambió: antes se los llamaba por un nombre que solo figuraba en su cédula de identidad. Ahora, en la sala de espera de la policlínica escuchan el nombre con el que de verdad se sienten identificados.

Protocolo para hormonización

La hormonización está pautada por un protocolo de atención a personas trans. Ahí se establece que primero se debe elaborar una historia clínica que incluya atención a la salud mental del paciente, en una siguiente consulta se lo examina, luego el usuario firma un consentimiento informado y finalmente se comienza con las hormonas. Los controles se realizan primero cada tres meses y luego cada seis. Los resultados en los trans masculinos son más rápidos y fáciles de notar, y en los trans femeninos son lentos y no siempre iguales.


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