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Contacto con Héctor Amodio Pérez

El legendario extupamaro acusado de traición por el MLN mantuvo varias conversaciones con El Observador y respondió a 15 preguntas por escrito
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21 de mayo de 2013 a las 13:57

“Sí, es el Negro”, dijo el veterano dirigente tupamaro Julio Marenales cuando le mostraron algunas de las cartas que llegaron a varios medios de comunicación, fechadas en España y firmadas por un presunto Héctor Amodio Pérez, dirigente tupamaro considerado por el MLN como el mayor traidor que contribuyó al demembramiento de la guerrilla en la década de los 70. Desde entonces la figura de Amodio ha sido la de un fantasma legendario, que los tupamaros intentaron asesinar en varias ocasiones y cuyo paradero se desconoce.

Los medios que recibieron las misivas decidieron no publicarlas al no estar 100% seguros de su autenticidad. A juicio de El Observador, los grados de certeza de si se trataba o no de Amodio aumentaron de manera importante cuando este le envió una carta personal a otro extupamaro, Marcelo Estefanell, en la que aludía a circunstancias del pasado que solo ellos dos podían conocer. Para Estefanell, como para Marenales y otros tupamaros, no quedan dudas: “Es Amodio”, declaró a El Observador, medio que no había recibido ninguna de estas misivas.

Hace unos días en su portal web El Observador publicó 15 preguntas que sería pertinente hacerle a Amodio. Desde entonces, el exdirigente tupamaro mantuvo varios contactos directos con el diario. En uno de esas conversaciones, se le plantearon dos preguntas con hechos poco conocidos extraídos del extenso periplo de Amodio como guerrillero y, sin dudarlo, este dio las respuestas correctas.

En consideración de estas circunstancias es que El Observador publica a continuación las respuestas que Amodio Pérez hizo llegar por escrito al diario en relación a aquellas 15 preguntas publicadas el 11 de mayo:


“Sábado, 11 de mayo de 2013. Como todos los días, después de desayunar, abro el correo. El Observador ha decidido hacerme quince preguntas, una vez que se ha convencido que soy yo el autor de las cartas que El País, la diaria, La República y Brecha han recibido desde marzo, además de la enviada a Marcelo Estefanell. No se menciona para nada una carta enviada el 26 de abril desde Córdoba, por lo que ignoro si no la han recibido o están dosificando la información, para ver qué pasa.

Paradojas de la vida. Un diario que ignoré como destinatario de mis cartas es el primero que está dispuesto a darme voz.

Aquellos que pregonan su condición de periodistas independientes y que se han hecho portavoces de una mentira histórica que no resiste un simple análisis hacen malabares para ocultar lo que digo, y me exigen a mí pruebas de lo que afirmo sin exigirle lo más mínimo a quienes durante estos cuarenta años se han servido de la mentira para ocultar su responsabilidad en la debacle del MLN, que alcanzó su momento culminante en 1972 pero que fue iniciada tiempo antes, en los patios y celdarios del Penal de Punta Carretas.

Mientras, cualquier aprovechado tuvo carta blanca para decir de mí lo que se le ocurriera, dando voz y credibilidad a todo aquel que estuviera dispuesto a enchastrarme.

1. ¿En qué momento y por qué usted decide comenzar a colaborar con los militares?

1. En junio de 1972. Wassen había sido trasladado al Florida para participar en las negociaciones acerca de una posible tregua, iniciativa que partió de Fernández Huidobro. Como ya expliqué anteriormente, el que dio los datos para la ubicación de la Cárcel del Pueblo fue Wassen, lo que acordamos él, Wolff y yo, hecho que hoy es aceptado, asumido e incluso perdonado, pero que en mayo de 1972 fue el punto de partida para mi acusación. Wassen quiso informarme de que él ya había hecho suya la responsabilidad, pese a lo cual el MLN mantuvo que era yo “el delator” y yo le informé acerca de las discusiones mantenidas por mí con Sendic y Marenales y juntos llegamos a la conclusión de que se me tomaba por “cabeza de turco”.

