Salud > DISFAGIA

Cuando deglutir se convierte en un drama

La disfagia, incapacidad clínica para tragar, encuentra en la tecnología un aliado ante su anonimato en la sociedad
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16 de abril de 2016 a las 05:00
El día de Samantha Anderson comenzó como cualquier otro. Hizo su usual desayuno de té y tostadas y dejó que su mente deambulara mientras daba la primera mordida a su comida. Pero de repente, nada. No había logrado tragar. Intentó nuevamente, pero la garganta no logró cumplir su función y, entonces, comenzó a ahogarse. Tosió una, dos y tres veces, y esa tercera le permitió expulsar la tostada de su garganta. Aunque no comprendía qué estaba sucediendo, intentó con otro pedazo de tostada. Pero el problema se repitió. Para entonces Anderson, de 39 años, había perdido la capacidad de tragar.

La gente con dificultades para deglutir se puede atragantar fácilmente. Puede respirar comida o agua y desarrollar neumonía por aspiración, o puede que ingiera tan poco alimento que se deshidraten y desnutran. Sus dientes pueden empezar a pudrirse y su salud psicológica decae. Si la condición empeora, pueden verse limitados a una dieta estrictamente líquida o a ser alimentados por sondas a través de su pared abdominal.

Según Peter Belafsky, director del Davis Voice and Swallowing Center de la Universidad de California, algunos pacientes pueden atragantarse con hasta 1,5 litro de saliva por día. La experiencia es, explica, como ser sometido a la tortura denominada "submarino".

Tragar es una de las acciones más complejas del cuerpo y los expertos no logran ponerse de acuerdo en todos sus pasos necesarios, aunque estiman que 22 pares de músculos y siete nervios craneales participan del proceso. Algunos de los desórdenes para tragar se generan por condiciones esofágicas como reflujo gástrico, mientras que otras son resultado de infartos, disfunciones musculares, infecciones y la edad. Hay pacientes que pierden la capacidad de tragar debido a enfermedades como Parkinson, Alzheimer u otras condiciones neurológicas, así como radiación en tratamiento por cáncer de cuello.

Para Anderson, cuya condición no era de alto riesgo, el primer problema fue que sus doctores dijeron que la condición era producto de su imaginación. Luego de seis meses y 15 kilogramos perdidos, Anderson finalmente escuchó un término que se ajustaba a sus síntomas: disfagia.

Digerir el problema

No obstante, sus dilemas no terminaron allí, ya que la disfagia es un síntoma de múltiples enfermedades, desórdenes y lesiones, y puede afectar tanto a jóvenes como adultos, aunque sus repercusiones suelen desconcertar a los doctores y alejarse de la vista pública. Su crueldad, además de distorsionar la alimentación, afecta la relación con el sabor y la comida como instancia social.

Los tratamientos actuales incluyen ejercicios para fortalecer la lengua y los músculos de la garganta, drogas, fármacos para los nervios, estimulación eléctrica y dietas líquidas o de intubación. Los investigadores están estudiando una serie de animales para identificar los signos de la enfermedad, e innovaciones basadas en tiras disolventes, impresoras 3D y perforación corporal muestran un futuro más brillante. Algunos esfuerzos intentan obviar pasos en el proceso de tragar y otros reimaginar la manera en la que comemos.

Sin embargo, transmitir la seriedad de la disfagia fuera del laboratorio ha sido un proceso complejo. Según la investigadora Rebecca German, la disfagia es un desorden "doblemente escondido": los doctores no suelen notar la condición a través de inspecciones superficiales y los pacientes no cuentan con los medios necesarios para comprender cuán a menudo la comida se escapa por otra vía. Las repercusiones, notan los investigadores, trascienden lo meramente alimentario: el estrés acumulado de la disfagia puede degradar profundamente la calidad de vida para los pacientes y sus seres queridos.

No obstante, una terapia con tiras saborizadas ha demostrado un bajo riesgo para estimular sabor y recobrar la confianza en cenas familiares. Otras propuestas, como el sustituto de pan iEat Bread, alteran sus propiedades físicas para ser consumidas por pacientes con dificultades para tragar o masticar. La confección de comidas nutritivas con consistencia de gel mediante impresoras 3D es uno de los nuevos caminos. Sin embargo, ningún acercamiento ha sido tan eficiente como tener un conocimiento básico de cómo los desórdenes de este tipo pueden afectar tanto a viejos como a jóvenes, a activos y a moribundos.

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