Formando un pasillo, cuatro cuerdas de tambores despiden al ritmo del candombe a los invitados y ganadores de los Premios Platino al cine Iberoamericano, otorgados en Punta del Este. En el medio de esa pasarela musical, una pareja baila a los saltos. Por detrás de todos, Ricardo Darín se mete disimuladamente a la fiesta pos ceremonia con su premio de Honor en la mano.
El director colombiano Ciro Guerra se pasea con su premio con la cara de un niño al que acaban de darle el juguete que había pedido, mientras que uno de los protagonistas de la película El abrazo de la serpiente, Antonio Bolívar, con una corona de plumas indígena sobre su cabeza, responde a los pedidos de fotos, que se acumulan como si fuera Tom Cruise.
Así fue el final de la gala de los Platino, una ceremonia que en su tercera edición manifestó nuevamente su intención de consolidarse como un evento importante en el calendario del cine en español y portugués de América y la península Ibérica. Y si lo que se vió en el flamante Centro de Convenciones de Punta del Este –tan flamante que aún estaba en obras al momento de la ceremonia, y el acceso se producía por una camino de barro y piedras– es una muestra de esa intención, los Platino van por buen camino.
A nivel de espectacularidad y escala, la ceremonia no tuvo nada que envidiarle a otros galardones cinematográficos de otras partes del mundo que pueden verse por aquí (ver columna), y también contó con varios momentos destacados que la hicieron llamativa para los espectadores, más allá de aciertos o errores al momento de la confección de la ceremonia.
El mencionado filme colombiano se fue de Punta del Este como el gran ganador. Siete estatuillas (cuatro de ellas entregadas a lo largo de cinco minutos, lo que sacó algunas sonrisas a los presentadores), premiaron su destacado trabajo visual y narrativo, incluidos los premios a mejor director, para Guerra, y el de Mejor película de ficción.
Con un relato basado en la búsqueda de una planta mística por parte de dos exploradores (uno en 1909 y otro en 1940) en la selva amazónica, donde entran en contacto con diferentes comunidades indígenas, este filme en blanco y negro (que estuvo entre los nominados al Oscar a mejor película extranjera en la edición más reciente), estuvo durante varios años en desarrollo, y fue gracias a la ayuda de los propios indígenas, involucrados en el rodaje tanto delante como detrás de cámaras, que el proyeto de Guerra pudo prosperar.
Otro filme con una trama sobre las comunidades indígenas que participó en la competencia fue Ixcanul. La película guatemalteca de Jayro Bustamante llegó como una posible contendiente, con su Oso de plata en el festival de Berlín a cuestas, aunque finalmente se llevó solamente el premio a Mejor ópera prima.
Los argentinos Dolores Fonzi y Guillermo Francella, por Paulina y El clan, respectivamente, se llevaron los premios actorales, en una jornada que reconoció a talentos y películas muy diferentes entre sí, pero que compartieron la intención de unir y generar un espacio en conjunto para el cine iberoamericano, un mensaje repetido hasta el hartazgo por organizadores, ganadores y presentadores.
La gala de los Premios Platino demostró algunos momentos de los que ceremonias como las de los Oscars podrían tomar nota. Quizás por una cuestión de disponer una menor cantidad de premios para entregar, o simplemente por una cuestión de contar con un guión más ágil, la ceremonia se hizo dinámica y entretenida, a pesar de contar con una duración de dos horas y media (media hora más de lo previsto originalmente).
Tanto el mexicano Adal Ramones, como el español Santiago Segura lograron conducir con éxito la entrega, y sobre todo en el caso del creador de la saga Torrente lograron hacer reír al público con chistes certeros, que se burlaron desde los temas de las películas nominadas hasta de eventos políticos de la región como el escándalo del convento en Argentina en el que el exfuncionario José López escondió US$ 9 millones. Natalia Oreiro demostró que no es presentadora por naturaleza, aunque tuvo algunos momentos divertidos con Segura y algunos integrantes del público.
Algo que puede remarcarse es que para tratarse de una ceremonia dedicada a premios cinematográficos, hubo demasiados momentos musicales, playbacks incluídos. Otro punto que restó algún punto fue el hecho de que la obra en el Centro de Convenciones aún continuara en proceso, o que solo hubiera un baño para ambos sexos, y que compartieron desde las celebridades hasta los anónimos, pero esto es un aspecto relativamente menor, considerando que el local estuvo a la altura de las circunstancias.
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