2. ¿En qué consistió esa colaboración?

2. Las FF.AA. entraron en la represión sin tener idea de nada. La Policía les pasó parte de la documentación que tenía acumulada, pero eso fue como si a un niño que está aprendiendo a leer y escribir se le pide un análisis de La Odisea. Cada unidad actuaba por su cuenta, en base a criterios propios, sin que hubiera ninguna coordinación entre ellas. Ello produjo en unos pocos días un caos total, ya que los detenidos lo eran por docenas y cada uno proporcionaba información en base a nombres y seudónimos que se repetían docenas de veces. Así, una unidad del interior tenía detenidos a militantes que eran buscados en Montevideo y viceversa. Lo mismo pasaba con los locales: el mismo local era señalado por tres o cuatro detenidos, lo que produjo allanamientos casi simultáneos, produciéndose enfrentamientos entre las unidades intervinientes, incluso con muertes de por medio entre las FFAA. El estado mayor de entonces había creado una repartición, la OCOA, pero sin dotarla de medios ni personal capacitado. (Armando) Méndez, en esos momentos teniente segundo, era el único oficial que valoraba la importancia de la coordinación entre las unidades, y ya a poco de mi detención me propuso “ordenarle los papeles” a cambio de mi liberación posterior. Yo me di cuenta de que era una labor imposible, y así se lo manifesté a Méndez, y cuando Alicia (Rey Morales) fue trasladada al (Batallón) Florida (mi exigencia de su traslado coincidió con el pedido de su presencia hecho por los otros presos que iban a participar en las negociaciones) retomé la iniciativa de Méndez como medio de lograr nuestra libertad. No nos quedaba otra alternativa. Méndez aceptó, previa consulta con (el general Esteban) Cristi. El intento duró apenas unos días, ya que a lo inútil de la tarea se unió el intento de secuestro de Méndez, fraguado entre Fernández Huidobro y el propio Wassen, que Alicia y yo desbaratamos. Esto fue lo fundamental, aunque Cristi puso como condición adicional que testificáramos contra (el senador Enrique) Erro, ya que dudaban que los demás que lo habían señalado como colaborador (Fernández Huidobro, Rosencoff y Maneras) lo hicieran ante el juez.

3. ¿Por qué llegó al extremo de salir vestido de militar a marcar gente por la calle?

3. Eso forma parte de la estrategia para acusarme. Nunca lo hice. Como a todos los detenidos, se nos vestía de soldados para los traslados, ya fueran a los juzgados, al hospital o a visitar a nuestros padres, que de todo hubo y no he sido el único. ¿Por qué nunca se ha señalado a los que “marqué? ¿Por qué, si eso hubiera sido verdad el MLN no modificó nunca la forma en que se producían los encuentros callejeros?

4. ¿Qué dice a los rumores acerca de que usted era un infiltrado desde antes de empezar a colaborar?

4. Según todos los códigos éticos por los que la prensa se rige, los rumores exigen confirmación, y en lo que a mí respecta, esos no han sido confirmados nunca. Lo mismo sucede con las afirmaciones realizadas por historiadores, escritores, politólogos y comentólogos varios. Por el contrario, los rumores se han visto aumentados por
maquinaciones de todo calibre y que más bien responden a ajustes de cuentas personales de ex compañeros a los que en su momento tuve que enfrentarme por cuestiones organizativas y han pretendido “ajustarme las cuentas”.

5. ¿Es cierto que hizo trabajos para el Mossad israelí y para la CIA estadounidense?

