El culto a la muerte en México ya se practicaba en la época precolombina. Como en una escena de película, cientos de "catrinas", calaveras vestidas de forma elegante, desfilan por la emblemática avenida Reforma de la Ciudad de México ante miles de espectadores, al llegar la época del año en que los mexicanos celebran la muerte.
Para la Iglesia Católica, este día se dedica al recuerdo de quienes murieron y que aún vagan por la tierra sin encontrar un lugar de reposo.
El ambiente se llena de los colores del papel picado, el olor a flor de cempasúchil y el sabor del pan de muerto.
El Día de Muertos es la fiesta tradicional mexicana en la que, según la creencia popular, los difuntos visitan el mundo de los vivos. En un altar se dejan elementos como fotografías, veladoras, calaveras, comida y bebida para deleite del visitante del otro mundo.
En el Estado de México la celebración del día de muertos inicia la tarde del 31 de octubre, los panteones se van llenando poco a poco de personas que van a decorar y limpiar las tumbas. Al día siguiente es el turno de decorar los mausoleos y lápidas de los adultos, es común ver mariachis y músicos ofreciendo sus servicios para poder alegrar el rato.
El 1 de noviembre se recuerda a los niños fallecidos, mientras el 2 de noviembre está dedicado a los difuntos que partieron en edad adulta.
La Ciudad de México se pone de fiesta durante las celebraciones, y los altares y calaveras aparecen por toda la ciudad desde mediados de octubre.
Aunque la costumbre tiene sus orígenes en prácticas prehispánicas, ha logrado adaptarse a las generaciones actuales combinando elementos tradicionales con otros de actualidad. De esta manera, la fiesta de la muerte se ha mantenido irónicamente viva a través de los años.
En el Estadio Olímpico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se exhiben cientos de altares demuertos hechos por estudiantes de distintas facultades.
También se realizan representaciones teatrales, lecturas de poesía, conciertos y otras actividades alusivas a la muerte.
La embajada de México en Asunción rindió hoy homenaje al mítico actor mexicano Roberto Gómez Bolaños "Chespirito", al artesano paraguayo Zenón Páez y al músico también paraguayo Jorge Garbett con un colorido Altar de los Muertos instalado en su sede diplomática en Asunción.
Retratos de "Chespirito", Paéz, Garbett y también del académico mexicano Hugo Gutiérrez Vega presiden el altar tamizado con flores hechas de papel violeta, naranja y amarillo, y rodeadas de imágenes de calaveras de distintos tamaños y colores en el salón de entrada de la embajada de México en la capital paraguaya.
Los colores, los regalos, las 'catrinas', que son una suerte de cráneos simpáticos, y los rituales de homenaje son elementos clave para 'festejar' el popular Día de los Muertos, que ha adoptado la tradición mexicana en algunas de las principales ciudades brasileñas.
Lejos de cerrar sus puertas como antaño, este año en Brasil son numerosos los restaurantes, teatros y museos que ofrecen una programación especial a sus visitantes, siguiendo la moda mexicana.
Según la tradición, en este período los muertos vuelven del más allá para visitar a sus parientes y ese ha sido el tema que diversos museos en Sao Paulo han elegido para protagonizar su programación estos días con horarios especiales.
Un grupo mexicano de mariachis, comida típica, visitas guiadas o talleres educativos durante todo el día, son algunas de las actividades centradas en Frida Kahlo que el Instituto ofrecerá.
El ocaso, la incandescencia de las candelas y el sentir de la gente son los elementos que ayudan a crear una de las estampas más coloridas de esta celebración en Guatemala.
Familias completas recuerdan a sus familiares enterrados, prenden una vela y esperan al anochecer.
Al fondo de estos familiares compungidos llenos de recuerdos y dolor se ve el lago de Atitlán, considerado como una de las cuencas más bellas del país y uno de los puntos turísticos más visitados de Guatemala.
En Bolivia se tiene la creencia de que a mediodía del 1 de noviembre las almas de los difuntos descienden desde los cielos para comer y beber lo que en vida les gustaba, y por ello, se montan estos altares con comida, panes y bebidas.
Esta celebración se entrelaza con la del Día de los Difuntos o Día de las Almas, que se celebra el 2 de noviembre y es cuando, según la creencia popular, los antepasados dejan este mundo tras haberlo visitado durante un día.
Para facilitar el transporte de las almas, los bolivianos preparan panes con diversas formas, entre ellas, hogazas en forma de escaleras y de llamas, los camélidos característicos del altiplano, y las "t'ant'awawas", unos panes antropomórficos que llevan una cara hecha de cerámica que representa al muerto recordado.
En La Paz, donde esta costumbre está muy arraigada, se instaló una feria en la plaza de San Francisco, donde decenas de panaderos venden desde hace unos días panes, pastelillos y dulces para que sus compradores armen sus altares en casa.
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