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Después de los cinco minutos

La mayor preocupación de Lucas Sugo fue poder avanzar luego de su mayor éxito; con su nuevo disco, Vida mía, siente que superó el desafío, pero va por más
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22 de octubre de 2016 a las 05:00
A Lucas Sugo ya no le pesa su mayor éxito. Cuando Cinco minutos llegó al cenit de su éxito, lejos de disfrutarlo, las dudas le comenzaron a quitar el sueño. La preocupación mayor pasó a ser cómo mantener una carrera basada en una canción. Pero ahora dice estar feliz. Lucas Sugo encontró el equilibrio entre su fama y su vida en Rivera. Entre el cariño de los fans y las distancias recorridas en las giras, y la solitaria tarea de cargar en su espalda la completa realización del disco sucesor a Cinco minutos. Ese es Vida mía, álbum que presentará en vivo hoy –con entradas agotadas– y mañana en el Teatro de Verano. Un disco donde, según afirmó, consolidó su propio estilo y lleva adelante su mensaje. Pero para el músico ya es hora de dar un paso más.

¿En algún momento te planteaste dejar de tocar Cinco minutos?
No. Cuando el hit era hit, en 2014, me acuerdo que estaba en el bus a las 2 de la mañana y me ponía a pensar "en este momento, absolutamente en todos los boliches del país va a sonar la canción, ahora o en un ratito". Y sabés, en ese momento la felicidad no estaba. Se instalaban otras cosas en mi corazón, como los temores. Hacés un gol de chilena en el Centenario, y es casi seguro que no lo puedas volver a hacer. Ahí pasaron unos cuántos meses donde hubo angustias; espiritualmente no estaba muy cómodo. Después esos temores se fueron cambiando, y fue gracias a la gente. Empecé a sentir un cariño noble. Que no es aquel de la ebullición del hit, el "te amo Lucas, me muero por vos". El que se engancha con "Lucas Sugo" y no con "el que canta tal canción". En ese proceso donde realmente el hit empezó a caer, y gracias a Dios, el nombre del artista logró situarse y mantenerse. Tengo gratitud con la canción y también gratitud con la gente. Me dio la posibilidad de respirar tranquilo y tener eso que tanto queremos los artistas que es la vigencia. Y eso se da porque hay un respaldo popular.

¿Cómo convivís con la fama hoy?
Bien. Sigo siendo exactamente el mismo. Obvio que esa frase suena a la de siempre, pero sigo conservando los mismos valores. Dentro de mí lo único que me puede llegar a reclamar mi espíritu y mi corazón es tiempo. Tiempo para mí. Es lo único. Y la posibilidad de ver a mis hijos. Yo vivo en Rivera y ellos en Paysandú. Las distancias pegan y duelen mucho. Son desgastantes al extremo y aun así sigo eligiendo volver a mí, a Rivera. Es donde realmente me cargo y me ubico. Es mi norte. Ahí es donde encuentro la felicidad plena.

¿Al principio esa felicidad te resultaba esquiva? ¿Ahora encontraste el equilibrio?
Sí, sin dudas. Ahora estamos hablando de felicidad. En su momento estaba tan preocupado que solamente laburaba. Tenía que hacer otro gol, otro hit, otro show, otra gira, otra meta, otro disco, otro DVD, otro viaje, otros equipos, otros ensayos, otro músico, otro repertorio. Era una cantidad de cosas que me hacían trabajar mucho pero disfrutar relativamente poco. Ahora lo vertiginoso sigue, pero realmente disfruto. Suena cursi pero es la posta: disfruto del cariño de la gente. Y sé que se sostiene mi arte y mi carrera por el lado de ser frontal y sincero, cuando hablo de la gratitud y del cariño que siento.

¿El show del Velódromo realizado el año pasado fue la gran consagración?

Si. Consagración y otra palabra muy parecida: consolidación. Ahora sí creo que llegamos. Eso era lo que yo tanto quería, tanto añoraba. Y otra cosa puntual: la certeza de que no era solamente un furor del interior del país. Se generó una unanimidad dentro del público que aprueba mi arte. Veía que estaba la gente de la capital y del interior juntas. Son cosas que me ponen muy feliz. Aparte fue increíble.