5. Sí. Cuando en 1968, a iniciativa de Fernández Huidobro y Sendic me incorporo al Comité Ejecutivo del MLN, el Mossad me asigna la tarea de desarrollar el proceso de descentralización organizativa, que tendrá como exponente máximo de su éxito a la columna 15, antaño tan denostada y hoy ejemplo de trabajo eficaz.
El Mossad fue también el que me asesoró en todo lo que tenía que ver con la planificación de las acciones, seguridad de los locales en que funcionábamos, etc.
No desperté el interés de la CIA hasta la primera fuga de la Cárcel de Mujeres, en la que no participé pero contribuí a planificar. A partir de ahí todo mi accionar será supervisado por la CIA: (el comisario Héctor) Morán Charquero, General Motors, Pelegrini Giampietro y la negociación para su liberación, el Francés Italiano, la toma de Pando, el perfeccionamiento del servicio de documentación, la falsificación de cheques de grandes empresas que durante un tiempo nos permitió financiarnos sin asaltar bancos, la falsificación de los billetes de 5.000 pesos y la inconclusa de los de 100 dólares... para por fin, a pedido de Zabalza y Mujica hacerme cargo de la segunda fuga de Punta Carretas. Producida la misma se me asigna la responsabilidad de organizar el Servicio de Inteligencia del MLN, tarea frustrada por el devenir de los hechos que se producirán de inmediato, consecuencia lógica de los desmanes organizativos y estratégicos que se habían llevado a cabo, pese a mis planteos en contrario, sugeridos ya no por la CIA sino por el FBI.

6. ¿Cuánto pesó en su decisión de colaborar el hecho de que su pareja Alicia Rey Morales hubiese sido detenida?

6. Alicia no fue detenida: se entregó para facilitar la fuga de quienes la acompañaban en esos momentos, entre ellos el actual presidente uruguayo, el señor José Mujica Cordano, en esos momentos el compañero Ulpiano. Si bien el resultado es el mismo, hay diferencias entre ser detenido y hacerse detener para salvar a compañeros.
Pero reconozco que tuvo una importancia fundamental. Wolff y yo habíamos salido a buscar ayuda (hoy sé que a casa de Marcelo Stefanell) y Alicia tomó su decisión cuando yo ya no podía ayudarla. Los beneficiarios de la decisión de Alicia ni siquiera lo intentaron. Cuando mantengo la última discusión con Marenales, Sendic y Engler en el Santiso, ninguno de los tres tuvo alguna palabra de reconocimiento de su gesto, al contrario de los demás presentes en el local, entre ellos el Coco Recalde, Efraín Martínez Platero, Tabaré Rivero Cedrés, Wolff, Mujica y muchos más de los que ignoro su nombre.

7 A usted se le endilga parte de la derrota militar, ¿cuál era el estado de la organización guerrillera cuando usted cayó preso?

7. Según Zabalza, que da amplios detalles en (el libro de Hugo Fontana) “La piel del otro” de las actividades divisionistas de las que tomó parte junto al actual ministro de Defensa y a Raúl Sendic, de cuya biografía se han borrado todos los errores y horrores cometidos por él y/o en su nombre, se produjo el 16 de marzo de 1972 una reunión que acabará con las formas organizativas que habían permitido el desarrollo a partir de 1968 y que hicieron posible superar las consecuencias de Pando y la debacle producida por las caídas de Almería. A partir del 14 de abril, como resultado de la forma desaprensiva en que se pone en marcha el plan Hipólito, la aventura descabellada del Segundo Frente y la desaparición de las formas organizativas, el MLN se autodisuelve. Pese a que se dice que estaba desconectado y que no recibía información, participé en varias reuniones donde se discutió qué camino seguir. Siempre propuse replegarnos, desaparecer de las calles y tratar de recomponer lo que quedara. En abril creí que algo era salvable. Prueba de ello es la nota que el Ejecutivo recibió a principios de mayo de 1972, y que algunos han publicado como mi pedido de baja. Después pude comprobar que no. El MLN estaba liquidado. El resultado hubiera sido el mismo. Quizás las FFAA habrían tardado un mes más, dos, en el mejor de los casos.

8 ¿Cómo y por qué fue dado de baja del MLN?

