Se justifican en su mayoría las quejas de los productores rurales contra el gobierno en la Expo Prado, más dirigidas a la conducción económica que al ministro Tabaré Aguerre, a quien le tocó recibirlas. Es un contrapunto que, con variantes, se reproduce todos los años en la tradicional muestra agroindustrial y ganadera. El presidente de la Asociación Rural, Ricardo Reilly, protestó contra el desmedido costo de los combustibles, el uso exagerado de las tarifas de servicios públicos como instrumento de recaudación fiscal y el alto nivel de la presión tributaria, especialmente el incremento del 30% en la contribución inmobiliaria rural. Señaló que cada vez que un uruguayo carga combustible aporta para cubrir el desastre financiero en que la pobreza de gestión hundió a ANCAP. Reilly también atacó al giro ideológico que el Frente Amplio le dio al Mercosur hasta ahora, al convertirlo en un club político que desvirtuó los principios de unión aduanera y zona de libre comercio con que el bloque fue creado.
Los factores económicos censurados por Reilly no dependen del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, sino que son decisiones del de Economía, con el aval del presidente Tabaré Vázquez, para tratar de ir capeando el brete económico en que las administraciones del Frente Amplio se encerraron a sí mismas por exceso de gasto público desde 2005. Y en el caso del Mercosur, son consecuencia del rumbo ideológico que le impuso la anterior administración de José Mujica. Otros reclamos por caída rentable de producción solo en parte derivan de responsabilidades directas del gobierno, ya que son consecuencia de precios declinantes o caída de demanda en los mercados internacionales. Es el caso de la crisis que vive el sector lechero, con tambos que han tenido que cerrar o que funcionan a pérdida. Reilly destacó también las dificultades que enfrentan algunas producciones agrícolas como la soja y el arroz.
Obviamente la carga impositiva incide en esas dificultades, pero mal puede esperarse que el gobierno baje tributos cuando los está aumentando a diestra y siniestra a las empresas, a los trabajadores de clase media y al resto de los consumidores para tapar agujeros fiscales. Aguerre, uno de los ministros más eficientes del gabinete, replicó que las gremiales del agro deberían “mirar el vaso medio lleno y no el vaso medio vacío”, y pasó a enumerar los logros de su ministerio. Citó el éxito de la trazabilidad del ganado y el comienzo de la exportación de ganado en pie, señalando que el gobierno ha cumplido en temas de peso que el agro reclamaba en años previos.
Los problemas del agro son tan reales como los que enfrenta el gobierno. La diferencia es que mientras los sectores pecuarios, agrícola y agroindustrial se mantienen como el motor central de la economía, la administración Vázquez los está exprimiendo al máximo para solventar los errores frenteamplistas por descuido en el gasto público desde hace una década. Aguerre dio en la tecla al afirmar que “tenemos que encontrar el equilibrio entre los que no reconocen al agro y quienes dicen que es lo único importante”. Pero al admitir de hecho que ese equilibrio todavía no rige y es una meta futura, el ministro reconoció la responsabilidad oficial en la pesadilla económica que hoy pagan no solo los productores rurales sino toda la estructura productiva y laboral del país.
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