Clowns sin fronteras en el Solis

¡Skaerf es un mundo de rarezas donde todo parece posible. Las lianas se transforman en humanos, la esgrima se hace con los dedos, las pelucas atacan, las rastas se transforman en látigos y en donde los bailarines sin cabeza conviven con los animales que tienen dos.

Es difícil imaginarse a un niño atento a un espectáculo durante más de dos horas, pero durante la cuarta puesta de Clowns sin fronteras en la sala principal del Solís, este miércoles, pudo verse unos cuantos, incluso a algunos que no superaban los 3 años. Quizá porque no estaban subestimando su inteligencia. Quizá porque el adulto que tenía a su lado parecía estar disfrutando tanto o más que él.

La clave, según el director del espectáculo y de la organización en Uruguay, Pascal Wyrobnik, radica en haberlo pensado para un público universal. “Intentamos generar un producto que pueda provocarle diferentes sensaciones a alguien grande, chiquito, derecho, torcido, verde o gris, dijo al diario El Observador al otro día del estreno.

Así, mientras los grandes se divierten con una sarta de disparates que va diciendo Leo Masliah (el invitado sorpresa de la noche del miércoles) que cuenta su experiencia como psicólogo, los niños que no entienden que hace ese Droopy humanizado arriba del escenario, se entretienen con lo que pasa a su alrededor.

Wyrobnik fue poco efusivo al referirse al estreno del espectáculo. “Siempre te dan ganas de poder hacer lo mismo con mucho más tiempo. Aun estar acotados también se transforma en una herramienta creativa. Las decisiones tienen que ser instintivas. Lo que no quita que quede la clásica pregunta del artista : ¿qué pasaría con la puesta si tuviéramos más horas de ensayo?”, comentó.

Se define a sí mismo como un gran soñador, que quiere llevar sus sueños a la realidad y que exige mucho a los artistas a su alrededor para poderlo conseguir. Wyrobnik aterrizó en Uruguay hace poco más de un mes. Los primeros quince días se dedicó a ponerse en contacto con artistas locales y los quince restantes a llevar a cabo los ensayos. “Solo pudimos hacer dos pasadas y media todos juntos antes de llegar al Solís, y ni siquiera estuvimos todos”, contó.

Entre malabaristas, bailarines, equilibristas, payasos y músicos el espectáculo del Solís cuenta con más de sesenta artistas en escena, en su amplia mayoría uruguayos.

Martín Morón (Abuela Coca), Alfredo Ghiera, Max Capote, el grupo de bailarinas Gendanza, coordinado por Andrea Arobba, e invitados especiales como Leo Masliah (miércoles), Ruben Rada (jueves) y Luciano Supervielle (sábado y domingo) son algunos de los atractivos que se están viendo a lo largo de las cinco funciones que el grupo realiza para financiar sus expediciones por zonas de bajos recursos de Uruguay.

Aunque en medio de semejante collage artístico y de personalidades los atractivos no escasean, el amplio manejo de la profundidad escénica es el que logra generar las mayores sorpresas en el espectador. El ojo no se cansa de mirar la acción más evidente, cuando descubre que hay otros atractivos detrás y así sucesivamente.

“Se van yendo de a poco ¿viste?”, descubre Martina, una niña de 9 años, que acaba de descubrir que donde antes había 10 bailarinas en escena ahora quedan solo cinco.

El otro gran atractivo es la diversidad que otorga un amplio collage de técnicas y números. Clavas, telas, pelotas, monociclos, trapecios, barras, paraguas e instrumentos musicales son solo algunos de los objetos que se irán disputando el protagonismo a lo largo del espectáculo.

No faltan el humor de los “tontos” o torpes del grupo, ni la figura de un domador (aunque con calzas marineras ajustadas), las mujeres barbudas, un mago trucho italiano y hasta un catch al estilo mexicano que no puede con un vaso de agua pero sí con una gran moto. Y es que el juego de contradicciones será continuamente utilizado para la risa y la sorpresa.

En !SKaerf no es tanto la complejidad técnica, que también está presente, sino la sutileza y la elegancia para presentar algunos trucos lo que más provoca asombro. De esta manera, los números más sencillos, pueden transformase a la vista en los más complejos.

La música es, sin duda, otro de los grandes protagonistas de la noche. Siete músicos en escena se encargarán de traer en vivo distintos ritmos que van desde la música gitana, hasta un ska con muchas reminiscencias de Mano Negra. Pero también serán los responsables de la ambientación sonora, capaz de transportarnos a selvas extrañas con ruidos de telas desgarradas y e instrumentos extraños.

En fin… Desprolijidad -prolija, sencillez-compleja, picardía-siniestra, belleza-fea y una larga lista de duplas extrañas hacen de !Skaerf una rareza digna de no dejar pasar.