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Chernóbil: la vigencia de un apocalispsis nuclear latente

30 años después de la explosión del reactor IV, la zona cero sigue siendo el hogar de varios
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25 de abril de 2016 a las 05:00
En 1986, la central nuclear de Chérnobil era de las más grandes del mundo y uno de los orgullos de la Unión Soviética, que por entonces enfrentaba una de las últimas etapas de la Guerra Fría. Sin embargo, cuando el 26 de abril de ese año el cuarto reactor de la central explotó, el nombre comenzaría a significar una sola cosa: destrucción. La radiación liberada por el accidente cubrió casi el 40% del territorio europeo y más de cuatro mil pueblos y ciudades debieron ser evacuadas.

Además, el número de víctimas mortales inmediatas continúa generando diferencias, ya que mientras la Unión Soviética reconoció oficialmente 31, varios organismos internacionales establecen que el número se acerca a los 100 mil.

De todas maneras, el daño más grave vino después. La "zona cero" de la explosión dejó más de 10 kilómetros de radio de territorio radiactivo, donde los niveles siguen alcanzando altísimos porcentajes luego de tres décadas del accidente. Además, las muertes por enfermedades desarrolladas posteriormente, como diferentes tipos de cáncer, se cuentan por millares.

30 años después del "Apocalipsis nuclear", como se lo conoció en aquel momento, Chernóbil continúa ejerciendo una atracción extraña e importante en todo el mundo. Varios son los casos de películas inspiradas en el incidente o en lo que supuestamente se puede encontrar hoy allí, así como también se organizan diversos tours "extremos" en los que se puede conocer la zona del accidente.
Pero además, varios de los habitantes de los pueblos circundantes a la central decidieron volver a su hogar original, algo que desconcierta a los expertos por los peligros que estro conlleva. En total, son alrededor de 150 los "samosely", como se los llama, que viven en Prypiat, la ciudad donde se encuentra la planta.

Estos "samosely" nunca aceptaron el éxodo forzoso que la Unión Soviética quiso imponer y las autoridades terminaron por aceptar la situación. Viven con lo que consiguen cultivar en sus huertas, muy complicadas por la radiación, más algunas provisiones que les traen los empleados de lo que queda de la central y los visitantes. En caso necesario, van a la vecina localidad de Ivankiv, fuera de la zona de exclusión, para completar sus provisiones en el mercado local.

"En realidad no sé porqué hay gente que quiere vivir en Chernóbil. ¿Cuál es su objetivo? ¿Siguen lo que les dice el corazón? ¿La nostalgia? ¿Quién sabe?", pregunta Evgueni Markevitch, de 78 años y habitante de la ciudad. "Yo solo quiero vivir en Chernóbil", explica.

Más allá que el accidente sucedió hace años, Chernóbil representa un peligro latente aún sin tomar en cuenta la radiación que existe en el lugar. Esto se debe a que en la planta quedan todavía unas 200 toneladas de material nuclear que puede dejar a todo el continente europeo sin posibilidades de volverse a habitar. Para resguardar a Europa del peligro, en los años posteriores al accidente se construyó una estructura denominada "sarcófago", que en 2017 será reemplazada por una más moderna a la que se la conoce como "Arca".

Según establece el País de Madrid en un informe sobre el caso, 30 países financias la construcción de la nueva estructura, que costará alrededor de 2 mil millones y medio de dólares. Este tendrá 110 metros de alto, 160 de largo y 260 de ancho, medidas necesarias para contener el reactor número cuatro. Esta estructura es más alta que la estatua de la Libertad, más pesada que la Torre Eiffel y podría caber un estadio de fútbol en su interior. Su finalidad es simple: prevenir durante 100 años que se desate el infierno nuevamente.

Abandonados a su suerte

Los habitantes de las zonas rusas afectadas por Chernóbil están preocupadas por los recortes de ayuda a las víctimas que el gobierno ha decretado en el último tiempo. "Nos abandonaron. No hay más doctores ni hospitales. Y pronto no habrá más medicamentos", explica preocupada Anna Vendarenko, una superviviente del accidente de 77 años.

Esto sucede dado que algunos pueblos circundantes han visto su nivel de radioactividad reducido por decreto presidencial, por lo que la ayuda financiera del Estado, que consiste en subvenciones para gastos médicos, sanatorios y programas socioeconómicos, se vio fuertemente reducida.

En total, de las 4.413 familias rusas afectadas por las repercusiones de la explosión, 383 verán sus subvenciones recortadas. Otras 558 serán simplemente suprimidas de la lista. "Con este decreto, el estado rechaza reconocer que se necesitan dos mil años y no 30 para descontaminar la zona", denuncia Anton Korsakov, biólogo y especialista de las consecuencias de Chernóbil en la región de Briansk.

"Incluso si conseguimos descontaminarla, serán necesarias varias generaciones antes de que los niños nazcan sanos", algo que recuerda que el índice de mortalidad infantil en la región es cinco veces superior a la media nacional y que el 80% de los niños que sobreviven desarrollan una o varias enfermedades crónicas.

Una insólita reserva de animales salvajes

Chernobil se ha convertido, insólitamente, en una gran reserva de animales salvajes que se han acercado a las inmediaciones de la planta debido a la casi ausencia de vida humana.

La fauna de la zona tiene una esperanza de vida menor y una tasa de reproducción inferior a causa de los efectos de la radiación. Sin embargo, su número y variedad han aumentado a un ritmo inédito tras la caída de la Unión Soviética en 1991.

Pese a esta radiación, los expertos establecen que es menos nociva para los animales que la incidencia de los humanos en su hábitat.

"El contraste entre el Chernóbil de antes de la catástrofe y el que vemos treinta años más tarde es sorprendente", dice una zoóloga experta. "Estos animales son tal vez la única consecuencia positiva de la terrible catástrofe".

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