Decir Miguel de Cervantes es decir Don Quijote de la Mancha. Así lo era el 22 de abril de 1616, cuando el autor fallecía, fuese de cirrosis o de diabetes, como afirman versiones encontradas, y lo es también ahora, cuando se lo recuerda con una visión reivindicadora y analítica, en el cuarto centenario de su muerte.
Sin embargo, aquel esbelto hidalgo no es el único personaje que nació de su pluma. Entre 1590 y 1612, el autor escribió una serie de relatos cortos que finalmente se publicaron en 1613 bajo el nombre
Novelas ejemplares. Ahora, uno de ellos,
El coloquio de los perros, escenificado y versionado por el dramaturgo Gastón Borges, se presentará en la sala Zavala Muniz del
Teatro Solís del 21 al 30 de abril.
Originalmente, como parte del concurso Teatros Ejemplares organizado por la Embajada de
España y la Aecid, la obra fue una de varias adaptaciones teatrales de artistas locales sobre las
Novelas Ejemplares de Cervantes, con la intención de brindar una mirada moderna a una serie de libros que renovaron la novelística en castellano. Este montaje en el Solís, empero, dará un paso más, al servir como preámbulo del Festival Internacional Cervantino que se desarrollará en Montevideo durante octubre y noviembre.
El coloquio de los perros de Cervantes está ambientado en el Hospital de la Resurrección de Valladolid, en el siglo XVII, y retrata la conversación entre dos canes, Cipión y Berganza, el último de los cuales narra distintos relatos sobre su vida y sus muchos amos al primero. La versión de Borges, en cambio, cambia la identidad de sus personajes y opta por asentarlos en el Uruguay de 2002.
Nueva mirada
"Estudié el texto de Cervantes y lo que intenté hacer fue fortalecer los puntos que el autor pone en el texto, en cuanto a temáticas y a estructura. En eso último, lo más dominante es el relato dentro del relato, porque
El coloquio de los perros es una
novela ejemplar que está adentro de otra, llamada
El casamiento engañoso. Lo que quise hacer fue continuar un poco ese juego", comenta Borges a
El Observador.
En lo que define como un juego de muñecas rusas, presente en toda la escritura de Cervantes, lo que él hizo fue "construir una mamushka más grande que contiene a todas las demás". De esta forma, la historia introduce al personaje del doctor Peralta que, en un hospital montevideano invadido por una enfermedad desconocida, escucha las historias de tres hombres mayores, los pícaros, quienes toman las historias de Berganza como propias.
Según explicó Borges, los personajes fueron creados en virtud de las historias. "Fui dividiendo las historias que Berganza cuenta en historias sobre sangre, violencia y sexo, y esas se las derivo a un personaje, mientras que las que son un poco más ingenuas se las derivo a otro, y así sucesivamente. Los personajes fueron surgiendo a partir del texto de Cervantes".
En esos movimientos, señala Borges, el trasfondo de enmascaramiento barroco se mantiene como común denominador de las diferentes historias que los tres pícaros cuentan, mientras que el barroco mismo se traduce en la puesta en escena. Aunque la escenografía cuenta con una impronta realista y actual, coloca objetos como camillas y archivadores reales sobre las tablas. "Eso también tiene que ver con el barroco: darle esa carga, que no es algo puro ni limpio, pero a la vez no es sobrecargado. Son objetos que tienen peso".
Aunque distante en el tiempo y en el espacio, la ambientación en el Montevideo de 2002 también emergió de las características de
El coloquio de los perros original. "Esta obra es una novela picaresca, y ese género normalmente es sobre una o varias personas que tratan de subsistir en un momento complicado, socialmente hablando, a través del robo, del engaño. Entonces me pareció que 2002 era un momento bastante oportuno para que surjan los pícaros".
Funciones
La obra irá el 21, 22, 23, 28, 29 y 30 de abril a las 21 horas en la Sala Zavala Muniz. Las entradas cuestan $350