Los diputados brasileños iniciaron una agitada sesión para decidir si la presidenta Dilma Rousseff debe someterse a un juicio de destitución o si está habilitada para seguir gobernando un país que está políticamente desgarrado y en plena recesión.
"Esta abierta la sesión bajo la protección de Dios y en nombre del pueblo brasileño", dijo el presidente de la cámara, Eduardo Cunha, en un ambiente de extrema agitación, con diputados que gritaban "No al golpe" o "Impeachment ya" y se dieron empujones.
Durante las primeras dos horas hablarán el autor del informe que recomienda el impeachment de Rousseff por presunta manipulación de las cuentas públicas y los líderes de las bancadas.
Luego, cada uno de los 513 diputados, en alternancia entre estados del sur y del norte, serán llamados a indicar su preferencia y tendrá 10 segundos para justificarla ante un micrófono. Se calcula que los resultados se conocerán sobre las 21 horas
Si 342 legisladores (dos tercios) votan por el impeachment, y el Senado ratifica en las próximas semanas esa decisión, Rousseff, será sometida a un juicio político que implica su separación transitoria del cargo. La sustituiría su vicepresidente, Michel Temer, quien podría gobernar hasta el fin del mandato en 2018 si los propios senadores declaran a Rousseff culpable en un plazo de 180 días.
Rousseff niega los cargos que se le imputan y los atribuye a una conspiración liderada por Temer y por Cunha, sobre quien pesan acusaciones de corrupción.
Instantes antes del inicio de la sesión, un grupo de diputados que respaldan al gobierno comenzó a gritar "¡Democracia! ¡Democracia!" para tratar de tapar la voz de Cunha, que daba una rueda de prensa previa. Decenas de legisladores partidarios de la destitución salieron a cruzarlos, en un embate que terminó con empujones y gritos.
La batalla parlamentaria tiene otro epicentro en las calles de las principales ciudades del país, con manifestaciones masivas de ambos bandos. Las fuerzas de seguridad movilizaron a miles de efectivos en una jornada que podría mostrar la puerta de salida al "lulismo", del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), figura emblemática del hoy maltrecho ciclo de gobiernos de izquierda en la región.
En Brasilia, partidarios y adversarios del impeachment se cconcentran a cada lado de la valla metálica de un kilómetro tendida a lo largo de la explanada de los ministerios para evitar enfrentamientos.
Los pro impeachment, envueltos en banderas de Brasil y vestidos de verde y amarillo (los colores nacionales), se ubican del lado derecho de la valla (mirando hacia el Congreso) y los pro gobierno, vestidos de rojo, del izquierdo. Las autoridades esperan la llegada de unas 300.000 personas a lo largo de la jornada.
La jefa de Estado trató de mantener su rutina y dio por la mañana un paseo en bicicleta por la zona del Palacio de Alvorada, aunque lo acortó a 15 minutos, en lugar de los 50 habituales, informó la estatal Agencia Brasil.
En un momento pasó delante del Palacio de Jaburu, residencia de Temer, que la víspera recibió a un centenar de políticos, para tratar de amarrar las fidelidades en la Cámara y preparar un futuro gobierno.
A inicios de la semana, en un audio difundido involuntariamente, según dijo, Temer llamó a formar un "gobierno de salvación nacional" y a realizar "sacrificios" para sacar al país de una recesión que entra en su segundo año.
También Rousseff aseguró que, de sobrevivir al impeachment propondría un "pacto" a todas las fuerzas políticas para que Brasil pueda salir del pozo.
Fuente: AFP
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