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Cincuenta años después de la guerra, palestinos de Jerusalén Este enfrentan una vida dividida

A 50 años de la reunificación viven una "normalización cultural" y conviven con los israelíes
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23 de julio de 2017 a las 05:00
Por Isabel Kershner, The New York Times News Service

El club de música alternativa lleno de humo en el centro de Jerusalén Oeste estaba repleto cuando un dúo de hip-hop palestino procedente de Jerusalén Este subió al escenario, rapeando sobre la ocupación, la policía y el amor, entre otras cosas, mayormente en árabe.

La multitud, familiarizada con parte de las letras, cantó junto con los raperos, Muzi Raps y Raed
Bassam Jabid. Pero era principalmente una multitud israelí joven de habla hebrea, que incluía a soldados de licencia el fin de semana, la que llenaba la pista de baile.

Esa interacción social entre judíos y palestinos es rara. Los palestinos le llaman "normalización cultural", y muchos la desaprueban.

Incluso mientras los israelíes conmemoraban el 50 aniversario de la reunificación de Jerusalén en la guerra de junio de 1967, los palestinos y la mayor parte del mundo considera a la mitad oriental bajo ocupación, y la ciudad sigue estando profundamente dividida. Pero después de cinco décadas, tratar con Israel se volvió inevitable para los residentes de Jerusalén Este.

"Es un mundo totalmente diferente, una vida totalmente diferente", dijo Muzi Raps -cuyo verdadero nombre es Mustafa Jaber- hablando de sus amigos en Jerusalén Oeste, que es predominantemente judío. Jaber, de 27 años, vive a corta distancia caminando, en el distrito musulmán de la Ciudad Vieja, al otro lado de la antigua línea del armisticio previa a 1967, ahora una frontera invisible.

Los 320,000 palestinos de Jerusalén Este son el 37% de la población de la ciudad. Algunos viven una vida dividida, trabajando en una cafetería de Jerusalén Oeste o arreglando autos de día y protestando de noche.

Otros muestran un frente público inescrutable mientras hacen válidos acuerdos de paz individuales con los israelíes.

Por ahora, la mitad de la fuerza laboral palestina de Jerusalén Este trabaja en Jerusalén Oeste, según el Instituto de Jerusalén para la Investigación Política, un centro de estudio israelí independiente. Y, debajo de la superficie, el estado de ánimo de abierto desafío parece estar cambiando.

Más de 5.000 estudiantes en escuelas preparatorias de Jerusalén Este estudian para el bagrut, el examen de matriculación israelí que facilita la inscripción en universidades israelíes; en 2014 eran 1.000, según el Ayuntamiento. Y 26 escuelas de Jerusalén Este ofrecen el plan de estudios israelí, impartido en árabe, como opción, comparado con 161 que enseñan solo el plan de estudios tawjihi de la Autoridad Palestina.

El número de estudiantes palestinos que se inscriben en la Universidad Hebrea de Jerusalén aumentó en los últimos años. Las familias palestinas que solicitan la ciudadanía israelí umentaron a un récord de 1.081 en 2016, respecto de unas cuantas docenas en 2003.

Sin embargo, expertos dicen que las razones de estos cambios son prácticas, y no necesariamente indican un deseo de parte de los palestinos de Jerusalén Este de integrarse a la sociedad israelí.

"Hay una grave crisis con repecto a 50 años de control israelí y su sistema que se extiende", dijo Mahdi Abdul Hadi, director de la Sociedad Académica Palestina para el Estudio de Asuntos Internacionales, un instituto de investigación independiente en Jerusalén Este.

"No hay un liderazgo nacional ni agenda nacional. Todos están intentando su propio camino, ya sea en educación, vivienda y asuntos de la tierra".

"Algunos están tomando un pasaporte israelí como una herramienta de supervivencia. Pero nadie entregó su alma", acotó.

Días después de la actuación en el club en Jerusalén Oeste, caminaba con Jaber hacia su casa, en un diminuto recoveco arcado frente a un bullicioso bazar en el distrito musulmán, cerca de un portal hacia el recinto de la Mezquita Al-Aqsa. Apenas había dado tres pasos antes de que dos agentes de la policía fronteriza israelí lo detuvieran y pidieran revisar su tarjeta de identidad.

Difícilmente de incógnito, llevaba un gran pendiente de "Muzi Raps" en una gruesa cadena de oro, una playera de Tupac, zapatillas deportivas y una gorra de beisbol que decía: "Unidos estamos, bebamos hasta caer".

Para Israel, arrebatar la Ciudad Vieja con sus antiguos sitios sagrados al control jordano, fue el pináculo emocional de su rápida victoria en 1967. Es el núcleo de la ciudad que Israel declaró su capital soberana y eterna. También es el núcleo disputado del conflicto.

Inmediatamente después de la guerra, Israel amplió os límites de Jerusalén, tomando unas dos docenas de aldeas cisjordanas, y se anexó el lado este de la ciudad en una acción que nunca fue reconocida internacionalmente.

Se dispuso a construir enormes barrios judíos, o asentamientos, al otro lado de las líneas, creando una mezcolanza de poblaciones.

A los palestinos se les concedió el estatus de residencia permanente, lo que les da la libertad de moverse y trabajar en cualquier parte de Israel y ser elegibles para los beneficios sociales israelíes.

Hoy, Jerusalén Este está separada de Cisjordania por un sistema israelí de muros, cercas y retenes que se elevaron a principios de este siglo en medio de los atentados suicidas de la segunda intifada palestina. Y entrevistas con docenas de residentes palestinos expusieron una sociedad fragmentada y confundida.

Hasta un tercio de los residentes palestinos de la ciudad vive en áreas más baratas queforman parte de Jerusalén, pero que Israel colocó más allá de la barrera.

A pesar de esos vientos de cambio, al menos tres palestinos murieron y decenas resultaron heridos este viernes en enfrentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este entre las fuerzas israelíes y manifestantes que protestaban por las medidas de seguridad para acceder a la Explanada de las Mezquitas, el tercer lugar santo del islam.

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