Si te pesaba el hecho de tratar de superar Cinco minutos. ¿Cómo fue comenzar este nuevo disco?

Sucedieron dos cosas antagónicas mal: necesito proponer cosas nuevas; necesito no perder una identidad. Fue un trabajo duro, te soy bien sincero. Hacer un disco de música tropical del interior, pero con letras aggiornadas. Letras que son palpables, cotidianas. Apostando a la musica romántica –soy muy romántico– y algún mensaje también social como No quiero verte llorar. Realmente fue muy difícil decidir el repertorio, y como director musical, también cómo encarar los arreglos. Cuando grabé No quiero verte llorar en el estudio en casa, escuché el punteo de guitarra y me sonaba a Cinco minutos. Y lo cambié, hice como 10, 15 distintos, cambiaba la línea melódica del estribillo, pero siempre terminaba tarareando la primera. Me dije: "pará un poco, no es que estés haciendo una canción similar a Cinco minutos. Vos sos eso. Entonces abrazá eso con orgullo". Hace a otra cosa puntual: la creación de un estilo. Y eso me parece que es de lo que habla este disco: la confirmación de un estilo. Obvio que tiene colores nuevos, que vamos de a poquito generando.


¿Cómo surgió No quiero verte llorar, donde hablás de la violencia de género?
Cuando hacemos cosas que generan reacción en muchas personas, en la primera instancia decís: "che qué bueno. Millones de personas se enganchan". Y en el 2015 me di cuenta que estaba desperdiciando una oportunidad, la de transmitir otras cosas. Conciliar lo comercial y lo popular, con cosas que uno quiere dejar, valores que uno atesora y quiere transmitir. A eso apunta esa canción. Tratamos de hacerla de una forma prolija, no explícita. Muy cuidada, porque es un tema que aqueja a la sociedad y al mundo entero. Son compromisos que uno tiene que abrazar. Ya casi que tenés la obligacion moral de sumar. Y ese es mi granito de arena, como fue Cinco minutos. Como decimos en la jerga futbolística: meter presión. Por todos lados. Ves las campañas de televisión, escuchás una canción que habla de la posibilidad real de denunciar, de que siempre va a haber una persona que va a estar contigo. Lo importante es buscar salidas. Todos tenemos derecho a ser felices. Es una obligación ser feliz.

La grabación de los instrumentos, los arreglos y parte de la composición corren por tu cuenta, ¿se hace un trabajo solitario?
Va en relacion con la búsqueda de un estilo. Lo que pasa es que estudié mucho; entonces me permite que lo que quiere mi cabeza lo pueda transmitir en los instrumentos. Pero me parece que es el momento de abrir el abanico. Quiero cambiar un poco la manera de trabajar. No quiero centralizar todo en "Lucas Sugo, el compositor y arreglador". Quiero delegar. A fines de noviembre voy a hacer una especie de taller. Voy a tener en mi casa grandes escritores para preparar el repertorio del próximo disco. El disco del año que viene no quiero que sea todo de Lucas Sugo; quiero resaltar a grandes valores. Creo que me va a enriquecer como artista. En Vida mía logré una madurez personal, como arreglador, como cantante. Pero creo que ya está. El que mucho abarca poco aprieta. Las próximas propuestas van a ser distintas. Voy a hacer en realidad dos discos: uno tropical y otro latino, que lo van a producir en Brasil y voy a poner las voces nomás en casa.
Hace dos años que vengo trabajando sin parar. Y yo sé que son momentos. Soy consciente de que ese furor va a dejar de ser furor. Pero si Dios quiere mis seguidores me van a seguir apoyando.

El Teatro

Las entradas para su show del sábado en el Teatro de Verano ya están agotadas, pero para la presentación del domingo a las 21 horas aún quedan localidades a la venta en Abitab, con precios entre $460 y $760.

La discoteca


"No me puedo olvidar que toco en shows y en bailes. No me puedo olvidar de donde vengo", dijo Sugo. "No puedo ponerme en un espíritu elitista y decir que eso ya fue". Por eso grabó junto a Laureano Pardo (productor de Márama y Rombai) la canción Amiga parceira, la canción más bailable del disco. "Es un bocho. Es amigo de hace muchos años y sabe mucho", afirmó.

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