Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

Nacional > SISTEMA ELECTORAL

De las cartas de Gonzalo Aguirre al brazo sin anestesia

Repase las historias de divisiones internas en los partidos políticos uruguayos
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26 de agosto de 2016 a las 11:17

La historia del Frente Amplio es tanto la de los acuerdos y consensos –que permitieron una coalición que unió desde demócrata cristianos a comunistas– como la de las desavenencias y las fracturas. De hecho, su constitución fue impulsada por partidos de la izquierda tradicional pero también por sectores escindidos de los partidos tradicionales.

Frente Amplio: consensos y fracturas

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De todas las fracturas sufridas por el Frente Amplio, la más profunda fue la que en 1989 llevó al Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP) de Hugo Batalla y al Partido Demócrata Cristiano a abandonar la coalición por diferencias ideológicas y de candidaturas. Esto provocó a su vez una ruptura en el PGP entre quienes se fueron y aliaron con el Partido Colorado y quienes se quedaron en el Frente Amplio.

Unos años después, el que sufrió una fuerte polarización interna fue nada menos que el hegemónico Partido Comunista. Tras la caída del bloque soviético se produjeron choques entre ortodoxos y renovadores que llevaron a buena parte de estos últimos a abandonar el partido.

Otro foco de disidencias fue la creación, a influjos de Tabaré Vázquez, del Encuentro Progresista, que generó tensiones con el liderazgo de Líber Seregni y quieren consideraban que era reducir al Frente Amplio. Esas diferencias entre moderados y radicales, u ortodoxos de lineamientos marxistas y renovadores llega hasta estos días, por ejemplo, en el Partido Socialista.

Una vez en el gobierno, tanto Tabaré Vázquez como José Mujica se vieron más de una vez presionados por diputados o sectores que le complicaron la gestión y ya es un hecho reconocido que la línea económica que impulsó el astorismo desde 2005 en adelante tiene permanentes francotiradores, la mayoría de los cuales aparece en instancias donde los dineros públicos están en juego, como las rendiciones de cuentas.

Partido Nacional: Siempre en las cuchillas

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Los partidos Blanco y Colorado se dividieron internamente cuando en 1986 se votó la ley de Caducidad que amnistiaba a policías y militares que hubiesen violado los derechos humanos durante la dictadura (1973-1985).

Pero fue durante el gobierno del presidente Luis Alberto Lacalle (1990-1995) cuando las diferencias dentro del gobierno alcanzaron un grado sorprendente. El Movimiento Nacional de Rocha, liderado por Carlos Julio Pereyra (excompañero de fórmula de Wilson Ferreira Aldunate), le hizo la vida imposible al Poder Ejecutivo con sus diferencias políticas y económicas.

Pero el colmo de las disputas internas lo dio en diciembre de 1991 el vicepresidente de la República, Gonzalo Aguirre, quien le envió una carta a Lacalle –la cual tomó estado público– pidiéndole la remoción de todo el equipo económico y un cambio de rumbo en la economía. En la carta, el entonces líder de Renovación y Victoria aludía al fracaso que el equipo de Lacalle había tenido en la lucha contra la inflación, lo cual afectaba la imagen de todo el partido.

Cuando terminó su gobierno, a Lacalle le salió un contrincante que había sido su ministro del Interior y el hombre elegido por él para ser el candidato presidencial del partido: Juan Andrés Ramírez. En 1995, se apartó del Herrerismo y lanzó la andanada más significativa sobre casos de corrupción durante el gobierno blanco.

En una nota con El Observador dio a entender que la mayoría de las licitaciones estaban manipuladas. Luego de la derrota blanca en las elecciones de 1996, Ramírez afirmó en radio Diamante: "Si me hubiera silenciado, por ahí el Partido Nacional habría tenido una mejor votación, pero yo creo que le hice mejor al partido como institución denunciando los hechos, tratando de limpiar". "En el Herrerismo no tuvieron la rigidez y dureza necesaria para combatir los episodios aislados, pero episodios, al fin, de corrupción", afirmó.

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Partido Colorado: Sin anestesia

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Mientras que los blancos tienen fama de rebeldes y de pelearse entre ellos, el Partido Colorado es, o era, la imagen contraria. Pero en las elecciones internas de 1989, desde la Presidencia de la República, Julio Sanguinetti apoyó la candidatura de Enrique Tarigo y eso enojó tanto a Jorge Batlle que produjo una fractura entre ambos líderes que duraría hasta hace apenas unos años y le acarrearía al partido mil problemas.

De hecho, hay una definición de Batlle sobre la actitud de Sanguinetti que integra la lista de frases históricas de la política uruguaya: "Me arrancaron un brazo sin anestesia".

Batlle se opuso luego a cualquier postulación al Senado de Sanguinetti y lo que se denominó para las elecciones Batllismo Unido parecía casi una ironía política, teniendo en cuenta el ambiente interno en el coloradismo.

Posteriormente, Batlle fundaría el Batllismo Radical para diferenciarse de Sanguinetti. El primero defendía posiciones liberales radicales y el segundo tenía una inclinación hacia la socialdemocracia. Esas diferencias ideológicas quedaron de manifiesto cuando el gobierno de Lacalle intentó impulsar una ley de empresas públicas para reformar el Estado y Sanguinetti, junto al Frente Amplio, rechazaron partes sustanciales de la ley.

Batlle y el expresidente Jorge Pacheco Areco criticaron a su compañero de partido. Sanguinetti retiró a su ministro del gabinete y se terminó el gobierno de concertación.

A Batlle, durante su presidencia (2000-2005), el gobierno de coalición con los blancos le duró un poco más: 32 meses, cuando los blancos retiraron a sus ministros del gabinete. La principal diferencia: la política económica y la falta de "transformaciones en el Estado". Hoy, Batlle y Sanguinetti firmaron la paz, pero para entonces su lugar como líderes del partido lo había ocupado Pedro Bordaberry, provocando un giro ideológico en el coloradismo, donde la derecha prácticamente había desaparecido desde las décadas del 80 y 90 cuando Jorge Pacheco Areco batalló por la Presidencia. Hoy, "el batllismo está en otros lados. Mucho batllismo está en el Frente Amplio. Amorín Batlle decía que iba a recuperar a los batllistas que se habían ido al Frente y claramente no lo ha logrado", dijo el historiador y politólogo Gerardo Caetano a Crónicas.

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