En términos generales, el informe sostiene que sólo las aseguradoras desembolsaron US$92.000 millones en 2015 por costes asociados a los eventos meteorológicos extremos.
No obstante, Stephane Hallegatte, la economista que dirigió el estudio, señaló a Efe que la estimación de los daños causados por inundaciones, sequías o huracanes ascendió el pasado año a trescientos mil millones de dólares, ya que la mayoría de ellos se produjeron en países pobres y en áreas no cubiertas por las aseguradoras.
"Las personas pobres y en situación de exclusión sufrieron las mayores pérdidas ya que sus medios de vida dependen de menos activos, su consumo está más cerca de los niveles de subsistencia, y no pueden recurrir a unos ahorros para suavizar los impactos de los desastres", explicó Hallegatte.
Además, el estudio indica que los desastres naturales tienen un impacto más que significativo en el consumo mundial, causando pérdidas de US$520.000 millones.
"Los eventos climáticos de gran envergadura ponen en peligro décadas de avances en la lucha contra la pobreza", afirma Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial.
"La buena noticia", según Hallegatte, "es que se han evaluado también los impactos de las iniciativas llevadas a cabo por los países para generar resiliencia frente a estos desastres, como los sistemas de alerta temprana, o las pólizas de seguros y los sistemas de protección social".
"La conclusión es que la combinación de esas medidas permitiría a los países y las comunidades ahorrar US$100.000 millones y reducir en un 20 % el impacto total de los desastres sobre el bienestar", concluyó Hallegatte