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Crecer no es tan fácil
La ausencia de requisitos esenciales debilita de entrada la campaña anunciada por el PIT-CNT para aumentar la baja afiliación actual de trabajadores. Uno es la renuencia a equilibrar sus demandas laborales con las realidades que vive el país en el campo económico. Otra es la persistente incidencia de ideología política en algunos temas, actitud que desnaturaliza la función natural de una central sindical. Y a ello se agrega la tendencia a tomar medidas de fuerza sin pasar por etapas previas de diálogo, a realizar paros sorpresivos en el transporte y a tomar medidas por temas políticos y no gremiales, y a adoptar medidas como las ocupaciones o piquetes que hipotecan la buena voluntad de la población y de muchos trabajadores. Mientras no se subsanen estos temas, de poco servirá la campaña casa por casa y en lugares públicos para atraer más trabajadores a los sindicatos.
Aunque el PIT-CNT ha aumentado considerablemente el volumen de afiliados, el total alcanza apenas al 22% de la población económicamente activa, según un estudio de la consultora Equipos. El 75% de los trabajadores del país no pertenece a un sindicato, en tanto el 3% dijo ignorar si es miembro de alguno. La mayor escasez de afiliaciones se registra en las áreas de trabajo doméstico, rural y en el vasto sector de comercio y servicios. La campaña del PIT-CNT puede lograr algún aumento de adhesiones. Pero el amplio éxito buscado seguirá esquivo mientras no adecue su funcionamiento a los fines estrictos que corresponden a una central sindical.
Es lógico que luche siempre por mejorar salarios y condiciones laborales, que es la razón de ser de su existencia. Contradice esa responsabilidad, sin embargo, cuando desata una conflictividad desbordada en respaldo de exigencias imposibles. Aunque persisten ingresos bajos en algunas áreas, el salario real ha aumentado agudamente en los últimos 10 años bajo los dos gobiernos del Frente Amplio. Pero la década de bonanza exportadora que financió el costo de esa política laboral terminó hace dos años. De un crecimiento anual promedial del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) se ha pasado a 2% o aun menos para este año y el próximo, con perspectivas de empeoramiento por la caída de las exportaciones y de los precios de los productos relevantes para Uruguay.
Esta perspectiva justifica la tardía moderación que quiere imponer el gobierno, con cierta flexibilización sin pérdida de salario real en el sector privado y aumentos cautelosos para los públicos. Pero el PIT-CNT se empecina en que el salario real crezca igual que un PIB que se mantiene incierto, camino errado en los actuales momentos de apretura financiera porque alimentaría la ya abultada inflación y el desempleo por menor actividad y cierre de empresas. Por otra parte, la defensa de los derechos de los trabajadores nada tiene que ver con sus incursiones en temas políticos de raíz ideológica. Un ejemplo notorio es su rechazo del acuerdo internacional de servicios TISA, que promueve Estados Unidos e incluye a una treintena de naciones desarrolladas y emergentes. Antes fue oponerse al TLC con Estados Unidos. A veces es la defensa de Maduro o de Castro. Y el recurso a paros sorpresivos o injustificados, que irritan a la población cuando le impiden ir a trabajar o volver a sus hogares o estudiar o atenderse en un hospital, es otro rubro que los sindicatos del PIT-CNT tienen que corregir. De lo contrario será improbable la buena voluntad popular que conduzca a afiliaciones masivas de trabajadores.
