En una tarde otoñal pero con temperatura de verano, más de mil personas recorren el Parque Grauert, en Carrasco, entre aromas de comida y música folk. Allí se desarrolla el festival culinario Degusto, que congrega a más de 50 emprendimientos gastronómicos.
Perdido entre los puestos de chivitos, hamburguesas gourmet, pastas caseras y jugos naturales hay un stand ofreciendo baqlavas, un pastel dulce tradicional en Medio Oriente.
El que las cocinó y ahora las vende a $100 cada una es Ahmed Ahjman, uno de los seis exprisioneros de Guantánamo que llegaron a Uruguay en diciembre de 2014, en el marco de un acuerdo entre el gobierno de José Mujica y el de Barack Obama.
Ahjman, acusado en su momento por Estados Unidos de haber combatido en las filas de Osama Bin Laden, y capturado en Pakistán a fines de 2001, es hoy el hombre detrás de
Nur Dulces Árabes, un pequeño emprendimiento con el que busca iniciarse en el negocio de la
cocina.
El camino
Todo empezó el año pasado, cuando concurrió a la Intendencia de Montevideo procurando ayuda para desarrollar un proyecto gastronómico. La Secretaría de Equidad Étnico Racial de la comuna capitalina tomó cartas en el asunto y así fue que el intrincado camino de Ahmed se cruzó con Cedel Carrasco, una organización municipal que apunta a impulsar y viabilizar pequeños emprendimientos locales.
La coordinadora del organismo, Verónica De Gregorio, lo describe como "un centro de desarrollo", que detecta ideas comerciales y ayuda a apuntalar los negocios emergentes en la economía local. Además de dar capacitaciones, Cedel se encarga de ayudar a los beneficiarios en los trámites necesarios para desarrollar sus negocios, como los permisos bromatológicos o los estados contables.
Ahjman, acusado en su momento por Estados Unidos de haber combatido en las filas de Osama Bin Laden, y capturado en Pakistán a fines de 2001, es hoy el hombre detrás de Nur Dulces Árabes, un pequeño emprendimiento con el que busca iniciarse en el negocio de la cocina. "Vimos que él tenía habilidades culinarias y que podía producir una mercadería aún no explotada comercialmente", cuenta Sandra Segovia, responsable de comunicación del organismo y encargada de darle una mano a los
emprendedores en la visibilidad de sus proyectos.
Si bien Cedel auspicia a otros 19 emprendimientos además del de Ahjman, Segovia dice que el sirio precisa una atención especial porque es el único extranjero. "Aparte de ayudarlo a despegar en lo comercial, él necesita una mano en lo referente a la integración y lo social, así como con la
comunicación", afirma Segovia.
"Me escriben por ahí y se coordina el envío", dice Ahjman a El Observador. "Son recetas de mi tierra", agrega, en un discreto español que asoma cuando logra vencer su timidez.
Una compañera del grupo, que está a su lado vendiendo licores caseros y parece conocerlo bien, lo alienta a explayarse un poco más, aunque sin mucho éxito. "Contá que es una linda historia la tuya, yo te hago las preguntas si querés", bromea, y ante la insistencia de la muchacha, devenida en ocasional periodista, Ahjman se limita a sonreír y decir que "son buenos postres para acompañar con un café".
Mientras algún curioso se detiene a mirar sus platos y Ahmed vende su baqlava número 16, la coordinadora de Cedel comenta que lo ve "con ganas de quedarse en Uruguay y desarrollarse acá". De Gregorio cuenta en las jornadas de integración que realizan ocasionalmente se nota su intención de adaptarse y progresar. Segovia, por su parte, valora que quiera "salir adelante en base a esfuerzo y dedicación" y destaca su empeño por investigar lo que no sabe.
Su pasado intentan dejarlo a un lado. "Hay que tratarlo de forma natural. Para nosotros es simplemente Ahmed".