Michael Cavna, de The Washington Post
Cuando era niño, podía notar aquella mirada. Mi madre instruyó a niños con dificultades de aprendizaje durante años, y cuando yo acompañaba a los niños en paseos, podía ver cómo los estudiantes reaccionaban facial y vocalmente cuando los veían. Era algo tan común que comencé a interpretarlo como la respuesta más natural: los desconocidos ponían a estos niños en una caja mental diferente.
Tengo un sobrino que tiene una discapacidad y otro pariente con necesidades especiales, y fui sensible a cómo eran tratados de forma diferente, con cierta otredad.
Todo eso contribuye al fervor con el que aplaudo a los realizadores detrás de Buscando a Nemo (2003) y de su secuela, Buscando a Dory. Nemo, por supuesto, tiene una aleta atrofiada que le enseñan a considerar como su "aleta de la suerte". Dory tiene pérdida de memoria a corto plazo, algo que se convierte clave en el nuevo filme. A lo largo de ambas películas, los realizadores representan e incorporan estos desafíos con dos ópticas que aprecio particularmente.
La primera es el grado en el que Nemo y Dory no son representados como casos aislados, como "otros" en un mundo "normal". Es usual en los cuentos tener un único luchador que supera necesidades especiales o discapacidades en un entorno que no experimenta esos mismos retos. Pero en estos filmes de Pixar muchos de los personajes se enfrentan a retos físicos y mentales. Sea Gill, con discapacidades físicas, Bailey, la ballena con problemas para comunicarse, o Destiny, la tiburón con miopía. En estos dos filmes, que los personajes tengan sus propios retos está completamente normalizado.
Un segundo aspecto que aprecio es cuán a menudo los personajes que tratan a estas figuras de forma diferente suelen tener una aceptación o concientización creciente, como epifanías que los liberan de sus propias cajas mentales. Angus MacLane, co-director de Buscando a Dory, cita cómo Marlin cambió su reacción a los problemas de la protagonista. "Creo que es interesante cómo su discapacidad tiene desventajas tan claras, pero también ventajas que no son necesariamente evidentes a primera vista. Eso es lo interesante sobre el arco de trama de Marlin en este filme. Él siente que alguien tiene que ser un padre, un protector, para Dory. Esa es la caja en la que la pone. El reconocimiento para Marlin", sostiene MacLane, "es sobre qué capacidades tiene ella".
Cuando Marlin se da cuenta de qué ventajas tiene Dory, es capaz de darle más confianza. "Ella aprende a confiar en sí misma", dice MacLane, y "mucho de ese viaje es la habilidad de confiar en ti mismo".
Parte de lo que eleva la narrativa de Pixar es la habilidad de representar estos arcos de aceptación y confianza con texturas diferentes en distintos personajes. En el nuevo filme, por ejemplo, vemos a padres preocupados y protectores que intentan enseñarle a la pequeña Dory a decirle a los extraños que tiene pérdida de memoria a corto plazo. Dory aprende a disculparse por su discapacidad desde el inicio, pero también aprende que complacer es una estrategia efectiva para lidiar.
"Lo que es tan sorprendente de ella es que tiene retos definidos y no permite que eso le impida vivir su vida. Dory es aspiracional y tiene la energía para ser positiva". De esta forma, los espectadores pueden compenetrarse con ella. "La audiencia quiere tener la sensación de que ella es autosuficiente, y que tiene las herramientas para salir al mundo y estar a salvo", dice MacLane. Parte del objetivo de la narración pasa a ser comprender que los retos de Dory vienen tanto desde adentro como de afuera.
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