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Comercio ilegal de animales es cada vez más grande en el sudeste asiático

Los conservacionistas creen que la presión internacional quizá sea crucial para convencer a los gobiernos asiáticos de cerrar las granjas de tigres, osos y otros animales silvestres
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26 de junio de 2017 a las 14:39
Por Rachel Nuwer, New York Times News Service

El tigre caminaba de ida y vuelta en su jaula, gimiendo tristemente. Un segundo gran felino dormía profundamente en el rincón, mientras el tercero miraba inexpresivamente a los barrotes.

Al lado de esta jaula estaba otra que contenía a tres tigres más, y después de esa otras tres jaulas: una hilera de pequeños corrales, cada uno con al menos un felino. Muy probablemente, ninguno viviría mucho tiempo.

Los tigres eran propiedad del Kings Romans Group, que opera un casino aquí, junto con hoteles, un campo de tiro, un ruedo para peleas de gallos y corridas de toros, un centro comercial con temática de Barrio Chino, y este zoológico destartalado.

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Hace 10 años, la compañía basada en Hong Kong firmó un contrato de arrendamiento con el gobierno laosiano para desarrollar este terreno de 31 kilómetros cuadrados en la provincia nororiental de Bokeo, justo al otro lado del río Mekong desde Tailandia. Se llama Zona Económica Especial del Triángulo Dorado.

La mayoría de los negocios en el complejo libre de aranceles son propiedad y atendidos por ciudadanos chinos y frecuentados por una clientela predominantemente china. Muchos son atraídos aquí por la promesa de vicios no tan fácilmente encontrados en su país, incluidos productos hechos a partir de animales exóticos como los tigres.

Los conservacionistas sostienen que este zoológico es realmente una granja que cría animales para el sacrificio, y que tiene un papel importante en perpetuar el comercio ilegal de fauna, intercambiando tigres con operaciones similares en Tailandia y sacrificando ilegalmente animales para aprovechar sus huesos, carne y otras partes.

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Tigres, osos, serpientes e incontables especies más, muchas en peligro de extinción, son mantenidos en granjas en todo el este asiático. Los operadores capturan animales ilegalmente en la naturaleza y luego los hacen pasar como criados en cautiverio, o reproducen a los animales en el sitio y los venden ilegalmente al comercio.

Estas instalaciones son parte de una industria del contrabando cuya rentabilidad según algunas estimaciones solo es superada por el comercio mundial de drogas y armas, y por el tráfico humano.

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Había pocos turistas en Kings Roman durante una visita reciente. La sensación de pueblo fantasma era reforzada por las tiendas con tablas en los escaparates, los sitios de construcción a medio terminar y los carteles que anunciaban eventos para fechas pasadas.

Pero los restaurantes en Kings Roman aún ofrecían platos costosos de garra de oso, pangolín (un mamífero escamoso en peligro de extinción) y carne de tigre sofrita, lo cual puede acompañarse con vino de tigre, un brebaje basado en granos en el cual se remojan durante meses los penes, huesos o esqueletos enteros de los felinos.

Cerca, media docena de joyerías y tiendas farmacéuticas exhibían dientes y garras de tigre a precios exorbitantes, así como tallas y virutas de cuernos de rinocerontes, y piel y marfil de elefantes.

"El lugar es un desastre", dijo Debbie Banks, de la Agencia de Investigación Ambiental sin fines de lucro en Londres. "Cualquier cosa se vale".

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En 2015, Banks y sus colegas, junto con el grupo sin fines de lucro Educación para la Naturaleza-Vietnam, reportaron que en la zona económica especial se vendían abiertamente comida, medicinas y joyería hechas a partir de numerosas especies protegidas, incluidos tigres, leopardos, rinocerontes, osos y elefantes.

Su documentación llevó al gobierno laosiano a hacer redadas en algunos negocios aquí y quemar algunas pieles de tigre frente a las cámaras de televisión. Pero Banks dijo que poco ha cambiado desde ese "esfuerzo cosmético".

Unos 700 tigres viven en granjas en Laos. Se cree que miles más son mantenidos en todo el sudeste asiático, y entre 5.000 y 6.000 más son albergados en más de 200 centros de reproducción en China. En estado natural permanecen menos de 4.000 de los grandes felinos; los tigres de granja ahora superan por mucho las poblaciones totales en la naturaleza.

En una conferencia internacional sobre el comercio de especies en peligro el otoño pasado, funcionarios del gobierno laosiano reconocieron un creciente problema con las granjas de animales salvajes y se comprometieron a cerrar las granjas de tigres del país. Hasta ahora, poco ha cambiado.

Una fuente que trabaja de cerca con el gobierno, quien pidió no ser identificada por temor a represalias, dijo que algunos políticos laosianos seguían profundamente involucrados con las granjas y que el departamento forestal del país carecía de autoridad para cerrarlos.

