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Dos años y no hay rastros de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa

La investigación se dilata pero los padres todavía tienen esperanzas
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27 de septiembre de 2016 a las 05:00
Dos años después de la desaparición en México de los 43 estudiantes de la localidad de Ayotzinapa, el caso sigue plagado de dudas y de denuncias de inconsistencias en la investigación, lo que aviva la exigencia de los padres de los jóvenes de lograr verdad y justicia.

Los 43 jóvenes desaparecieron la noche del 26 de setiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, en el estado de Guerrero (sur de México) cuando secuestraron al menos tres ómnibus para trasladar sus movilizaciones estudiantiles y fueron atacados por policías de esa localidad, quienes los habrían entregado al cártel de los Guerreros Unidos.

Mientras los padres todavía tienen esperanza de encontrar vivos a sus hijos, sobre el caso siguen habiendo dudas y se acusa a la fiscalía general de irregularidades en las investigaciones que condujeron a la versión oficial.

"Estos dos años han sido desesperantes, como una pesadilla que estamos viviendo. Cada día que despertamos y vemos su cama, sus cosas, es como estar muriendo en vida", dijo a la agencia EFE Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio, quien estudiaba en una escuela de Ayotzinapa que forma docentes para comunidades rurales.

Según la fiscalía, en esa fatídica noche, en la que murieron además otras seis personas, los 43 jóvenes fueron detenidos por policías corruptos de la localidad de Iguala y entregados a miembros del cártel Guerreros Unidos, quienes los mataron e incineraron en un basurero del municipio aledaño de Cocula.
No obstante, esa versión no es aceptada por los padres ni por los organismos que han estudiado el caso, porque consideran que las investigaciones que llevaron a ella están llenas de irregularidades.

La semana pasada el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU) solicitó a través de su representante en México, Jan Jarab, que la fiscalía general investigue nuevas hipótesis sobre el destino de los estudiantes.

Una fuente del gobierno federal dijo bajo condición de anonimato que investigadores iniciarán nuevas búsquedas en octubre en un centenar de lugares.

La fiscalía ya buscó en el llamado Pozo Meléndez, situado cerca de la carretera de Iguala-Taxco, que es una grieta de cientos de metros de profundidad.

Igual fama tiene el pozo de una mina de mercurio abandonada llamado Tiro General, cerca de la localidad de Huitzuco. El alcalde de esa ciudad, José Luis Ávila López, afirmó que la fiscalía también exploró la zona pero ignora los resultados. Para él los cuerpos de los estudiantes pueden estar enterrados parte en Cocula y parte cerca de Iguala.

Los familiares de los 43 son más optimistas y creen que pueden seguir con vida: "No se los llevaron para matarlos porque a los que mataron los dejaron ahí", sostuvo Maria Elena Guerrero, madre de uno de los estudiantes, a la agencia AFP.

Ella, Legideño y otras madres aseguran que hasta no tener pruebas científicas de que sus hijos están muertos seguirán esperándolos.

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