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Comedia Nacional con aciertos y traspiés

El elenco oficial presenta una reposición y dos estrenos de obras concebidas por autores nacionales
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20 de marzo de 2016 a las 05:00
Después de un 2015 en el que la Comedia Nacional no realizó ningún estreno de autor uruguayo, –aquí vale aclarar que La tierra purpúrea, del inglés William Hudson, se desarrolla en la Banda Oriental– el elenco teatral se abocó este año a la dramaturgia nacional. Se trata de una apuesta decidida durante la gestión de Margarita Musto, que coincide con la vuelta de Mario Ferreira en febrero como director del elenco (estuvo al frente también entre 2008 y 2012) y en consonancia con reclamos en el sector.

Roberto Jones fue uno de los que se pronunció al respecto en entrevista con El Observador y recordó que uno de los propósitos del elenco teatral de la Intendencia de Montevideo es divulgar la obra de autores locales.

En ese contexto, la Comedia Nacional arrancó el año con una reposición y dos estrenos. Se trata de la vuelta a la sala Zavala Muniz de Las Maravillosas, de Taco Larreta, obra que se exhibió a fines de 2015 con la que se rinde tributo al intérprete fallecido en agosto del año pasado. En la sala principal del Solís se estrenó Maratón Liscano, sobre textos del escritor y exdirector de la Biblioteca Nacional Carlos Liscano, y en la Sala Verdi, Mar de fondo (un acting macho), ópera prima del miembro del elenco, Diego Arbelo. Las dos primeras bajan de cartel el 27 de marzo y la última el 3 de abril.

Amén del valor de la apuesta por la dramaturgia nacional, el desempeño de las tres obras es correcto, aunque no por ello consiguen robarle al espectador demasiadas emociones o reflexiones que perduren más allá de su visionado.

El universo de Liscano

La más interesante por su texto y su formato es Maratón Liscano, que forma parte del ciclo "Entre nosotros", por el cual los integrantes de la Comedia Nacional dirigen a sus compañeros. En este caso los roles se multiplican porque la obra presenta seis textos del literato nacido en 1949, cinco de ellos unipersonales y el otro protagonizado por una pareja de actores. Cada segmento está al mando de un integrante diferente del elenco.

El unipersonal es un formato poco explorado por la Comedia Nacional, por lo que resulta interesante ver a los intérpretes en ese rol, aunque las dimensiones de la sala principal seguramente no sean las más apropiadas para este tipo de obra.

Tres de los baluartes de la compañía, Leandro Núñez, Jimena Pérez y Roxana Blanco se lucen en Maratón Liscano. Núñez, hipnótico como siempre en su extrañeza, protagoniza Cambio de estilo, con dirección de Juan Antonio Saraví, un monólogo sobre la conveniencia o no de ir por la vida suscribiendo al "estilo idiota". Pérez desconcierta al público y hace lujo de la oscilación de estados con su papel en Problemas de la Sra. Macbeth, dirigida por Florencia Zabaleta.

Bajo la batuta de Andrés Papaleo, Blanco llena de fuerza y humor su personaje en La subvención, obra que trata sobre una dramaturga que quiere que el Ministerio de Cultura le pague un pasaje a un festival de teatro, dando pie a todo tipo de estrategias para conseguir su objetivo. Aquí Blanco se muestra locuaz, sexy, insegura, resentida y siempre convence.

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La irreverencia, dirigida por Gabriel Hermano y con actuación de Luis Martínez y Natalia Chiarelli, se centra en la burocracia y la obediencia ciega, dos temas muy presentes en la obra de Liscano. Con dirección de Fernando Vannet, Fabricio Galbiati protagoniza el breve texto Un ciudadano que trabaja y cumple con su deber. El monólogo, muy ligado a la dictadura (Liscano fue preso político durante 13 años), es quizás la nota más floja del espectáculo.

Con dirección de Lucía Sommer, Fernando Dianesi cierra con una gran interpretación el texto más largo y rico de los seis elegidos. Se trata de Retrato de pareja, un monólogo en el que un hombre se calza el delantal y se convierte en la voz de su mujer, quien le reclama y plantea múltiples cosas a un bolso negro que reposa en una silla. A través del humor negro que caracteriza la obra de Liscano, la pieza evidencia la violencia psicológica y corporal en la intimidad.

Cual Norman Bates en Psicosis, la personificación femenina del hombre genera resonancias macabras.

Lo viejo y lo nuevo

En 1998 Taco Larreta estrenó Las Maravillosas con las actrices de la Comedia Nacional Estela Medina, Elisa Contreras, Andrea Davidovics y Gloria Demassi. Mario Ferreira tenía planeado dirigir una adaptación de la obra del consagrado intérprete antes de que este falleciera, pero finalmente la reposición se produjo después de su deceso.

Se trata de una obra en base a relatos, que traza pinceladas de mujeres que protagonizaron para bien o para mal los dos últimos siglos de la historia uruguaya. Entre ellas se encuentra Celedonia Wich, asesinada por sus esclavas –y únicas mujeres que sufrieron la pena de muerte en el país–, Carlota Ferreira, Trinidad Guevara, Iris Cabezudo y Delmira Agustini, entre otras.

La puesta se aleja de la original, que estaba apegada al recitado y cuenta con una escenografía circular en la que los actores (Isabel Legarra, Alejandra Wolff, Lucía Sommer, Stefanie Neukirch, Daniel Spinno Lara y Fernando Vannet) se mueven con soltura. Es para destacar el gran trabajo corporal, coreográfico y expresivo, a cargo de Bernardo Trías.

Los actores interpretan canciones que cuentan con la dirección musical de Ney Peraza, hay poesía, baile y un vestuario armónico, pero sin embargo Las maravillosas no logra emocionar salvo en breves fragmentos como la canción que entona Vannet o la recreación del asesinato de Wich.

La puesta dinámica de Ferreira no logra paliar la falta de profundidad de las historias, que se quedan en la superficie de los personajes, ni evitar que se extrañe el formato de diálogo.
Por otro lado, resulta interesante que la Comedia Nacional auspicie la veta dramatúrgica de sus intérpretes como sucede con Mar de fondo, escrita y dirigida por Diego Arbelo y protagonizada por Lucio Hernández y Pablo Varrailhón.

La obra, que se representa para un máximo de 45 espectadores que se ubican en el escenario, está centrada en el universo actoral, desde la puesta en marcha de un personaje hasta la falsedad inherente a los estrenos, monólogo de Varrailhón que destaca por su ironía.

No obstante el buen desempeño de los actores, Mar de fondo resulta demasiado ensimismada y poco atractiva para el público que se encuentre un poco saturado de tanta metateatralidad.

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