Desarrollo o estancamiento

Independencia hacia mercados fuera del cerrojo del Mercosur, masivas inversiones externas que apuntalen nuestra frágil infraestructura y estabilidad de una economía con poco margen son los desafíos que enfrenta el gobierno en el tramo final de su período. Mientras el presidente José Mujica se empeña en asegurar masiva inversión de China y más comercio, su número dos, el vicepresidente Danilo Astori, abre el camino hacia la promisoria Alianza del Pacífico y, más inmediato y urgente, trata de frenar los debilitantes embates inflacionarios del gasto público y los salarios.

Más que con las discrepancias de los partidos opositores, ambos deben lidiar tanto con las presiones dentro de su Frente Amplio y del propio gobierno a gastar lo que no hay como con voluntaristas exigencias sindicales. Estas disidencias ya han postergado la esencial recuperación pronta del sistema ferroviario. Como hemos señalado, el rechazo a la propuesta china de ponerlo a nuevo en un año y medio, aprovechando la mayor productividad de sus propios trabajadores, ha estirado el plazo a por lo menos tres años, en el mejor de los casos. En tanto, las cargas de producción en muchos rubros siguen postergadas o deteriorando el sobrecargado sistema carretero.

En otro frente vital, Astori regresó de la reunión de la Alianza del Pacífico con el anuncio de que Uruguay busca ser aceptado como socio pleno de ese bloque que, a diferencia del mortecino Mercosur, avanza en forma pujante en el comercio de la costa oeste con las economías más poderosas de Asia, del otro lado del Pacífico. La sensatez de esa política fue enfatizada por Hillary Clinton, hasta hace poco secretaria de Estado de Estados Unidos, cuando afirmó que el futuro económico de la primera potencia mundial “dependerá de su capacidad para conquistar los mercados asiáticos”.

No es tarea fácil para el país escapar de las ataduras del Mercosur, que solo nos ha permitido un tratado de libre comercio con México, mientras los países de la Alianza del Pacífico concluyen decenas de acuerdos de ese tipo con quienes más les convenga. Pero con el Mercosur ahogado por el desorden financiero y el proteccionismo aislacionista de la Argentina kirchnerista, por el caos que pulveriza a Venezuela y por el incierto futuro con un Brasil que pierde fuerza, Uruguay está obligado a romper el encarcelamiento mercosureño si quiere avanzar.

No menos importante que abrirse al mundo es proteger de grietas el frente interno. Astori insiste en la necesidad de vigilar con realismo la situación fiscal. La proximidad de la última Rendición de Cuentas de este gobierno y de la ronda de Consejos de Salarios ha desatado una ola de huelgas en la educación, la salud, el área social y otros sectores que demandan aumentos presupuestales y salariales a diestra y siniestra. Hasta dentro del gobierno se exigen gastos adicionales que son una bomba de tiempo en un país que enfrenta caída de crecimiento en los próximos años. Acompañar sin fisuras los esfuerzos de Mujica y Astori por asegurar más inversión externa y más comercio y, sobre todo, aceptar las advertencias del vicepresidente respecto del gasto público y los salarios son obligaciones que nadie puede ignorar, porque Uruguay se juega la opción del desarrollo o del cansino estancamiento.