La presidenta de
Brasil,
Dilma Rousseff, suspendida de su cargo para responder a un proceso de destitución, afirmó este miércoles ante el Senado que es víctima de una "farsa", que "jamás" desvió fondos públicos para su beneficio o el de otros y que "luchará" por su mandato.
Rousseff, sustituida desde el pasado 12 de mayo por su hasta entonces vicepresidente,
Michel Temer, tenía este miércoles la oportunidad de presentar su descargo en forma personal ante la comisión del Senado que la juzga, pero optó por enviar a su abogado, quien leyó la carta en la que insiste en que "se juzga a una persona inocente".
"Jamás desvié ni un centavo del patrimonio público para mi enriquecimiento personal o el de terceros", dijo Rousseff en esa misiva, de 32 páginas, y aseguró que ejerció su mandato "de forma digna y honesta".
Rousseff comenzó la carta defendiendo el mandato que le otorgaron "54 millones de votos" en 2014, cuando fue reelegida, y se describió como "una mujer honesta, una funcionaria pública dedicada y una luchadora por las causas justas". Tras varias páginas de contenido puramente político, Rousseff entró en el mérito de las acusaciones e insistió en que no tienen base legal y constituyen una "farsa política y jurídica", que volvió a calificar como un "auténtico golpe" de Estado.
La mandataria está acusada de diversas irregularidades fiscales, que incluyen la firma de decretos que alteraron los presupuestos sin autorización del Congreso, y de haber contratado créditos para el gobierno con la banca estatal, todo lo cual está prohibido por las leyes que rigen el uso del dinero público.
Rousseff afirmó que seguirá "luchando para que suene el alerta democrático de que no es con una destitución inconstitucional de un gobierno legítimo, por medio de un golpe de Estado apoyado en la farsa y construido en una falsa retórica jurídica, que vendrán días mejores para el país".
Lea aquí el escrito presentado por Rousseff: