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Dentro de la zona mestiza
Una vez al mes el sótano del boliche Paullier & Guaná se transforma en una zona mestiza. No pertenece a una época ni a un territorio particular. La música que allí suena es una fusión de cadencias que vienen de toda Latinoamérica, sonidos que cruzaron el Atlántico desde África y Europa, que descendieron desde el Río Grande y permearon desde el Pacífico. Club Subtropical, como su nombre puede indicar, invita con sus fiestas a crear una comunidad unida por el ritmo y despojada de prejuicios.
Compuesto por cuatro discjockey y videojockey, desde 2009 están creando una identidad que se terminó de forjar este año, cuando pudieron consolidarse como uno de los acontecimientos del underground montevideano. A lo largo de 2013 realizaron 12 fiestas y cinco ciclos musicales. Trajeron invitados del exterior y convocaron en promedio 300 personas por noche.
El colectivo, formado por Nandy Cabrera (Selector Chico), Néstor Márquez (Selector Néctar), Daniel Rolfo (Sonido Superchango) y Pablo De Vargas (Lechuga Zafiro), afirma que explorar territorios musicales evadiendo las fronteras no hubiese sido posible sin la existencia de internet. “La identidad ya no es territorial. Ahora hay un flujo de información constante. Hace 20 años no se sabía cómo era el underground de Colombia. Ahora sí”, explicó Cabrera.
Es cumbia, no es cumbia
Club Subtropical se inserta dentro de una red regional que, según explican, se preocupa por recuperar esos ritmos regionales. “Hay una movida mundial a la que resulta atractiva esta música del tercer mundo”, dijo De Vargas.
Es gracias a una unión de un sinfín de géneros dispares que Club Subtropical se diferencia entre las fiestas y eventos que sucedieron a lo largo del año. Cada fecha ofrece una temática diferente, forjada en parte a partir de los invitados que pasaron por el sótano.
“Tomando cosas del pasado y del presente intentamos hacer algo nuevo, que sea provocativo y que te obligue a bailar pero también a pensar”, afirmó De Vargas.
Ese pensar implica despojarse de prejuicios. Al principio tuvieron que combatirlos en las trincheras, abriendo los oídos del público. Con el tiempo escuchar candombe mezclado con hip hop y con cadencias de la cumbia villera se transformó en algo más normal.
“De dos años para acá hay una mayor aceptación de los ritmos y de a poco estos sonidos se fueron haciendo más familiares”, explicó Rolfo. Cabrera agregó: “Ahora me parece que hay menos prejuicios. En un momento si ponías favela funk o reggaeton o chicha, la gente se preguntaba ‘¿Qué es eso?’. Mucha gente bailaba pero otra se indignaba porque no entendía”.
Sin embargo, De Vargas sostiene que no está del todo superado. “Quizá hay gente que baila cumbia electrónica y no se mete en el mundo tropical y le sigue pareciendo malo”.
También existe en Montevideo un concepto acotado y a la vez generalizado de la cumbia: implica todos los ritmos tropicales –salsa y plena entran en la misma bolsa– y a la vez no concibe a otras raíces menos populares del género. “Muchas veces nos ha pasado que estamos pasando tremenda cumbia y alguien viene y nos pide cumbia”, contó Márquez.
Hoy será su última fiesta del año, que servirá como un resumen de todo lo acontecido, tanto musical como visualmente. Invitarán a varios de los músicos que ya participaron del ciclo –con la actuación estelar del argentino Peco Kumbia Style– y contarán con la presencia del artista Alfalfa, que realizará una intervención en vivo. La entrada es gratuita.
