Doctor Strange, un imperdible espectáculo visual

Los efectos especiales en el cine han avanzado tanto que ver a un tranquilo científico transformarse en un monstruo verde, a un multimillonario volando en una armadura de alta tecnología o a una deidad nórdica peleando en un mundo helado contra gigantes es divertido y se ve bien, pero no tiene el impacto de aquella primera vez en la que se vio a un mono gigante sobre el edificio Empire State, a un dinosaurio devorarse a un hombre escondido en un baño o a una nave espacial surcar el espacio de una galaxia muy, muy lejana.

Pero Doctor Strange, la nueva película del universo cinematográfico de los superhéroes de Marvel, sí lleva a estos efectos a otro nivel. Son de lo más impresionante, psicodélico y atrapante que el cine de gran escala ha mostrado en mucho tiempo.

Secuencias de peleas que parecen desarrollarse dentro de un caleidoscopio o un dibujo de M.C. Escher, viajes astrales a través del universo y la alteración total de las leyes del tiempo y el espacio la convierten en la película más innovadora de las 14 ya estrenadas por Marvel, aunque tiene los mismos puntos flacos que otras de las producciones del estudio responsable de películas como Iron Man: el hombre de hierro (2008).

Stephen Strange (el inglés Benedict Cumberbatch, uno de los puntos altos del filme) es un neurocirujano millonario, prestigioso y talentoso, pero lejos está de ser un ser humano modelo: se niega a tratar pacientes incurables para no dañar su "historial", y humilla a sus empleados con modos que recuerdan justamente a Tony Stark, la identidad secreta de Iron Man.

Pero una noche, conduciendo su Lamborghini mientras habla por teléfono (de hecho la película cierra con una advertencia sobre este aspecto), tiene un grave accidente que le deja los nervios de las manos destrozados. Desesperado, acaba entrando en contacto con Kamar-Taj, un templo (con conexión wi-fi) en Nepal donde recibe entrenamiento en hechicería, en principio para curar sus manos, pero que acaba por utilizarlas contra un experto en la disciplina renegado llamado Kaecilius (Mads Mikkelsen), que pretende traer a la tierra a una entidad maligna.

Al igual que otras de las historias que narran el nacimiento de superhéroes, hay villanos poco desarrollados (en este caso el antagonista aparece apenas un puñado de minutos) y una historia de romance de manual que aporta lo suyo pero no es vital.

Pero al meterse con la magia, Doctor Strange expande las fronteras del mundo Marvel y logra conquistar al espectador con peleas innovadoras sobre rascacielos que se doblan, escenarios con diversos tonos de neón y un elenco repleto de talento.

Es que al mirar la lista de actores involucrados, es genuino pensar que más que una película de superhéroes se trata de una futura candidata al Oscar: además de los mencionados Cumberbatch y Mikkelsen se cuentan Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams y Benedict Wong, este último uno de los más destacados en su papel de maestro y tutor "cómicamente serio", lejos de su rol de sirviente de las páginas de los cómics.

De todos modos, la película no tiene la avalancha de chistes y frases divertidas que es habitual ver en las películas de Marvel y se nota que algunos de ellos fueron incluso agregados en post-producción.

Doctor Strange es algo más sombría que sus antecesoras, aunque su principal foco está en el ingenio y la inteligencia de su trama. La película podría haber sido un disparate, pero tanto el talento de sus protagonistas como la forma en la que trata este aspecto la hacen creíble y disfrutable.

Otro punto que le juega a favor es estar mayormente desconectada de las otras películas de la saga, algo que a veces es una carga excesiva para estos filmes, como demuestran Avengers: Era de Ultrón o Capitán América: Civil War. La historia de Strange apenas menciona a los Vengadores y muestra su torre en Nueva York, como para asegurar que es parte del mismo universo. Hay conexiones, que se muestran luego de los créditos finales, pero son tenues y no distraen, como sí sucedió con Guardianes de la Galaxia.

Doctor Strange no es la mejor película de Marvel ni mucho menos. Pero es sólida, y muestra cosas que ninguna de las otras ha mostrado, y allí está su valor. Tampoco hay que olvidar que su función es, antes que nada, entretener. Los huecos en la narrativa quedan tapados por el lujo y la diversidad visual más un aspecto en el que Marvel no suele poner demasiada atención: una banda sonora que oscila entre lo oriental y la psicodelia, con melodías en reverso que acompañan el misterioso viaje del buen doctor.