Doble faz del Día de la Industria

El Día de la Industria tuvo dos caras. La oficial, dibujada por el ministro Roberto Kreimerman, destacó logros como las cooperativas de trabajadores que han recuperado empresas quebradas. Pero omitió la responsabilidad del gobierno en buena parte de los factores adversos que deprimen al sector manufacturero.

La otra faz, presentada por los industriales, desnudó con más precisión la complicada realidad que enfrentan las empresas. En la celebración del 115º aniversario de la Cámara de Industrias del Uruguay, su presidente, Javier Carrau, destacó que la pérdida general de competitividad de la economía uruguaya estanca el crecimiento del sector en un 1,5% anual, menos de la mitad de la evolución prevista para el Producto Interno Bruto este año.

Además del derrumbe exportador a Argentina, impuesto por el proteccionismo del gobierno kirchnerista, Carrau censuró la política laboral de la administración Mujica, la ineficiencia de los servicios públicos a cargo del Estado, un “marcado desequilibrio” en el tipo de cambio, la pobreza de una educación pública que hipoteca el futuro y el costo de permanecer en el inefectivo Mercosur. Señaló que la conjunción de todos estos factores reducen y, en algunos casos, hasta eliminan la rentabilidad de las empresas, al aumentar los costos de producción y dificultar las posibilidades de competir.

Es exacto el señalamiento de Carrau de todos estos puntos de trabazón para el sector manufacturero y la incidencia que le corresponde al gobierno por errores, indecisiones u obstinaciones.

Al gobierno le queda obviamente poco margen de acción ante el proteccionismo argentino, al haber fracasado su equivocada política tolerante de tratar de apaciguar a un régimen kirchnerista cada vez más hostil hacia Uruguay. Las claudicaciones de los costosos servicios de las empresas estatales son consecuencia directa del perjudicial carácter monopólico que sobrevive en muchas áreas y que ningún gobierno, ni ahora ni antes, parece dispuesto a abrir para alentar competencia y mejoramiento.

La política cambiaria enfrenta la encrucijada de alentar exportaciones o evitar más inflación. La educación pública se ha convertido en el mayor fracaso de la administración. Y es hacerse trampas al solitario seguir pensando en la futura luminosidad del Mercosur, un bloque siempre inoperante y ahora partido en dos entre tres gobiernos más o menos serios y el descalabro generalizado de los otros dos socios, Argentina y Venezuela. Y en materia laboral, los excesos de largueza y benevolencia de las dos administraciones frenteamplistas hacia los sindicatos han creado un desequilibrio que afecta adversamente la capacidad productiva del país. Como señaló Carrau, el gobierno sigue ignorando los dictámenes de la Organización Internacional del Trabajo sobre ocupaciones y otros aspectos errados de la legislación laboral.

Es comprensible que el ministro Kreimerman, tanto en el acto del Día de la Industria como en su mensaje por cadena televisiva, destaque lo que considera avances y conquistas. Pero un elemental sentido de equilibrio debió inducirlo a reconocer también la cuota de responsabilidad que le cae al gobierno que integra por las dificultades que enfrenta el alicaído sector manufacturero.