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Cervantes, el escritor hallado

Arqueólogos recuperaron huesos del autor de Don Quijiote, enterrado en un convento de Madrid
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17 de marzo de 2015 a las 17:44

El equipo científico que desde hace un año buscaba los restos de Miguel de Cervantes, autor de Don Quijote y figura de la literatura universal, está “convencido” de haberlos encontrado en la cripta de un convento madrileño donde fueron enterrados hace casi cuatro siglos.

Nacido en 1547 en la ciudad universitaria de Alcalá de Henares, cerca de Madrid, Cervantes vivió sus últimos años en el centro de la capital española. Según documentos históricos, fue enterrado allí el 23 de abril de 1616 en la iglesia del convento de las Trinitarias Descalzas.

Sin embargo, con el paso del tiempo y las reformas, en el convento se perdió el rastro de su sepultura, caída en el olvido hasta que se inició esta búsqueda en marzo de 2014.

Desde entonces, el equipo encontró y descifró olvidados documentos históricos, sondeó con un georradar el suelo del convento donde viven aún las religiosas y perforó un camino hacia una minúscula cripta subterrána en la iglesia.

Entre los huesos encontrados, hay pequeños fragmentos que hace solo unos días pudieron identificarse como pertenecientes a un grupo de unas 15 personas enterradas en el siglo XVII en otro emplazamiento del convento y trasladados posteriormente. Entre ellos, según los documentos, se encontraba Cervantes, anunciaron este lunes los antropólogos responsables de la búsqueda, en una multitudinaria rueda de prensa.

“A la vista de toda la información generada en el caso de carácter histórico, arqueológico y antropológico, es posible considerar que entre los fragmentos de la reducción localizada en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias se encuentran algunos pertenecientes a Miguel de Cervantes”, afirmó el antropológo forense español Francisco Etxeberría, coordinador del equipo.

“Son muchas las coincidencias y no hay discrepancias”, añadió Etxeberría, experto internacional que ya había participado en la autopsia del presidente chileno Salvador Allende, muerto durante el golpe de Estado de Augusto Pinochet en setiembre de 1973.

No obstante, debido al mal estado de los huesos y al hecho que estuviesen todos mezclados, estos no pudieron ser individualizados, explicó la arqueóloga Almudena García-Rubio. “No tenemos certeza”, reconoció Etxeberría, “por eso somos prudentes. Y al mismo tiempo estamos convencidos de que tenemos en esos fragmentos algo de Cervantes”.

Vida y muerte de un genio

Cervantes murió a fines de abril de 1616 en Madrid, en su casa ubicada en las actuales calles León y Cervantes, en el barrio Austria de la capital española.

La última voluntad del escritor fue ser enterrado en el cercano convento de la Trinitarias Descalzas. El motivo de ese deseo era agradecer la intervención de los frailes de la orden de los trinitarios cuando el escritor estuvo cautivo cinco años en la ciudad de Argel.

Durante esos años como prisionero de los turcos, Cervantes junto a su hermano Rodrigo, también capturado, intentó cuatro veces escaparse. Y en las cuatro ocasiones el intento terminó en fracaso, con los consiguientes castigos por parte de sus captores.

Por ejemplo, una vez lo condenaron a recibir dos mil palazos, pero finalmente no se cumplió esa tortura. Pero en otras ocasiones el gobernador turco lo encadenó y lo sometió sexualmente. En este sentido, Cervantes llegó a convertirse en su favorito y por eso sobrevivió.

En 1580, llegaron a Argel unos padres trinitarios que intercedieron para rescatar a los Cervantes. El rey pedía quinientos escudos de oro, pero los religiosos solo tenían trescientos. Luego de hacer tratativas con varios hombres poderosos de la ciudad para conseguir la suma exigida, los trinitarios consiguieron liberar a los hermanos.

Miguel todavía no era el escritor que marcó los destinos de la novela y de la lengua española a nivel universal, transformándose en parte indivisible del canon occidental. En España escribió Don Quijote, su obra cumbre, que publicó en dos partes en 1605 y 1615.

En gesto de agradecimiento, quiso que sus huesos y los de su esposa descansaran en el convento donde ahora resurgen gracias al trabajo forense.

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