De maquillaje y racismo

Según Paul, aunque actualmente existen múltiples opciones para pieles oscuras de la mano de marcas como MAC, Lancôme, Clinique y Bobbi Brown, los profesionales cosméticos han fallado a la hora de ponerse a tiro y equiparse para trabajar con ese tipo de cutis. "Un buen artista del maquillaje se prepararía y se informaría antes de ir a trabajar", opinó, al tiempo que calificó como irrespetuosa esa falta de interés y de preocupación. "¡Estoy súper cansada de disculparme por mi piel negra! (...) ¿Por qué no podemos ser parte de la moda íntegra y equitativamente?", afirmó.

Por estos lares

En este sentido y a menor escala, el panorama en Uruguay no dista mucho del que se evidencia en los grandes centros de moda, como Paris, Milán, Nueva York y Londres. Según comentó a El Observador la modelo afrodescendiente Romina Di Bartolomeo, en sus primeros días en la industria también debió llevar su propio maquillaje a sesiones y desfiles.

"Ahora la gente ya me conoce y va con el maquillaje adecuado", señaló Di Bartolomeo, que cumple ya nueve años en la industria local y abrió el camino para modelos como Verónica Madera, Tamara Acuña y Serrana Silva.

Sin embargo, el escenario planteado por Paul es todavía peor en Uruguay, ya que hay una disponibilidad casi nula de productos para dermis oscuras. Tras una recorrida por algunas farmacias y tiendas especializadas en cosmética de Montevideo, el resultado fue una carencia absoluta de productos para pieles negras o la presencia de soluciones alternativas como "tonalizadores" capaces de oscurecer bases más claras.

"Mientras más oscura la piel, más te va a costar encontrar productos. Lo más oscuro normalmente es un tono de bronceado; no hay para afrodescendientes con la piel naturalmente negra", comentó a El Observador la maquilladora Florencia Canedo.

Para suplir la falta de recursos, Di Bartolomeo recurre a free shops en la frontera del país, mientras que Canedo equipa su maletín de cosméticos gracias a favores de amigos que viajan. Así es que ambas enfrentan la imposibilidad de importar este tipo de productos a Uruguay de forma particular.

En el exterior, ante un despliegue de opciones más amplio, Canedo prefiere marcas como MAC o NARS. "Yo tengo tres bases negras, una clara, una intermedia y una oscura, y voy mezclando", agregó.

Sin embargo, tanto ella como Di Bartolomeo coincidieron en que la mayor dificultad radica en los polvos o los rubores, porque ahí no hay mixtura de tonalidades que valga. "El polvo generalmente aclara" cuando lo aplicás, explicó Canedo. En este sentido, las facciones de los rostros negros no se ven beneficiadas por los populares rubores anaranjados ni rosados, sino que deben ser más oscuros que la piel.

El problema de fondo

Aunque Canedo asegura que el acceso a cosméticos para pieles oscuras en Uruguay es limitado, agrega que es una generalidad de este mercado: "Acá es difícil conseguir cualquier maquillaje. Tenés menos espectro de colores, de marcas, de productos para cada tipo de piel". Según reflexionó, esto se debe a la falta de "cultura del maquillaje" en Uruguay. Y agregó: "Para la mujer normal maquillarse capaz que es un delineado o un rímel", contó.

Para Di Bartolomeo, en cambio, el problema encuentra sus raíces en la coyuntura social y cultural. "En Uruguay no hay una representación afro, pero eso no se ve solo en la moda, sino en la totalidad de los medios de comunicación. Como vos considerás que la mayoría de la población es caucásica, solo importás maquillaje para lo que pensás que representa a Uruguay", dijo. Las posibilidades monetarias de la población negra, agregó, también influyen, ya que suelen tener los peores ingresos y empleos. Esa desigualdad racial sistematizada, consideró, "se visualiza desde lo más básico, como comprarte una base para la cara, hasta conseguir un trabajo".

En palabras de Di Bartolomeo: "En la moda uruguaya sabés que tenés un techo como modelo, pero si sos negro, ese techo es aún más bajo. Son reducidas las marcas que te quieren o que quieren verse asociadas a gente negra. Para mí ese es un fundamento racista, que puede parecer de marketing, económico o de conveniencia. Pero es racista por donde se lo mire".