El presidente Abdelfatah al Sisi, que ayer emitió un mensaje televisado por el aniversario de hoy. <br>

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Cinco años después, los egipcios siguen sin una democracia plena

Aniversario de las históricas protestas que derrocaron a Mubarak luego de 30 años
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25 de enero de 2016 a las 05:00
Hace hoy cinco años comenzaba en Egipto una revolución que acabó con la caída de Hosni Mubarak después de 30 años en el poder. Se sucedieron las elecciones, un golpe militar y elecciones otra vez, pero aún así se mantienen los juicios sumarios, condenas cuestionadas y muertes por represión. Algunos expertos advierten que todo cuadra para que en breve estalle un proceso similar.

En Egipto ocurrió algo similar a lo que pasaba por esas fechas en otros países de la zona como Túnez, Libia o Siria: los ciudadanos se dijeron cansados de líderes que llevaban décadas en el poder y salieron a las calles a exigir su renuncia.

Tuvieron cierto éxito, y 18 días después, el 11 de febrero, fue derrocado el mandatario. La gente pedía pan, justicia y dignidad y estaba esperanzada.

Al comienzo de 2012 hubo elecciones legislativas, las primeras que se celebraban con garantías en más de 30 años. Ganaron los Hermanos Musulmanes, un partido que había estado proscrito debido a sus ideas islamistas. En junio una de las figuras de esta agrupación, Mohamed Morsi, se convirtió en el primer presidente electo democráticamente en el país.

No todos quedaron contentos y recomenzaron las manifestaciones, esta vez contra Morsi. Pedían elecciones anticipadas y el que era ministro de Defensa, Abdelfatah al Sisi, dio un golpe de Estado en julio de 2013. Entonces comenzó una represión que en general se considera más sangrienta que la comandada por Morsi.

Es que "las experiencias democráticas no maduran de un día para otro, sino a través de un proceso acumulativo y continuo", según explicó ayer Al Sisi en televisión, en un mensaje que emitió a propósito del aniversario de hoy.

Explicó que el Estado pretende conseguir el "equilibrio entre los derechos y las libertades en un marco consciente de libertad responsable", de forma que se impida que el proceso democrático se convierta en "un caos destructivo que socave las bases del Estado y elimine las capacidades del pueblo".

Se cumple con el plan

Tras el golpe de Estado de 2013, el Ejército egipcio se marcó una hoja de ruta política que estuvo marcada por una nueva Constitución aprobada en referéndum en 2014, elecciones presidenciales en mayo de ese año y comicios legislativos a fines de 2015, de los que salió un Parlamento, constituido el pasado día 10.

Harta de los años de inestabilidad posteriores a la revolución, la población apoyó inicialmente a Al Sisi y le dio la Presidencia, convencida de que no había una alternativa.

Pero ahora tampoco tienen con qué estar contentos.

"El gobierno egipcio de 2010 era brutal en cierto sentido, pero el de 2015 fue mucho más terrible", consideró para la cadena árabe de noticias Al Jazeera Michyele Dunn, directora del programa de Medio Oriente del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, un centro de estudios de política global.

Al entender de esta experta, el gobierno puede considerarse exitoso al haber podido "reconstruir el muro de miedo entre los ciudadanos y el Estado".

Al menos 1.400 manifestantes islamistas murieron en la dispersión violenta de sus concentraciones y más de 15.000 Hermanos Musulmanes y sus simpatizantes están encarcelados. Otros cientos fueron condenados a muerte en juicios sumarios denunciados por la ONU.
La oposición laica y de izquierda no se quedó atrás, como el Movimiento del 6 de Abril, punta de lanza de la revolución y ahora prohibido. Varios de sus dirigentes están presos, acusados de incitación a la violencia.

"Los egipcios asisten, forzados, al regreso de su país a un Estado policial", lamentó ante la agencia AFP Said Bumeduha, de Amnistía Internacional.

Población furiosa

Están "furiosos. Su situación económica y social empeora cada día", afirma Hazem Hosni, profesor de ciencias políticas de El Cairo.

El sector turístico, un pilar de la economía, sufrió de lleno las consecuencias de la inestabilidad política y, a partir de 2013, de la violencia yihadista. El atentado en el Sinaí contra un avión ruso que transportaba a turistas, reivindicado por el Estado Islámico (EI), acabó de rematarlo en 2015. A esto se suman el desempleo y el descontento por las promesas incumplidas por parte del gobierno.

"Ciertamente, están dadas las condiciones para que haya una nueva revolución popular. El hecho de que haya un rumor de que ocurrirá algo del estilo ya da cuenta de lo inestable que está el país ahora mismo", indicó a Al Jazeera Wael Haddara, ex asesor político del presidente Morsi. Él sostiene que ahora hay "probablemente un mayor apoyo a las manifestaciones que el que había en 2011".

Aunque desde 2013 están prohibidas las protestas en el país, en 2015 la ONG Democracy Meter contabilizó 1.117 manifestaciones de trabajadores, lo que son unas tres por día.

Igual, de una protesta sindical a una democrática hay un trecho, y al parecer ahí estaría la clave para un eventual resurgir del movimiento de hace cinco años: en la capacidad de los egipcios a sobreponerse al miedo a la represión para salir, una vez más, a reclamar lo suyo.

Según Haddara, el vencimiento del miedo y el olvido de la idea de una represión violenta fueron, según Haddara, lo que hicieron posible que la gente tomara las calles hace hoy cinco años. "Esos dos elementos, el miedo y la represión, van a ser determinantes ahora también. ¿Logrará una masa crítica de egipcios superar el miedo psicológico al castigo? ¿Y si lo hace, responderá el gobierno con violencia masiva?"

Algunos activistas tienen una respuesta segura. "La revolución continuará porque los millones de personas que salieron a la calle nunca lo olvidarán", dijo a EFE Nurhan Hefzy, esposa de Ahmed Duma, bloguero preso por el régimen.

Las otras revoluciones de 2011

Túnez

El presidente Zine Ben Ali huyó del país en enero de 2011, poco después del inicio de las protestas. Hubo comicios ese año y hay cierta estabilidad, pese a que con periodicidad resurgen las disidencias entre laicos e islamistas.

Libia

Los rebeldes pelearon contra el régimen de Muamar Gadafi y, con apoyo de EEUU y el Reino Unido, lo abatieron en octubre de 2011. Se constituyó un nuevo gobierno pero no se extinguieron las peleas entre facciones.

Siria

Se alzó un movimiento contra Bachar al Asad, que gobernaba desde el año 2000 en sucesión de su padre. La protesta se transformó en guerra y luego en conflicto internacional, con nuevos bandos implicados.

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