El representante estadounidense Ed Royce, republicano de California, quien es presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, ha identificado a Laos como un centro internacional para el tráfico ilegal de fauna, diciendo en 2015 que era "bastante claro que funcionarios están lucrando".

Funcionarios del gobierno laosiano no respondieron a repetidas solicitudes de comentarios.

Según la Convención sobre el Comercio Internacional en Especies en Peligro (o CITES, por su sigla en inglés), un tratado del cual China y todas las naciones del sudeste asiático son firmantes, los tigres tienen que ser reproducidos solo por motivos de conservación; no por sus partes, y no a una escala comercial que no beneficia a los tigres en la naturaleza.

En Laos y varios otros países asiáticos, sin embargo, los conservacionistas han recopilado amplia evidencia de que muchos zoológicos y granjas sirven como tapaderas de una reproducción comercial.

"Criar tigres para el comercio confunde a los consumidores y estimula la demanda", dijo Grace Ge Gabriel, directora regional para Asia del Fondo Internacional para el Bienestar de los Animales.

En 2016, el Templo del Tigre en Tailandia acaparó titulares cuando se acusó a los monjes ahí de abusar de los tigres y venderlos al comercio ilegal de fauna. Eventualmente, 40 cachorros muertos fueron descubiertos en un congelador, junto con pieles y otros productos de los animales salvajes.

Tailandia tiene unos 1.450 tigres en cautiverio, la mayoría de lo cuales son mantenidos en atracciones populares como el Templo del Tigre, donde los turistas pagan por tomarse fotografías y jugar con los cachorros y los adultos jóvenes.

Cuando los tigres alcanzan la madurez sexual y ya no pueden ser manejados de manera segura, a menudo desaparecen, vendidos en el mercado negro por hasta 50.000 dólares, según Karl Ammann, un cineasta investigador basado en Kenia que está haciendo un documental sobre la industria de la crianza de tigres.

Los conservacionistas también han acusado a las granjas de tigres en China ⎯ dos de las cuales son apoyadas por inversión del gobierno ⎯ de actividades ilegales.

Aunque los tigres son los más polémicos de la fauna reproducida en cautiverio en Asia, de ninguna manera son la única especie atrapada en la industria.


Unos 10.000 osos son mantenidos ilegalmente en granjas chinas por su bilis, un ingrediente en la medicina tradicional que es recolectado a través de un tubo implantado permanentemente en las vesículas biliares de los animales, o a través de un hoyo en sus abdómenes.

Incontables especies adicionales ⎯ cocodrilos, puercoespines, pitones, ciervos y más ⎯ también son criadas en toda China y el sudeste asiático.

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Algunos proponentes, incluidos funcionarios del gobierno, creen que esas instalaciones deberían ser legales y alentadas, argumentando que alivian la presión para cazar animales en la naturaleza al saciar la demanda con animales criados en cautiverio.

Otros dicen que no hay evidencia que respalde esta afirmación. "No puedo pensar en una sola especie en el sudeste asiático que se beneficie de la crianza en cautiverio comercial", dijo Chris Shepherd, director regional para el sudeste asiático de Traffic, un grupo sin fines de lucro que monitorea el comercio de animales salvajes.

Escuchando estos argumentos, representantes del gobierno laosiano que asistieron a una importante reunión de Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) en septiembre pasado anunciaron su intención de poner fin a las granjas de tigres en su país.

Organizaciones no gubernamentales internacionales están asesorando a las autoridades laosianas sobre cómo cumplir con ese anuncio, pero no hubo avances hasta la fecha.

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Aun cuando las autoridades actúen para cerrar las granjas, qué hacer con los más de 700 tigres cautivos del país es un desafío. Aplicarles la eutanasia atraería una indeseada atención de los medios, pero liberarlos en la naturaleza no es una opción. No hay muchas presas, y los tigres carecen de habilidades de supervivencia y no temen a los humanos.

Animals Asia opera un centro de rehabilitación cerca de Hanoi que alberga a 160 osos rescatados del comercio, pero el centro tiene permiso para mantener solo 200 animales. Aun cuando se eliminara el tope, sin embargo, el grupo carece de los fondos y el espacio para atender a todos los osos cautivos restantes de Vietnam.

"Obviamente, no podemos hacer todo esto solos", dijo Tuan Bendixsen, director en Vietnam de Animals Asia. "El gobierno debe asumir la responsabilidad por su fauna".

Los conservacionistas creen que la presión internacional quizá sea crucial para convencer a los gobiernos asiáticos de cerrar las granjas de tigres, osos y otros animales silvestres, pero que la efectividad de la estrategia se ve comprometida por un hecho incómodo: unos 5.000 tigres son mantenidos en patios, zoológicos e incluso paraderos de camiones en todo Estados Unidos.

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