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Cementeras descartan que su producción genere cáncer

Usan procesos distintos y aseguran que se las relaciona con la enfermedad por “alarma social”
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22 de febrero de 2014 a las 21:26

Ninguna prueba permite concluir hasta ahora que las cementeras instaladas en Minas, Lavalleja, sean las causantes de los casos de cáncer que según la población y los médicos del departamento han aumentado notoriamente en los últimos tres años. Pero el vapor que sale de ellas hace mirar hacia esas industrias. Hasta ahora no se han realizado estudios que lo confirmen o lo desmientan, aunque esta semana ANCAP anunció que está dispuesto a costear las investigaciones que el Ministerio de Salud Pública quiera hacer. El Observador recorrió Cementos Artigas (CASA) ante una invitación de la empresa para hacer públicos sus procesos de producción, muy diferentes a los de la planta estatal.

La diferencia visible para los minuanos es lo que sale por las chimeneas: un vapor amarronado en ANCAP y uno blanco en Cementos Artigas. El proceso llamado de “vía seca” ha sido la principal diferencia desde 1997.

El color lo da la concentración de polvo de cemento; ese mismo que la Facultad de Química encontró dentro de las plantas de ANCAP en concentraciones de hasta siete veces más altas que el límite internacional y que, en cambio, casi no se ve en las instalaciones de CASA, cuyo proceso está automatizado.

La clave está en la torre de acondicionamiento de gases y el electrofiltro, dos fases que retienen las partículas de polvo crudo que no se incorporan al clinker (material intermedio entre la piedra caliza y el cemento) y lo reintroducen en el proceso, de forma de ahorrar materia prima y de eliminar su salida a la atmósfera (ver infografía en página 7).

Juan Gómez, director de ANCAP, sabe que la planta estatal es “vetusta” y aspira a que la nueva tecnología de la marca dinamarquesa FL Smidth “corrija” los malos indicadores. “Estamos hablando de 50 años sin ningún tipo de actualización y con un escasísimo mantenimiento (…) Los administradores anteriores de ANCAP y los gobiernos anteriores no hicieron inversiones”, afirmó.

Dos modos de hacer cemento
Desde el 17 de agosto de 1956, fecha en la que salió la primera bolsa de pórtland de ANCAP, el material particulado pasa directamente del horno a la chimenea, de esta al cielo de Minas y, según los minuanos, a sus pulmones, aunque Gómez insiste en que tiene la “absoluta tranquilidad” de que no hay relación entre la cementera y la mayor prevalencia de ciertos cánceres y otras enfermedades en la localidad.

ANCAP quema fueloil y cáscara de arroz. A partir de abril funcionará a base de coque de petróleo y carbón mineral. CASA, por su parte, utiliza 80% de coque de petróleo y 20% de biomasa (cáscara de arroz, chips de madera y aceites residuales industriales y de automotores y, próximamente, quemará aserrín).

Consultado Gómez sobre el abandono del combustible natural, explicó que “no se puede abusar” de la cáscara de arroz porque contiene sílice −un potencial cancerígeno−, aunque reduzca los gases de efecto invernadero. No obstante, el cemento lo necesita.

Nelson Marinello, gerente de la planta de CASA, respondió que la sílice de la cáscara de arroz no genera problemas si su combustión es completa. La tecnología FL Smidth −que dispone CASA desde 1997 y que ahora tendrá ANCAP tras una inversión de US$ 120 millones− permite que el residuo se reincorpore al producto final.

El problema del coque del petróleo es que contiene la mayor parte del azufre, nitrógeno, metales pesados y moléculas pesadas del petróleo. La quema de estos complejos químicos genera una cantidad importante de contaminantes; de ahí la importancia de contar con filtros.

La planta de ANCAP funciona actualmente con un horno. Ya ha habido mejoras en los sectores de ensacado, empaletizado y embolsado del cemento y se han instalado cabinas presurizadas. Un objetivo es automatizar la parte de la trituración de la piedra caliza.