8. Nunca fui dado de baja. Es cierto que la pedí pero se me negó. A un dirigente que ha ocupado los puestos que ocupaste, no se le da la baja, palabras más o menos, de boca de Marenales y Sendic. Darme la baja hubiera sido tener que explicar las razones, y eso fue lo que se quiso evitar. Si como se dice estaba desmoralizado, pesimista, desplazado y ya se pensaba que iba a “traicionar”, quedaban dos soluciones: tenerme controlado en un local lo más seguro posible o pegarme un tiro.
Sin embargo, lo que se hizo fue ponerme en circulación, enviándome a un local que se sabía quemado. Lo demás vendrá por añadidura.

9 ¿Qué piensa del nivel de autocrítica que hizo el MLN sobre acciones como la ejecución del peón Pascasio Báez?

9. Hasta diciembre de 1971, fecha en que se produce la muerte de Pascasio Báez, todas las decisiones de esa envergadura eran consultadas por la Dirección del MLN con los organismos intermedios. Esa decisión no se consultó, ya que en esos momentos yo integraba el Comando General de Montevideo y me enteré de lo sucedido estando preso, creo que en el Florida. Ignoro los alcances de la autocrítica, ya que solo conozco lo que el MLN ha tenido a bien comunicar y las apreciaciones de Zabalza. Ahora bien, el MLN en su conjunto nunca hizo autocríticas profundas sobre ningún tema, y los que lo hicimos tuvimos que soportar algunas bromas provenientes de algún insigne líder, que nos bautizó como “los camióncríticos”, dando pruebas de lo mucho que le importaban. En cuanto a las apreciaciones de Zabalza, él desvía toda la responsabilidad hacia Píriz Budes, ocultando que la tatucera era de la columna del Interior, cuyo gran timonel era el compañero Raúl Sendic y dudo mucho, pero que muy mucho que su opinión no hubiera sido tenida en cuenta si hubiese sido en sentido contrario al adoptado. Nada tiene que ver la muerte de Pascasio Báez ni las otras posibles formas de evitar su denuncia ni con la Justicia Revolucionaria ni con el Segundo Poder que reivindicábamos como derechos. Responde a la desvalorización de la vida que de manera inexorable nos fue invadiendo, dándole más valor a las cosas materiales, todo lo contrario a los criterios que hasta entonces se habían mantenido y que arrancan en 1966.
Es, simplemente un crimen, no tiene justificación ninguna.

10 ¿Cómo ve actualmente un gobierno liderado por un tupamaro?

10. Lo veo coherente con la evolución política, no solo de Uruguay sino de América Latina. El triunfo electoral del FA es consecuencia de la suma de todo lo ocurrido por lo menos desde 1960, MLN incluido. De vez en cuando convendría aclarar, ante las críticas de que el MLN inició y desarrolló su accionar bajo gobiernos democráticos, que los mismos se sustentaban en leyes electorales tramposas, que permitían que solo los partidos tradicionales pudieran gobernar, para satisfacer sus intereses económicos. No me corresponde juzgar cómo lo hace.

11 ¿Cómo y hacia dónde fue su salida de Uruguay en los 70?
11. En auto y hacia Brasil. Nos dejaron en la frontera en Rivera.

12 ¿Qué hizo y de qué vivió estos 40 años?

12. He vivido de mi trabajo y aún lo sigo haciendo.

13. ¿Los militares sabían de su paradero?

13. Nunca, al menos por mi parte.

14 ¿Sabía que el MLN lo buscaba para matarlo?

14. Esta pregunta ya la contesté en la reunión del IMES, mayo de 1973. (Alude a una reunión con políticos en el Instituto Militar de Estudios Superiores, aunque El Observador no está en condiciones de aclarar cuál es la respuesta a la pregunta).

15 ¿Por qué piensa que quisieron matarlo a usted y no a Píriz Budes, el otro traidor que nunca se fue de Uruguay y todo el mundo sabe dónde vive?

15. La pregunta es capciosa, ya que se refiere a Píriz Budes como el “otro traidor”. La respuesta es bien sencilla: yo discutí las decisiones del MLN y las combatí en la medida de mis posibilidades, mientras que Píriz Budes es corresponsable de haberlas tomado.

Creo haber dado cumplida respuesta a su cuestionario.
Héctor Amodio Pérez”.

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