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Dos días en Dublín

Simpática, intensa y en cambio permanente, la capital de la República de Irlanda posee un gran magnetismo y una riqueza cultural e histórica digna de conocer
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30 de septiembre de 2017 a las 05:00
Dependiendo de la hora en que uno llegue, pero si es por la tarde conviene dejar las valijas en el hotel y dirigirse al Temple Bar. Con este nombre, el de su fundador, es que se conoce al barrio dublinés donde empezar a empaparse del espíritu de Dublín, una de las ciudades más interesantes del mundo, según los lectores de la Readers Travel Awards 2017.

Aunque es la zona de los famosos pubs irlandeses, también es un lugar para disfrutar de una rica actividad cultural.

Es que hoy Temple Bar nuclea librerías, mercados, tiendas de ropa vintage, galerías de arte entre otras atracciones. Dos recomendaciones para el día -tal vez por la tardecita, antes de irse al pub a tomar una buena cerveza-, es visitar el Food Market y el Book Market (mercado de libros de segunda mano). Es una linda zona para pasear, curiosear y conectar con la gente local. Antes de la cena, y cuando se pisa Temple Bar por primera vez, es casi una obligación tomar una pinta de Guinness en el ancestral bar del mismo nombre; o en el Oliver St John Gogarty, otro clásico donde escuchar música local en vivo, con un excelente restaurante y hasta un hostel.

Paseo cultural

Luego de haber disfrutado (con calma) en Temple Bar la noche anterior, lo ideal sería levantarse temprano y comenzar el recorrido por uno de los lugares más famosos de Dublín: El Trinity College. Fundado en 1592 por Elizabeth I, es la universidad más antigua de Irlanda. Solo valdría la pena conocerla por haber sido la casa de estudio Oscar Wilde y Jonathan Swift, pero el motivo que atrae a la mayor cantidad de visitantes de todo el mundo es su increíble biblioteca y, en ella, el Libro de Kells, de alrededor del año 800, un evangelio con una de las de arte religioso medieval.

trinity college
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Después de ese paseo cultural, a la salida del Trinity College se puede tomar Grafton Street, una de las calles comerciales y más exclusivas de la ciudad, con tiendas por departamento internacionales como Brown Thomas o Marks & Spencer. Y es por esa misma calle se puede continuar el paseo hasta el San Sthephen's Green Park, un lugar muy animado donde tomar un descanso y disfrutar de uno de los pulmones verdes de la ciudad. En este día dedicado al patrimonio de los irlandeses se puede visitar el Museo Arqueológico Nacional, con una gran exposición de tesoros de la historia, incluyendo las "momias de los pantanos", de las grandes atracciones de su colección. En la misma zona está también la National Gallery y el Museo de Historia Natural. Muy cerca se encuentra Merrion Square Park, otro de los puntos neurálgicos de la ciudad.

Dublinia
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En uno de los vértices, imperdible para la fotografía, se encuentra el Memorial de Oscar Wilde. En la zona no hay que perderse de visitar la Casa Número 29, donde se puede conocer de primera mano cómo vivían las familias ricas de fines del siglo XVIII. En esta casona georgiana todos los objetos de época están intactos (o casi); con su cocina abajo -en esa época se ubicaba en el sótano); el comedor de invitados, el familiar y demás habitaciones.

Luego de un descanso y recarga de energía, es ideal desplazarse hacia la zona medieval y visitar el Castillo de Dublín, que tuvo diferentes funciones a lo largo de su historia. Lo que otrora fue el símbolo de la ocupación británica en la isla, hoy es uno de los mayores atractivos, tanto por su arquitectura como por su valor patrimonial y artístico. En los alrededores del castillo se encuentran varios edificios históricos de gran importancia, como la Saint Patrick's Cathedral, la catedral del santo nacional y donde se encuentra enterrado el escritor Jonathan Swift. Otro de los patrimonios históricos importantes de la ciudad es la Christ Church Cathedral. Y quienes se sienten atraídos por la historia de los vikingos es fundamental visitar Dublinia, donde se recrea la historia de estos pioneros mediante diferentes formatos, entre ellos figuras de cera a tamaño real.

Cárcel, cervezas y el río

El segundo día está reservado para dos enorme íconos dublineses: la cárcel de Kilmainham y la fábrica de cerveza Guinness. La visita de la cárcel es conveniente hacerla por la mañana para evitar las aglomeraciones. Inaugurada en 1796, además de lo interesante de su arquitectura, esta prisión es un símbolo de la independencia de Irlanda. Aquí convivieron los presos políticos con presos comunes durante unos cien años. Esta visita permite aprender acerca del conflicto entre Inglaterra e Irlanda.
Luego de la visita al presidio tal vez sea bueno tomar un descanso, aprovechar para almorzar y luego emprender el camino hacia la fábrica de cerveza Guinness, el súper ícono irlandés. La Guinness Storehouse fue construida en 1904 para ser utilizada como lugar de fermentación de esta cerveza irlandesa, famosa en el mundo entero. El edificio cumplió con su cometido hasta 1988 y en 2000 abrió sus puertas al público con diversas exposiciones que muestran la historia y la elaboración de esta típica bebida. Allí se puede apreciar la maquinaria que se utilizaba: molino, tostadero, alambique y barriles de madera; ver las famosas campañas publicitarias y disfrutar de los juegos interactivos, de "tirar" su propia pinta y la cata de cerveza. La visita finaliza en la azotea del edificio, en el Gravity Bar, un hermoso lugar donde degustar una rica cerveza disfrutando de una de las mejores vistas de la ciudad.

bar Nico Kaiser
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No hay que dejar de cruzar el río Liffey, que atraviesa la ciudad, para llegar a O'Connell Street, otra de las zonas comerciales importantes. Henry Street es una de las calles donde hacer compras. Y para tomar un refrigerio y un descanso no perderse The Church, una ex iglesia que se convirtió en pub, otra de las grandes atracciones de Dublín.

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