Cuando la pobreza se nota en el habla

Uno de los principales problemas de desarrollo en los niños pobres uruguayos es el lenguaje. El nivel socioeconómico y la educación de la madre son dos factores determinantes en los trastornos de coordinación, motricidad y expresión. Por ese motivo, el 32,5% de los niños que viven en contexto crítico están en riesgo de tener problemas para expresarse de forma oral y escrita, mientras que el 13% de esa población tiene posibilidades de presentar retraso. Estos datos se desprenden del estudio Salud, Nutrición y Desarrollo en la primera infancia en Uruguay realizado por el Instituto Nacional de Estadística en 2015.

Mientras que los niños del quintil más pobre son más propensos a generar trastornos del lenguaje, aquellos que se ubican en el quintil más rico no tienen tantas probabilidades. De hecho, solo el 10,7% de los niños de nivel socioeconómico alto están en rango de riesgo, mientras que en 1,8% está en rango de retraso. Por ese motivo, resulta esencial que los niños en situación de vulnerabilidad social accedan a los tratamientos a tiempo para sobrevellar estas dificultades. Si no, los problemas del habla se traducirán en la lectura y luego se harán presentes en la escritura.

Sin embargo, el Centro de Salud del Cerro de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) no contaba hasta hace un mes con un fonoaudiólogo para tratar los problemas de aprendizaje de los niños que se atienden allí. Los pediatras tenían que derivar a los pacientes al Hospital Pereira Rossell para que accedieran a los tratamientos, pero los tiempos de espera podían llegar incluso a los 2 años. Esa situación cambió en agosto, cuando una fonoaudióloga fue contratada por ASSE y comenzó a trabajar en ese centro.

Pero la alegría duró poco porque la especialista presentará su renuncia la próxima semana. Las condiciones laborales, el poco tiempo que se le asignó por paciente y el bajo sueldo determinaron que la profesional tomara la decisión de irse.

La profesional pidió como mínimo media hora para trabajar con cada uno de los niños. No obstante, cuando empezó a conocer los casos se dio cuenta de que necesitaría más tiempo, porque muchos de ellos habían llegado con trastornos complejos a edades avanzadas. El poco estímulo que reciben esos niños durante la primera infancia determina que los errores se arrastren en el tiempo y una vez que se detectan, es más difícil corregirlos. La dirección del centro no accedió a darle más tiempo e hizo hincapié en el cumplimiento de los 30 minutos por paciente.

A su vez, la fonoaudióloga no tiene un consultorio estable, por lo que todos los días debe trabajar en un lugar distinto. Este viernes, cuando El Observador visitó la policlínica, la mujer atendía en un cuarto para guardar materiales. Mientras la especialista estaba en consulta, enfermeras y pacientes pasaban a un baño pequeño que hay allí y la interrumpían. El cuarto es chico, está repleto de cajas y contra un rincón hay una mesa sin computadora, donde la mujer atiende a los pacientes.

Lo económico también pesó en su decisión. La profesional cobra $22 mil por 24 horas semanales en ASSE, cuando en el sector privado le pagan el doble. Fuentes del organismo dijeron a El Observador que la Red de Atención Primaria no había recibido la renuncia. De todos modos, aclararon que si corresponde, abrirán un nuevo llamado. Si no hay candidatos tendrán que declarar el concurso desierto.

La especialista aprovechó las consultas de este viernes para comunicarle a los padres que trabajará hasta los primeros días de octubre. En algunos casos, la mujer pudo reunirse una sola vez con los pacientes y recién estaba en la etapa de evaluación de los niños.

Los médicos del Centro de Salud del Cerro insistieron durante 10 años para que las autoridades contrataran a un fonoaudiólogo. La pediatra y delegada del núcleo base del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), Lilián Dorsi, dijo a El Observador que la última renuncia es "un fracaso".

"En esta policlínica es prioritario que haya un fonoaudiólogo. Acá a los padres muchas veces les parece normal que los hijos tengan 2 o 3 años y no hablen. 'Él no habla, él se hace entender por señas', me dicen a veces", contó.

Dorsi sostuvo que las renuncias no son nuevas, sino que hay muchos especialistas que no quieren trabajar en ese centro. De hecho, el equipo llegó a tener una neuropediatra pero se fue porque "no daba abasto" con la sobrecarga de trabajo que tienen allí. "La neuropediatra hizo una carta en donde explicó que estamos asistiendo a una epidemia de trastornos del aprendizaje y de trastornos del neurodesarrollo", recordó la pediatra.

Mientras las vacantes no se llenan, hay 18.540 niños que se atienden en esa policlínica. El centro está ubicado en el corazón del Cerro, pero nuclea todos los barrios del oeste de Montevideo, entre ellos Casabó, Santa Catalina, La Paloma y Maracaná. A diario llegan entre 80 y 120 menores a la emergencia y hay 150 consultas pediátricas agendadas.

La pediatra y también delegada del núcleo de base del SMU, Diana Sastre, dijo a El Observador que el poco estímulo que reciben muchos niños que se atienden en la policlínica determina que fracasen en los estudios cuando llegan a la escuela. Entre otros proyectos, los médicos organizaron un programa de lectura en voz alta para favorecer el desarrollo del lenguaje de los pacientes, aunque saben que no es la solución.

Sastre señaló que "el poco estímulo ambiental" también influye, porque en muchos casos los padres no terminaron la escuela y no tienen las herramientas para ayudar a sus hijos. Además, un alto porcentaje de las usuarias de la policlínica son madres solteras adolescentes.

"Es un hecho que el entorno no va a incluir a ese niño, porque el ambiente no ayudó a sus primos, a sus padres o a sus hermanos –afirmó Sastre–, pero para descubrir el problema a tiempo necesitamos un equipo multidisciplinario".