Además, se instalará una estación de monitoreo ambiental en conjunto con la Intendencia de Lavalleja. CASA, por su parte, posee instrumentos propios para analizar la calidad de aire interior y exterior, cuya información es enviada en tiempo real a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) desde 2013. Solo UPM tiene el mismo sistema.

Artigas González, presidente de la Federación de Funcionarios de ANCAP, dijo a VTV que “los catalanes de enfrente”, refiriéndose a los accionistas españoles de CASA, quemaban “medicamentos de desecho” antes de 2004; al tiempo que los acusó a ellos y a los responsables del estudio de la Facultad de Química (a pesar de que revela las malas condiciones de trabajo) de ser “técnicos que asumen claramente roles contra el Estado”.

Marinello rechazó esta denuncia y relató que el protocolo ambiental de la empresa establece que se debe analizar previamente el combustible proporcionado por terceros para descartar que, por ejemplo, venga cargado de contaminantes peligrosos como los bifenilos policlorados (PCBs) por encima del valor admitido de 50 partes por millón.

El dúo químico
Los hornos cementeros emiten dióxido de carbono, monóxido de carbono, dióxido de azufre, entre otros gases, pero el dúo más tóxico es el de dioxinas y furanos, puesto que entre sus efectos se mencionan toxicidad dérmica, inmunotoxicidad, daño hepático, efectos en la reproducción, perturbación endócrina y propiedades oncogénicas.

ANCAP hizo el relevamiento correspondiente en 2006, 2008, 2010 y 2013 a través de laboratorios internacionales. Gómez, no dio a conocer los resultados y dijo que no sabía si podía brindar esa información. Solo se limitó a decir que las emisiones de dioxinas y furanos en la planta de Minas “están por debajo de los niveles admisibles”.

CASA practicó este ensayo por primera vez en 2005 con un costo de US$ 15 mil y lo ha repetido de forma anual desde entonces con laboratorios argentinos y canadienses. Los datos proporcionados a El Observador indican una presencia del dúo tóxico, en promedio, 10 veces por debajo de la norma europea (0,100000 nanogramos por metro cúbico de gas). El promedio de 2005 fue de 173 veces por debajo del límite.

El responsable de medioambiente de la cementera privada, Federico Gutiérrez, relató que cada examen implica tres muestras correspondientes a diferentes situaciones del horno por plazos de tres horas. “Podemos considerar que estamos libres de PCB y de dioxinas y furanos”, afirmó.

“Alarma pública”
En 2005, un estudio desarrollado por la Red Internacional para la Eliminación de Compuestos Orgánicos Persistentes en conjunto con las organizaciones uruguayas Rapal y Redes-AT detectó que la cantidad de dioxinas y de PCB en huevos de gallina recolectados cerca de las cementeras excedía el nivel propuesto por la Unión Europea. Esto fue un episodio que Marinello calificó como “alarma pública”.

Según dijo a El Observador, la Dinama realizó un estudio similar a pedido expreso de CASA fuera del área de incidencia de la fábrica. Aunque nunca se les envió los resultados, el gerente de planta señaló que “ciertamente sabe” que se registraron valores más altos en huevos recolectados en una zona rural de Salto. La conclusión es que incidía la contaminación del entorno “donde come” la gallina, en particular, por la acumulación de agrotóxicos.

El vecino José María Gorgoroso, quien participó del estudio en representación de una de las ONG, dijo a El Observador que fue desestimado por la Dinama y el MSP y por parte de la comunidad minuana que les reprochaba estar en contra de las fuentes laborales. “Se nos cerraron muchas puertas”, lamentó.

El vecino añadió: “Todo el mundo sabe que el cáncer viene creciendo en Minas. Siempre le exigimos al Estado que lo corroborara para ver qué medidas tomar”, puesto que en la ciudad, “metida en un pozo”, coexisten varias fuentes de contaminación: viejas caleras, un incinerador municipal activo y la acumulación durante décadas de agrotóxicos y aceites industriales.

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