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Comunicando el campo

Columna de opinión publicada en El Observador Agropecuario
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16 de diciembre de 2016 a las 05:00

Por Lautaro Pérez Rocha (*), especial para El Observador

El problema del antagonismo entre el campo y la ciudad –y la pobre y muchas veces distorsionada reputación del agro en el imaginario colectivo nacional– es histórico y es cultural. No valoramos al productor ni al sector agropecuario y los del campo son, en resumidas cuentas, un grupo de oligarcas en 4x4 que poco y nada trabajan, que tienen mucho dinero (lo cual está mal si son ellos, pero no para cualquier futbolista que amase una fortuna), que se quejan todo el tiempo y que en setiembre de cada año van al Prado a pasear los toros. Probablemente, alguna investigación nos diría que, para la mayoría de la población, el agro es lejano, desconocido, y de bajo aporte a la sociedad.

Que esto sea así es en parte responsabilidad de los mismos productores, sus gremiales e instituciones. Buena parte del discurso oficial desde las representaciones agropecuarias ha merodeado siempre los mismos ejes temáticos. El costo del Estado, la carga impositiva, el atraso cambiario, los malvados frigoríficos, la infraestructura dantesca. No me extrañaría que encontráramos que más de la mitad de los temas que hablan del agro en los medios sean alguno de estos. Relevantes, por supuesto.

La población en general desconoce el campo, lo que escucha es un milongueo del llanto

Pero el problema es que ha habido un sobrepastoreo del discurso, no se ha construido un relato verdadero, una historia auténtica y genuina del campo y su familia. Y he aquí lo que pudo haber pasado. La población en general desconoce el campo, lo que escucha es un milongueo del llanto, otros han narrado la historia que se les ha antojado, y la gente –que precisa simplificar la realidad en su cabeza– ha encasillado el campo en el lugar inapropiado.

Desde luego esa categorización ignora lo que es el agro para Uruguay. Desconoce que la mayor empresa privada del país es una cooperativa de productores y que las tres cuartas partes de las exportaciones de productos son agropecuarias. No sabe del trabajo y el sacrificio de la familia rural. No sabe que el productor es un emprendedor por naturaleza (¿quiénes trabajan a más largo plazo, quiénes han fracasado más veces, quiénes tomado más riesgos que ellos, quiénes creen tanto en lo que no ven ni pueden controlar?). No sabe que uno de cada tres dólares emitidos en la Bolsa de Valores son del agro, ni de los miles de millones anuales que se invierten y se transan por año en el campo. No percibe que buena parte de los alimentos que lleva a su boca resultan de un largo trabajo cargado de amor y pasión. La lista sería infinita. La atención de la población está en otras cosas y lo que escucha y lee del agro es el relato equivocado.

¿Es necesario revertir esto? Desde luego que sí. Por la elemental razón que el agro es uno de los principales activos y lo que sustenta al país. Su raíz más honda. Tenemos que tener un Uruguay más agro, una sociedad más vinculada a él. ¿Cómo contagiamos? En primer lugar, el ser humano piensa en narrativas, no en información. Hay que contar bien la historia de lo que el campo realmente es. Hay que romper con la imagen proyectada del sector, con la representación que tiene la opinión pública.

Con la imagen actual, con la milonga del llanto y con el desconocimiento generalizado, difícilmente logremos avances. Como todo sector económico hay que invertir en construir una imagen positiva, comunicar las contribuciones y sensibilizar al sector político y a toda la sociedad. En segundo lugar, hay que involucrar a las personas y a las comunidades. Generar mecanismos masivos e invitarlos a observar, participar, invertir, a que sean parte de alguna forma.

Involucrar a las comunidades, incluir a cada localidad por ejemplo en funciones de contralor o de consumo. Si lo que yo consumo viene de un lugar y de gente que conozco, de mi zona, y que de alguna manera tengo cierto control, desde luego que me involucro más. Eso acerca, recorta las distancias. De boca en boca, nada más poderoso.

En fin, ¿por qué no soñar con que el campo, nuestro campo, sea el cuadro con más hinchas del país?

(*) [email protected]

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